¿Qué nos dice el Papa a los
cubanos..?
Por Carlos Cabezas
Reflexión sobre, “¿Qué nos dice el Papa a los cubanos de la diáspora?,
tema de un reciente panel celebrado en Miami por un grupo de católicos
practicantes. La que sigue fue la
reflexión presentada por nuestro colaborador Carlos Cabezas.
Creo que no existen mejores palabras para comenzar esta reflexión que
las expresadas por Mons. Dionisio García, arzobispo de Santiago de Cuba al
recibir al Papa Benedicto XVI a su llagada a la Isla: “Somos un solo pueblo pero
con diferentes criterios en cuanto al camino a seguir para buscar un futuro
mejor”.
Cuesta trabajo creer que somos un solo pueblo, así le dije a Jorge Más
Canosa en diferentes ocasiones, a lo que él me respondía inmutablemente, que sí,
que lo éramos aunque nos repulsara la actuación de algunos.
El arzobispo santiaguero debió haber estado aquí presente, porque pudo
expresarle al Santo Padre frente a frente el objetivo que nos hemos planteado
hoy en esta conferencia: ¿qué nos dice el Papa a los cubanos de la diáspora?
Mons. Dionisio nos responde por el Papa cuando le dijo a éste: «Hemos llegado a
la violencia entre cubanos que hace sufrir a todos y no beneficia a nadie,
hiere la dignidad y dificulta el verdadero desarrollo material y espiritual de
nuestro pueblo. Es necesario superar todas las barreras que separan a los
cubanos entre sí».
Sus palabras fueron sabias, pero nos preguntamos cómo hacerlo, cuando
el dolor sufrido por nuestro pueblo ha sido una constante en estos 53 años de
dictadura. En especial, nuestros mártires son el acicate que nos impulsan a
luchar por una Cuba libre, que incluya la liberación interior del cubano,
despojándonos de nuestras miserias humanas para buscar en Cristo la total
liberación.
Hemos comenzado por el final, respondiendo a ¿qué nos dice el Papa a
los cubanos de la diáspora?, lo hago para que mastiquemos poco a poco esta
pregunta y la digiramos con inteligencia y humildad, a fin que nos dejemos
interpelar por las palabras del vicario de Cristo.
Benedicto XVI dijo en el Aeropuerto Internacional Antonio Maceo que
venía a Cuba «como peregrino de la caridad, para confirmar a mis hermanos en la
fe y alentarles en la esperanza… Llevo en mi corazón las justas aspiraciones y
legítimos deseos de todos los cubanos, dondequiera que se encuentren, sus
sufrimientos y alegrías, sus preocupaciones y anhelos más nobles, y de modo
especial de los jóvenes y los ancianos, de los adolescentes y los niños, de los
enfermos y los trabajadores, de los presos y sus familiares, así como de los
pobres y necesitados».
Conoce muy bien el Santo Padre la realidad del
pueblo; la de la Iglesia que vive y trabaja en Cuba; y la nuestra, cubanos en
el exilio o diáspora, que aunque canónicamente ya no pertenecemos a esa
Iglesia, lo seguimos siendo porque así lo sentimos en nuestros corazones llenos
de amor y porque somos parte de la Iglesia universal. Pero sobre todo porque
María de la Caridad nos une en el amor, dándonos a todos sitio en su barca bajo
su manto.
El Papa también nos dice, que nuestra primera
preocupación deben ser los niños, jóvenes, ancianos, enfermos, presos y sus
familiares, así como los trabajadores, pobres y necesitados, abarcando a casi
la totalidad del pueblo, al cual nunca hemos abandonado ni espiritual ni
materialmente, sea con dinero, ropa, alimentos y medicinas.
Ellos son parte de nosotros y nosotros suya, por
eso no tenemos que reconciliarnos porque nunca hemos estado peleados. A quienes
único enfrentamos es a la cruel dictadura y a los miembros de su maquinaria que
desean perpetuarla más y más. Una tiranía que no se arrepiente del mal hecho y
lo continúa haciendo en el presente, dejándonos pocas dudas de cómo actuará en
el futuro. Con esos que han escogido el mal sistemáticamente y lo usan como
método de lucha, no hay reconciliación porque sería igual que pretender
reconciliarnos con el Diablo.
