1 de septiembre de 2011

SALPICÓN

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Salpicón

El salpicón es un plato generalmente hecho de diferentes carnes picadas (tradicionalmente se ha elaborado de vaca: salpicón de vaca)  y aderezado generalmente con pimienta, sal, rociado con una vinagreta de perejil, cebolletas, etc.,  , etc., que se toma frío. Hoy en día es un plato muy propio de toda la costa andaluza, pero sobre todo, en las provincias de Huelva y Cádiz (donde se suele encontrar elaborado con marisco  cocido). En la actualidad es servido como “tapa”  en muchos bares de España, que por defecto suele interpretarse como salpicón de marisco. 

El salpicón de res también es una receta mexicana muy popular puesto que  la carne de res es muy usada en México. A su “salpicón”, los mexicanos  agregan queso, lechuga y tomate y, por supuesto, una buena ración de chile. Es uno de los platos clásicos de México. Agregamos una receta de las muchas variantes que existen: 

1 kilo de falda de res cocida y deshebrada (como hacemos los cubanos para la “ropa vieja”). 
1 lechuga, bien picada   
Jijomates en gajos (una especia especial de tomate muy maduro)
1 cebolla bien picada   
150 gramos de queso añejo en tiritas
Chiles chipotles en adobo
Vinagre, sal y pimiento
Aguacate, bien picado
Cilantro y perejil picado
Aceite de oliva 

En Ecuador el salpicón es una bebida de zumo de frutas granizadas, y en Colombia se llama salpicón de frutas a una macedonia que se mezcla en su propio jugo u otro liquido y se toma como refresco. 

En España existen referencias literarias en autores como Covarrubias, que a finales del siglo XVI define en su diccionario como salpicón a “carne picada y aderezada con sal”.
Cervantes hace aparecer el salpicón en su Don Quijote de la Mancha cuando, al identificar los rasgos de Alonso Quijano, menciona lo que come a diario: 

Una olla de algo más vaca que carnero, salpicón las más noches…  (Don Quijote de la Mancha, Cap. I, Libro I

Otra referencia a este plato se encuentra en la misma obra:  "salpicón de vaca con cebolla", indicando la forma tradicional de servirla.

Francisco de Quevedo acota en una de sus obras: 

“Con mondadientes en ristre
y jurando de «Aquí yace
perdiz», donde el salpicón
tiene por tumba el gaznate,
don Lesmes de Calamorra
(que a las doce, por las calles,
estómago aventurero,
va salpicando de hambres,
con saliva sacamanchas,
y con el color fiambre...”
(Blecua OP, II, p. 272)

También encontramos salpicón en Baltasar de Alcázar:

 “La ensalada y salpicón
Hizo fin; ¿quién viene agora?
La morcilla. ¡Oh, gran señora,
Digna de veneración!”
(Alcazar, Baltasar: Poesías. Lib. Hernando, 1910, p. 82-83)

Algunos estudiosos mencionan que a finales de siglo XVIIIl el plato de salpicón de vaca era muy típico en las clases humildes españolas, ya que el precio de la carne de res era tres veces inferior al de la carne de carnero.   

Tradicionalmente se hacía este plato con tocino de cerdo que se mezclaba con la carne de vaca picada y al que se añadía pimienta, sal, vinagre  y diversas verduras. Todo ello se ponía a cocer lentamente y se servía caliente decorado con unos pedazos de cebolla. 

Salpicón de mariscos

El salpicón de mariscos es una receta típica mediterránea, donde abundan los frutos de la huerta y los frutos del mar, y como en la mayoría de las recetas, existen tantas variantes como personas que las cocinen.

En Andalucía se suele elaborar con langostinos, gambas, o pulpo, acompañados con hortalizas y una vinagreta bien fuerte, y suele ser una de las tapas obligadas (por lo barata, fácil y sabrosa).
 
