El domingo del
Buen Pastor
…en aquel tiempo, dijo Jesús:
«Mis ovejas escuchan mi voz,
y yo las conozco y ellas me siguen,
y yo les doy la vida eterna; no perecerán para siempre
y nadie las arrebatará de mi mano».
Juan 10, 27-30
Cuando más te necesito, Señor, te
asomas,
despertándome de mi letargo
cristiano.
Eres cayado en el que me apoyo para
sujetarme,
nunca caer y siempre levantarme.
Cuando veo que mi nombre se pierde
en el abismo,
suena tu voz clara y nítida: ¡Amigo!
Y, compruebo una y otra vez,
que eres Pastor
que guarda mis pensamientos en el
día
y hasta vela mis sueños entrada la
noche.
Conoces mi vida como nadie
y, a pesar de estar tan llena de
briznas,
la pones sobre tus hombros
para una y otra vez
redimirla de sus faltas y dolencias.
Si debilitado por mis esfuerzos
pienso en el abandono,
me elevas sobre tus hombros,
me cubres con tus brazos,
y me rodeas con tus Palabras de
liberación.
Si paralizado por mis errores miro
al fracaso,
susurras palabras de consuelo a mis
oídos:
¡Yo estaré contigo todos los días!
Y es que, Tú, Señor,
como Pastor que conoces mis atajos y
mis dudas,
te presentas cuando más te necesito.
Si añorando poder y riquezas
dirijo mis ojos hacia el escaparate
del mundo,
me llevas ante el tesoro de tu amor.
Y es que, Tú, Señor,
como Pastor no quieres que esta
débil oveja
se pierda y vaya lejos de tu rebaño.
Por eso y por tantas cosas, Señor,
te doy gracias, bendigo tu nombre,
avanzo en tus sendas, proclamo tu Palabra,
y, hoy como ayer, te digo:
tú eres el Buen Pastor
que apareces siempre cuando más te
necesito
Javier Leoz, betania.es
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