20 de septiembre de 2012

A LA CAZA DEL HOMBRE MÁS RICO DE FRANCIA


 
A LA CAZA DEL HOMBRE
MAS RICO DE FRANCIA

En los barrios elegantes de París se oye un grito de guerra. O de desesperación. El gobierno socialista de François Hollande ha anunciado un drástico incremento de la presión fiscal a las grandes fortunas. En respuesta, Bernard Arnault, propietario del emporio del lujo Louis Vuitton-Moët-Hennessy (LVMH) y el hombre más rico de Francia, ha confirmado esta semana que tramitará la nacionalidad belga para refugiarse en el exclusivo barrio bruselense de Uccle.

Rápidamente, el magnate de 63 años se ha convertido en el paladín de la plutocracia francesa. O, si cabe, en su mártir. Y es que tanto la derecha, muy cercana a Arnault, como la izquierda han decidido cerrar filas contra él.  

Por su parte, Hollande, quien alguna vez ha declarado que «no le gustan los ricos», no está dispuesto a dar marcha atrás en su proyecto, ni siquiera ante la amenaza de que uno de los mayores empresarios del país (el grupo LVMH emplea a casi 30.000 personas en Francia, más de 83.000 en todo el mundo) se exilie, llevándose consigo una fortuna personal que la revista «Fortune» estima en 21.000 millones de euros. «Tiene que pensar muy bien lo que significa buscar otra nacionalidad, porque nosotros estamos orgullosos de ser franceses», dijo el presidente.

Lejos del fisco

Los abogados de Arnault han aclarado que su cliente quiere la nacionalidad belga por motivos personales y para iniciar nuevos proyectos empresariales.  Sin embargo, para los expertos en derecho fiscal, la decisión del «rey del lujo» es una huida de las duras reformas tributarias promovidas por el Elíseo para capear la crisis. No sería la primera vez que lo hace. Y esta vez tampoco sería el único.

Y es que los detractores del dueño de firmas célebres como Vuitton, Givenchy, Dior o Moët & Chandon todavía recuerdan cuando Arnault emigró a los Estados Unidos durante la última presidencia socialista en Francia en 1981, cuando Mitterrand tomó el poder enarbolando la bandera de una reforma tributaria. El empresario solo regresó a Francia cuando los socialistas volvieron a un curso económico más conservador.

En Bélgica no hay impuestos sobre la fortuna o las plusvalías, y el de sucesiones es mucho más favorable que en Francia. Ciertamente, los ricos con nacionalidad belga no pagan.
Fuente: abc.com

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