Ingredientes para 4 comensales.
16 langostinos cocidos,
1 pata (tentáculo) de pulpo cocido,
1 pepino,
1 pimiento verde,
1 tomate,
1 cebolla,
2 aguacates,
2 ramitas de perejil,
vinagre de jerez,
aceite de oliva virgen extra
sal.

Pelamos los langostinos, la cebolla y el pepino, lavamos el tomate, limpiamos el pulpo y lo picamos todo a igual tamaño, excepto los aguacates, que los cortamos por la mitad y los vaciamos con una cucharilla, dejando la piel para presentar el salpicón.

Aliñamos con sal gruesa, movemos, añadimos vinagre, movemos y regamos con aceite. Es importante hacerlo en este orden para que cada condimento haga bien su papel, sin estorbar a los otros.

 Podemos agregar otro ingrediente que nos apetezca, como pimiento rojo o maíz y presentar el salpicón en la piel del aguacate o en una concha de mejillón

CARICATURA

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FRASE DE SABIDURÍA

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  Eduquemos a los niños 
  y no será necesario castigar a los hombres.

    - Pitágoras

31 de agosto de 2011

MARÍA DE NAZARET, POEMA

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María  de Nazaret

Traspasar el umbral de Tirry 81 es asomarse a los azules ojos de Carilda Oliver Labra, matancera por naturaleza, que se convirtió en un símbolo cubano gracias a su poesía joven y erótica. Acercarse a ella es descubrir miles de anécdotas, historias y viejos secretos guardados en su memoria, de los cuales el tiempo es cómplice.

Numerosos poemas, sonetos, décimas conforman la labor poética de la escritora, pero lo que pocos conocen son los dedicados especialmente a la Virgen María. Según confiesa su autora surgieron en el Año Mariano de 1954, con el propósito de «enaltecer a la Virgen, que desde luego no necesitaba de versos para eso, pero me complació lo que pudiéramos decir, imaginariamente, de la vida normal de María como si hubiera sido una mujer de la tierra, ya antes de la Anunciación; tuve a bien escribir e ir relatando la vida de Jesús y ella se presentaba también después de la resurrección».

Desempolvar que una mujer con su trayectoria, casi mitificada por los muchos rumores sobre su personalidad, compuso para la Virgen, puede ser un extraño suceso. Pero desde su primer poemario, “Al sur de mi garganta”,  la referencia a Dios o, simplemente, a lo divino, se manifiesta en su colección por finos destellos que hilvana con la aguja de la poesía….
 
 Tomado de "Arista religiosa de una poetisa encasillada en lo erótico”,  por: Dianelys González Galindo, Iglesia Peregrina, Diócesis de Matanzas, Año XV- No. 103, Págs 26-29.

Décimas que recoge esta Gaceta y las dedica a Martha Pardiño, -que tanto admira a Clarilda-, y al recuerdo de Piti Ortiz, especialmente entusiasmado con los versos de esta poetisa matancera.  

Décimas a la Virgen
 
Clarilda Oliver Labra

AVE, Mujer no tocada,
ángel devuelto a la nube,
primera madre que tuve
en una historia soñada…
Ave, María, buen hada,
humilde como la arcilla;
echadora de semilla
en el pesebre de paja.
Bendito tu vientre: caja
que guardó la Maravilla…

I
Hebrea inocente, clara,
de la estirpe de David;
el cuerpo corno de vid,
como de junio la cara.
El polvo que te tocara
ya no era polvo otra vez.
María: alma de mies;
hija de Joaquín y Ana,
para borrar la Manzana
te hicieron blanca la tez.

II
Catorce años… La espuma
te enamoró de repente.
Eras la sed diferente,
el astro sobre la bruma.
¡Qué un pájaro te resuma
los inefables trajines!
Reina de los querubines,
muchachita sin regaños:
cumplías catorce años
como quien cumple violines.

