28 de febrero de 2013

QUO VADIS, PETRUS



Quo vadis, Petrus?

(¿Pedro, dónde vas?)

Voy a estar con Aquél 
que me sigue aguardando
y, estando con Él,
sentir que me sigue amando.
Voy a gustar lo que
el ruido y la responsabilidad,
no me han permitido 
disfrutar totalmente.

… Voy a rezar por todos 
y cada uno de vosotros,
pues sé muy bien
que en el silencio y en la soledad
os tendré a todos, sin yo saberlo,
con nombre y apellidos
delante de un Dios que, 
sin abrir yo mis labios,
sabrá de antemano 
por el amor que le profeso
lo que le llevo en mi corazón guardado.

Voy a estar con el que, 
desde hace muchos años,
sé que me quiere tal y cómo soy.

Voy a descubrir, 
ahora con más fuerza,
lo que de mi puño y letra
brotó en horas de contemplación,
reflexión, estudio y pensamiento:

Él es mi Dios
y a Él le adoraré 
hasta mis últimos días.
 
Él es mi Señor 
y he intentado guiar su barca.
 
Él es mi Espíritu y conoce muy bien
que esta hora estaba marcada 
certeramente
y con exactitud en su reloj divino.

Voy, 
con mis sandalias de pescador, 
desgastadas
tras haber recorrido 
con dificultades y debilidad
los caminos del mundo gozoso y sufriente.


Voy, sin mi cayado, porque bien sé
que necesita de manos más vigorosas
y con más salud y vitalidad corporal
que os indiquen en tiempos de combate 
y de cambios

los apriscos y senderos
que conducen al Evangelio.

Voy, mas no huyo, 
sino que cumplo una y otra vez
lo que ha sido la clave 
de mi consagración al Creador:
por amor y obediencia fui….

y por amor y obediencia me voy.

Me voy, pero detrás de mí se queda Aquel
por el que intenté serviros como padre,
amaros como pastor,
enseñaros como maestro
e iluminaros desde el Espíritu.

Me voy…
pero queda la gran obra del Señor:
 su Iglesia.
Por su bien, por ella, con ella 
y en ella me voy y estoy.

Javier Leoz

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