Benedicto XVI tiene una profunda antropología y
la hace presente al decirnos que «…el progreso verdadero tiene necesidad de una
ética que coloque en el centro a la persona humana y tenga en cuenta sus
exigencias más auténticas, de modo especial su dimensión espiritual y
religiosa». A esas palabras no hay nada que añadir porque entendemos con
claridad que el hombre es lo primero a salvar en toda su dimensión material y
espiritual.
En la misa en Santiago de Cuba hizo presente a la
familia y su designio: «…Dios ha encomendado a la familia fundada en el
matrimonio la altísima misión de ser célula fundamental de la sociedad y
verdadera Iglesia doméstica». No solo deja un profundo cuestionamiento a los
cubanos de la isla, sino a nosotros también que llamándonos cristianos
abandonamos o nos despreocupamos de nuestras familias, dejando que la escuela y
los medios masivos de comunicación formen a nuestros hijos y envenenen a lo que
es la célula básica de la sociedad. Casi dejamos la homofobia a un lado y
debiéramos dejarla totalmente, pero ello no conlleva a que apoyemos el
matrimonio entre personas del mismo género, no confundamos el ser tolerantes
con desacralizar al sacramento. Pero, sí busquemos una fórmula para que las
parejas gay reciban beneficios unos de otros, pero no bajo el título de
matrimonio.
Nos dijo el Papa en Santiago de Cuba: «…den nuevo
vigor a su fe, para que vivan de Cristo y para Cristo, y con las armas de la
paz, el perdón y la comprensión, luchen para construir una sociedad abierta y
renovada, una sociedad mejor, más digna del hombre, que refleje más la bondad
de Dios».
La misa del Papa en La Habana estuvo privilegiada
por una primera lectura sobre los tres jóvenes, perseguidos por el soberano
babilonio, que prefirieron afrontar la muerte abrasados por el fuego antes que
traicionar su conciencia y su fe. Tuvo que ir el Santo Padre a La Habana para
recordarnos lo que tantas veces me repetían desde niño, adolescente y joven, y
que posteriormente los profesores del Seminario San Carlos y San Ambrosio
enseñaban sin vacilación, tenemos que estar dispuestos a dar nuestra vida por
Cristo y ningún discípulo del crucificado puede esperar mejor fin que El.
Últimamente me cuestionaba si esto se había olvidado en la Iglesia y el Papa me
recordó que no, que está tan presente como desde el primer día en que Jesús
ofrendó su vida por nosotros. La sangre me vino al cuerpo al verificar que
aquellos gritos de «Viva Cristo Rey» de los jóvenes católicos fusilados, no
fueron en vano. ¿Seríamos capaces de imitarlos hoy desde la comodidad de
nuestro exilio?
Entre los muchos inconvenientes que tuve en mi
época para anunciar el Evangelio aprendí que tenía que ser signo de
contradicción por fidelidad a la Buena Nueva. Hoy me regocijo cuando veo a
sacerdotes amigos y a otros que solo conozco por el testimonio que están dando,
que también actúan así consecuentemente con lo que predican por lo que recogen
frutos entre los laicos, convirtiéndolos en misioneros valerosos que llevan el
Evangelio a sus trabajos y hasta los últimos rincones del país. A ellos y a
nosotros Benedicto XVI nos dice: Jesús es …«el único que puede mostrar
la verdad y dar la genuina libertad. Su enseñanza provoca resistencia e inquietud
entre sus interlocutores».
El sucesor de Pedro es un gran intelectual y
quizás muchos no pudieron escudriñar profundamente sus palabras mientras la
oían, pero él predicó para los que le escuchaban y para quienes posteriormente
lo estudiaran, por eso dijo que: «…La verdad es un anhelo del ser humano, y
buscarla siempre supone un ejercicio de auténtica libertad. Muchos, sin
embargo, prefieren los atajos e intentan eludir esta tarea. Algunos… proclaman
la incapacidad del hombre para alcanzarla o niegan que exista una verdad para
todos. Esta actitud, como en el caso del escepticismo y el relativismo, produce
un cambio en el corazón, haciéndolos fríos, vacilantes, distantes de los demás
y encerrados en sí mismos. Personas que se lavan las manos como el gobernador
romano y dejan correr el agua de la historia sin comprometerse».