III
Cuando José te miraba
se abrían todas las flores.
Tú, suceso de temblores,
no sabías qué pasaba.
De los rumores esclava,
pequeña como tu aliento,
ibas de la tarde al viento
preguntando, con cariño,
si le sobraba algún niño
al Señor en su Aposento…

IV
 Y así que te oyó la miel,
un hermano de tus alas
dejó las celestes salas
para que hablaras con él:
y vino al mundo Gabriel
en vuelo de Anunciación,
(Purísima Concepción…,
el Prodigio se le arrima
a quien nunca tuvo encima
mano torpe de varón…!)

V
Y en  soplo divinizado
te fue apuntando en el centro,
y florecida por dentro
fuiste un jardín duplicado.
María, milagro dado,
Carne por Dios escogida,
Sin Pecado Concebida,
Bendita entre las Mujeres,
Madre de todos los Seres,
Raíz de toda la Vida…

VI
¿Por qué no decir lo bella
que estabas en el pesebre?
¿Por qué no cantar tu fiebre,
Embarazada Doncella,
mientras se alzaba la estrella?
¿Por qué no hablar de tus manos:
dos diminutos veranos
en la noche lenta y fría?
¿Por qué no rezar, María,
por tus momentos humanos?

VII
Rezo, por la sonrisa
cayéndose de tu boca
como una plegaria loca
sobre el Hijo, entre la brisa.
Y voy del verso a la misa
para alabar tu mirada
en aquella madrugada:
la mirada que pusiste
-y que acaso fue hasta triste-
sobre la Frente Esperada…

VIII
El cielo dejó su inmenso
Júbilo por tu regazo;
y te salieron al paso:
la mirra, el oro, el incienso.
El establo era El Comienzo…
Después los Tres, fugitivos
entre dátiles y olivos.
Cuando Herodes fue una sombra
volvieron a ver la alfombra
de los céspedes nativos.

IX
El niño verde extraviado,
solo por Jerusalén.
No lo hallaron en Belén,
ni en la ciudad ni en el prado.
Tú, Madre, susto dorado,
buscabas entre pastores.
Arriba extraños fulgores,
abajo: Jesús -más brillo-
con su lenguaje sencillo
asombrando a los doctores.

X
Y así creció noche y día,
y fue la Gracia creciendo.
Un halo de Bien tremendo
desde su frente caía.
Creció en la Sabiduría,
creció en el Amor por todos,
conocía fieles modos
para regar la Ventura:
y amaba la tierra dura
y amaba espigas y lodos.

XI
Y ese pobre y carpintero
y maestro y peregrino,
y que el agua volvió en vino
cuando el milagro primero.
Y anduvo yerba y sendero,
y perdonó a una mujer
que no sabía ser…
(Ay, María de Magdala,
carne que pudo ser ala
y se quedó sin hacer…)

XII
Y todo aquello ocurría
junto a tu voz y tu aroma.
Tú eras casi una paloma
que a su lado sonreía.
Eras su sueño, María,
lo que queda del laurel,
lo parecido a la piel
de sus manos salvadoras:
y se mudaban las horas
y te mirabas en Él…

XIII
Y caminó sobre el mar
como si fuera de seda,
y le escuchaba una rueda
de Apóstoles al hablar;
y no se cansó de amar;
Galilea en frenesí…:
¡Qué temblor pasó por ti!
¡Qué vértigo de furores
aplastó todas tus flores,
Huerto de Getsemaní!

XIV
No pudo la muerte entera
sacar de un golpe el rocío.
Estaba escrito el Vacío
para después que se fuera,
¡Qué pesadumbre agorera,
qué abeja huyendo del bien
cruzó por Jerusalén
cuando una amapola inerte
se puso a llorar la suerte
de no brotarle en la sien!

XV
Corona de espinas: lento
llegar  la sangre a la edad
que tiene la Eternidad.
Clavos de Cristo… ¡Oh, Tormento,
parada para el aliento,
pena para ser gritada!...
¡Qué forma de abandonada,
qué palideces sinceras…
Virgen María… Tú eras
también la crucificada!

