…Cuando se acercaba a la entrada de la ciudad,
resultó que sacaban a enterrar a un muerto,
hijo único de su madre, que era viuda;
y un gentío considerable de la ciudad la acompañaba.
Al verla el Señor, le dio lástima y le dijo:
«No llores.» Se acercó al ataúd,
lo tocó
(los que lo llevaban se pararon) y dijo:
«¡Muchacho, a ti te lo digo, levántate!»
El muerto se incorporó y empezó a hablar,
y Jesús se lo entregó a su madre.
Lucas 7, 11-17
No todo está perdido,
aunque a simple vista te
parezca un fracaso,
sigue apostando por lo que
haces.
Siembra amistad aunque recojas
rechazo.
Sonríe a los que te rodean
aunque se queden perplejos de
tu felicidad.
No todo está perdido,
defiende aquellos valores
que
sin ser aplaudidos
son cimientos de una nueva
sociedad.
Cristo, no lo olvides,
necesita
gente como tú:
gente que no esté muerta en
vida.
Corazones que, por amar sin
engaño,
sean traspasados
por la ingratitud o el
desprecio.
Manos que, por dar sin esperar,
permanezcan abiertas hacia lo
divino.
No todo está perdido,
el Señor siempre estará a
nuestro lado,
saldrá en las horas amargas
a nuestro encuentro.
Nos dará vida
cuando estemos desgastados,
consuelo,
cuando nos agarre el desconcierto,
esperanza cuando al sembrar,
veamos que no hay fruto alguno,
ilusión, cuando al avanzar
el pesimismo sea alforja
de nuestro duro viaje.
No todo está perdido.
El Señor nos dice:
¡A ti te lo digo, levántate!
De tu frialdad y cobardía,
de tu tristeza y de tu cerrazón,
de tus caídas y de tus
combates,
de tus ideas y debilidades.
¡Levántate,
hombre o mujer, niño o joven!
¡Levántate,
que no todo está perdido!
Javier Leoz, betania.es
No hay comentarios:
Publicar un comentario