Entre Mayores
Elsa M. Rodríguez
Si usted es un joven de esos que considera que
nunca tendrá una cana o jamás verá arrugas en su rostro, entonces no le
interesará leer lo que viene a continuación. Sin embargo si usted sabe que por
ley de vida llegará un momento en el cual sus carnes serán algo más flácidas,
su cabellera perderá espesor así como color, su memoria le fallará en algunos
momentos en los que es importante no perderla, como por ejemplo, para saber
donde están las llaves de su automóvil, o donde fue que lo aparcó cuando fue al
almacén de ropas o al supermercado, entonces si entenderá de lo que hablamos.
Todos en un momento de nuestras vidas vemos como
pasan frente a nosotros personas a la cuales les es muy difícil, sino
imposible, esconder cómo le fastidia tener que escuchar hablar a una persona
mayor, o de la tercera edad como le llaman ahora, ya que esas personas creen
que al estar llenos de energía, ser jóvenes, modernos y en muchos casos
atractivos, la vejez es molesta, desagradable, huele mal y todo los que son
viejos deberían estar en un asilo, fuera de su presencia.
Vivimos en una época donde la experiencia
adquirida por los años, la sabiduría de haberse enfrentado a diferentes
situaciones en la vida y haber por lo tanto aprendido a fuerza de golpes a
manejar estos momentos, muchas veces dolorosos y difíciles, todo eso no es
apreciado como sucedía antiguamente.
Hace unas cuantas décadas, los que entonces
éramos jóvenes sabíamos que para aprender cosas que nunca has vivido o has
visto, no había forma mejor que acudir a las personas mayores de la familia, o
a profesores o a clérigos porque siempre alguno tendría una respuesta para la
preocupación que pudiésemos tener. Se hacía homenaje a las personas mayores, en
resumen se las respetaba porque tenían aquello de lo que los jóvenes
carecíamos, experiencia.
Triste es ver como hoy muchos jóvenes tratan a
sus mayores como muebles que pueden arrinconar en un cuarto o simplemente
insultar y decirles los más bajos improperios, todo ello sin pensar que también
el tiempo pasará para ellos y un día recibirán el mismo trato despreciativo que
ellos dan y es de esperar que les será mucho peor ya que no han procurado
enseñarle a los más jóvenes que ellos la importancia de una vida larga y llena
de experiencia.
Por eso, esto que digo es para que lo hablemos
entre personas mayores, porque es más que probable que por ahí haya mucha gente
que esté pensando esto mismo de lo que hablo hoy yo, o que sienta la tristeza
de que algunos, muchas veces hijos o nietos, hayan sidos los primeros en
mostrarles el desprecio que hacen de la vejez. Pero una cosa es cierta, pobre
del que piense que siempre será joven, porque aparte de no ser posible, si no
llega a viejo, será porque se ha quedado en el camino.
Elsa M. Rodríguez
Hialeah, FL
Lolita, gracias por publicarme este escrito. Todo en la vida tiene su razón de ser y ésto se me ocurrió un día que en un "debate" en Facebook en cual particié. un individuo a quien al parecer se le habían terminado sus argumentos para tratar de convercernos, dijo que "no se para que pierdo el tiempo tratando con viejos". Y de ahí fué que se me ocurrió este idea.
ResponderEliminarProbablemente tampoco quiera llegar a viejo para no tener que sufrir el mismo problema. El pobre, no sabe lo que se pierde.
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