Son muchos los mensajes enviados por el Papa en
estas breves palabras que nos invitan a todos los cubanos, donde quiera que
estemos, a buscar «…el afán de la verdad porque es lo que promueve la fe
cristiana. Todo ser humano ha de indagar la verdad y optar por ella cuando la
encuentra, aun a riesgo de afrontar sacrificios».
Hablando de la libertad el Papa nos dice: «…El
que obra el mal, el que comete pecado, es esclavo del pecado y nunca alcanzará
la libertad. Solo renunciando al odio y a nuestro corazón duro y ciego seremos
libres…»
El Santo Padre envió un mensaje directo a quienes
dirigen el país diciendo que: «…hay otros que interpretan mal esta búsqueda de
la verdad, llevándolos a la irracionalidad y al fanatismo, encerrándose en su
verdad e intentando imponerla a los demás. … Sin embargo, quien actúa
irracionalmente no puede llegar a ser discípulo de Jesús».
Al mismo tiempo, suavizó lo dicho anteriormente y
reconoció con alegría que: «…en Cuba se han ido dando pasos para que la Iglesia
lleve a cabo su misión insoslayable de expresar pública y abiertamente su fe.
Sin embargo, es preciso seguir adelante, y deseo animar a las instancias
gubernamentales de la Nación a reforzar lo ya alcanzado y a avanzar por este
camino de genuino servicio al bien común de toda la sociedad cubana».
Al hablar de la libertad religiosa dijo que: «…cuando
la Iglesia pone de relieve este derecho, no está reclamando privilegio
alguno…consciente de que donde Cristo se hace presente, el hombre crece en
humanidad y encuentra su consistencia». Especificó que por ese motivo la
Iglesia: «…busca dar este testimonio en su predicación y enseñanza, tanto en la
catequesis como en ámbitos escolares y universitarios. Es de esperar que pronto
llegue aquí también el momento de que la Iglesia pueda llevar a los campos del
saber los beneficios de la misión que su Señor le encomendó y que nunca puede
descuidar».
Terminó su homilía en La Habana citando al Pbro.
Félix Varela en las Cartas a Elpidio: «…el camino para una verdadera
transformación social es formar hombres virtuosos para forjar una nación digna
y libre, ya que esta trasformación dependerá de la vida espiritual del hombre,
pues no hay patria sin virtud».
Al despedirse en el Aeropuerto Internacional José
Martí, dijo: «…alcancen la fuerza necesaria para construir una sociedad
solidaria, en la que nadie se sienta excluido...y que nadie se vea impedido de
sumarse a esta apasionante tarea por la limitación de sus libertades
fundamentales, ni eximido de ella por desidia o carencia de recursos
materiales...y construir así una sociedad en la que cada uno se sienta
protagonista indispensable del futuro de su vida, su familia y su patria».
Puntualizó que «…en la convivencia humana,
nacional e internacional, se destierren posiciones inamovibles y los puntos de
vista unilaterales que tienden a hacer más arduo el entendimiento e ineficaz el
esfuerzo de colaboración.
Las eventuales discrepancias y dificultades se han de solucionar
buscando incansablemente lo que une a todos, con diálogo paciente y sincero,
comprensión recíproca y una leal voluntad de escucha que acepte metas
portadoras de nuevas esperanzas».
Podremos contestar ahora ¿qué nos dice el Papa a los cubanos de la
diáspora? Creo que sí, pero exigirá mucho coraje dejarnos interpelar por lo que
nos agrade y por lo que no.
El arzobispo de Santiago como el Santo Padre saben de los horrores que ha sufrido el pueblo cubano durante 53 años bajo la dictadura castrista así como la determinación existente de seguir actuando de igual manera para continuar en el poder por tiempo indefinido. No podíamos esperar otro mensaje del Papa que no fuera el del amor y el recordarnos los valores espirituales. Pero, nos preguntamos mientras los opositores pacíficos muchos de ellos católicos siguen recibiendo golpes y cárceles: ¿se debe simplemente denunciar esas acciones y nada más? La dictadura no ha tenido ni tendrá intención alguna de tener un "diálogo paciente y sincero, comprensión recíproca y una leal voluntad de escucha que acepte metas portadoras de nuevas esperanzas".
ResponderEliminarMaría del Carmen Expósito