29 de mayo de 2012

CINE, FESTIVAL DE CANNES




Oti R Merchante  ABC


La 65 edición del Festival de Cine de Cannes ha resultado ser, al final, más bien la 6.5 por esa nota media de la mayoría de las películas presentadas en la competición; aunque había, como siempre en este festival, una película sobresaliente, mayúscula e inolvidable titulada "Amor",   del director austríaco Michael Haneke.   Una Palma de Oro no justa, sino en realidad obligatoria, inapelable, impepinable.


El presidente del jurado, Nanni Moretti, y los demás miembros han tenido la fortuna de encontrarse con una obra así, tan por encima del resto, pero también la lucidez de saber verla y aceptarla como tal, algo que no siempre ocurre ni en este ni en ningún otro festival de cine. Y menos cuando Haneke ya había ganado otra Palma hace tres años con «La cinta blanca».


Toda la grandeza que encierra esta demoledora historia de amor postrero, de entrega, remate y colofón está bien envuelta en la Palma de Oro, sí, aunque con ello haya que dar por supuesto que sus dos protagonistas, Jean Louis Trintignant y Emmanuelle Riva, supremos en el arte de contener y exteriorizar, ceden con gusto esos premios de interpretación que probablemente merecían más que nadie. 

Y por eso, también podría considerarse un gran acierto de este jurado el haber repartido el galardón entre otros actores que hacían igualmente grandes sus películas, como el gran danés Mads Mikkelsen,  que encogía el ánimo con su interpretación de falso acusado de pederastia en «La caza», de Thomas Vinterberg; o las jóvenes actrices rumanas Vosmina Stratan y Cristina Flutur, por sus complejísimos papeles en la también complejísima y contemplativa «Más allá de las colinas», de Cristina Mungiu, quien también consiguió para esta película el premio al mejor guión.

Otros galardonados

El segundo gran galardón de este festival es el Gran Premio del Jurado, que fue a parar a un compatriota de Moretti, Matteo Garrone, y a su película «Reality», que abordaba con mucha gracia naturalista y con cinismo e intensidad dramática la obsesión por los programas al estilo de Gran Hermano de un personaje muy bien construido y aún mejor interpretado por Aniello Arena, alguien que en la realidad está preso y con una condena de por vida.

Ken Loach cautivó a público y jurado con «La parte de los ángeles»

El llamado Premio del Jurado, no confundir con lo que el anterior, que es el Gran Prix (sutilezas francesas), fue para la muy divertida y optimista película de Ken Loach, «La parte de los ángles», que debió de hacer en los miembros del jurado la misma mella que en el público, incapaz de resistirse al encanto y entusiasmo por salir adelante de unos personajes que viven en el puro vinagre, y que son capaces de convertirlo en el mejor whisky de malta.


Visto el Palmarés, muy atinado y un buen reflejo de lo que ha sido el Festival, tal vez haya que echar de menos algún elemento ausente, como Jacques Audiard o Marion Cotillard por «De rouille et d'os», o ya con mucho, mucho valor, a la Nicole Kidman de muñequita rubia en «Paperboy». Tanto "Mud", de Jeff Nichols, como «En la bruma», de Sergei Loznitsa, se quedaron con la miel del éxito en el paladeo durante su proyección. Chapeau, pues, por el jurado, que ha sabido ver el Palmarés y obviar ese cine crustáceo que parecía que sacaba pecho al final, como el de Leos Carax y este último e insufrible Alain Resnais. abc.es

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