Guillermo Espinosa, con camisa blanca y bolso negro |
El decoro de muchos hombres
Por Aleaga Pesant
LA HABANA, Cuba, abril, www.cubanet.org -La frase es de José Martí: «Cuando
hay muchos hombres sin decoro, hay siempre otros que tienen en sí el decoro de
muchos hombres». Me vino a la mente cuando veía una y otra vez,
hasta el cansancio, las imágenes del camillero de la Cruz Roja que agredía con
furia animal a un disidente que era arrestado por la policía de civil, por
gritar “abajo el comunismo”, durante la misa papal en Santiago de Cuba.
Este acto barbárico, registrado en audio y video
por las televisoras extranjeras presentes en la ciudad, le dio la vuelta al
mundo y se recordará con vergüenza por los cubanos. Pero el triste e indignante
espectáculo sirvió también para despejar dudas y marcar la visita del Papa con
la esencia represiva del régimen, que muchos trataban de obviar y encubrir,
como una realidad incómoda, entre cánticos religiosos y llamados al “perdón, el
amor y la reconciliación”.
Sin embargo hay algo en el infame video que la
mayoría de la gente pasó por alto. Se trata del hombre pelado al rape, con
pulóver blanco que se abalanza sobre el camillero agresor que, en medio de la
euforia, ataca nuevamente al valiente indefenso con la misma camilla de madera
y hierro.
El desconocido del pulóver blanco abraza al de la Cruz Roja y lo saca,
y sin detenerse, se enfrenta a un esbirro vestido de civil, con pulóver de
rayas negras y blancas, que no identifica al recién llegado.
Diez días después de los sucesos, cuando pude
finalmente ver el video del incidente, que el mundo vio en tiempo real pero la
dictadura mantiene censurado para los cubanos, me llamó la atención el
enfrentamiento entre los dos hombres.
Supuse que ambos – el del pulóver blanco
y el del de rayas- eran de la policía y que, en medio de la confusión del
momento, se había producido una descoordinación entre los agentes. Pero al
mirar más detenidamente ese momento identifiqué al hombre que sacó del juego al
camillero.
Guillermo Espinosa, un demócrata de amplio
historial, en su natal Santiago, y que estuvo en prisión domiciliaria durante
tres años pos sus actividades pro democráticas, fue el hombre que se lanzó
sobre el de la Cruz Roja. Lo localicé por teléfono, gracias a la cortesía del
Roberto de Jesús Guerra, director de Hablemos
Press, en La Habana, y el abogado Ernesto Vera, en Santiago de Cuba. Estaba
en su casa, a un costado de la carretera vieja del Cobre.
Según narra Guillermo, estaba cerca del lugar y
cuando vio lo que ocurría con Carrión trató de auxiliarlo. Sin pensarlo se
abalanzó sobre el camillero y lo tiró a un lado. Inmediatamente después fue
identificado por la policía política, que lo detuvo durante veinticuatro horas
en la estación de policía conocida como Micro 9, bajo los cargos de “desacato a
la autoridad”.
Durante la conversación comprendí que Guillermo no
sabía hasta ese momento que el incidente se conocía en todo el mundo y él
aparecía agarrando al camillero y enfrentándose al policía vestido con el
pulóver negro de rayas.
-¿Por qué entraste en la bronca y después no
hiciste la denuncia de tu detención?, le pregunté.
-¿Qué denuncia iba a hacer? Defender a ese hombre
de los abusadores era lo que tenía que hacer, y lo hice.
-¿Estabas en combinación con Carrión?
-No, yo no sabía lo que él iba a hacer. Entré a
defenderlo por solidaridad, nagüe.
Al terminar la conversación, llame al Presidente de
la Comisión Cubana de Derechos Humanos y Reconciliación Nacional, Elizardo
Sánchez, y le pregunté si se conocía la participación de Guillermo Espinosa en
incidente y su posterior detención.
La respuesta de Elizardo me confirmó que Guillermo
era uno de esos héroes anónimos, uno de los que llevan en sí el decoro de otros
muchos hombres sin decoro.
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