XVI
Allí supiste que van
los dolores a la lluvia.
Allí supiste ser rubia.
Allí supiste ser pan.
Él te dio por hijo a Juan
y a la humanidad entera.
Te consoló a su manera.
Perdonó a la muchedumbre…
¡Tenía aquella costumbre
de sembrar por dondequiera!

XVII
Y cuando acabó el Martirio,
y cuando acabó el Calvario,
y fue la Tierra un sudario
y el Sol un solemne cirio.
Cuando el Hijo como un lirio
dobló finamente sus
párpados contra la luz,
toda tú, Virgen María,
con el alma todavía
cargando estabas la Cruz…

XVIII
En su silencioso giro
como tal vez arrancado
de algo dócil y sagrado
iba al aire tu suspiro…
Ay, María, no deliro
por tu misterio de Santa
ni por la luz que te aguanta,
sino por tu llanto suelto;
por ese suspiro vuelto
grave flor en tu garganta.

XIX
¡Qué salga su gris sonoro
sobre los hombros del Mundo!
¡Qué salga su mar profundo,
su larga queja de oro:
y que pese el tesoro
de tus lágrimas guardadas
en piedras desamparadas,
y apagues todos los fuegos
y enciendas todos los ciegos
con tus pupilas mojadas…

XX
Sí, Virgen, sí, Dolorosa,
beso de luz, cristal bueno;
sí, Madre del Nazareno,
razón de la mariposa…
Tu llanto es el agua hermosa
que da música al caer.
Tu llanto es ese quehacer
que tiene abajo la nube,
y no lo vemos y sube
cuando llora una mujer…

XXI
Quedó el Sepulcro vacío.
Era domingo. Su gente
  te buscaba humildemente.
Era domingo. Hubo frío.
Tú eras el único estío
por los pasajes de Sión.
Y fue la Resurrección,
y María Magdalena
para siempre fue tan buena
como es bueno el corazón.

XXII
Le llamaron desde Arriba.
Llenó con sus resplandores
los densos alrededores.
Y Tú en la Tierra cautiva
mientras el Hijo se iba…
Pentecostés: Sol que empieza.
Con sus lenguas de tibieza
entre el ruido y el espanto,
bajó el Espíritu Santo
a tocar cada cabeza…

XXIII
Y un día -¿quién sabe cuándo?-
le seguiste hacia las nubes,
pasaste estrellas, querubes,
y serafines cantando.
Y allí estás reposando
serenísima en Desvelo,
Vaso Puro de Consuelo,
Custodia de la Armonía.
Bendita seas, María:
¡Qué Dios te guarde en el Cielo!


FRASE DE SABIDURÍA

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Sólo es digno de libertad quien sabe conquistarla cada día.
 
 - Johann Wolfgang Goethe (1749-1832) Poeta y dramaturgo alemán.
 

30 de agosto de 2011

LA VACUNA CONTRA LA VIRUELA

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Francisco Xavier Balmis
pionero en la lucha contra la viruela

 

En 1803, a los escasos cincos años de haberse dado a conocer al mundo el descubrimiento de la vacuna contra la viruela por el médico Inglés Edward Jenner, el entonces rey de España Carlos IV ordenó la partida de la Real Expedición Filantrópica de la Vacuna, encabezada por su precursor, el doctor alicantino Francisco Javier Balmis Berenguer, y el cirujano catalán José Salvany Lleopart como subdirector, auxiliados por dos ayudantes médicos, dos practicantes y cuatro enfermeros.

La Expedición, considerada la primera expedición sanitaria internacional en la historia, partió del puerto de La Coruña, el 30 de noviembre de 1803 en la corbeta “María Pita” con 23 niños, de entre 8 y 10 años de edad, de la Casa de Expósitos de La Coruña al cuidado de doña Isabel López Gandalla, su rectora. La vacuna se transmitía entre los menores, brazo a brazo, desde España, vía Tenerife, Islas Canarias, hasta San Juan de Puerto Rico, donde llegaron el 9 de febrero de 1804.
Dr. Francisco X Balmis

La vacuna prendía en los niños de corta edad con más facilidad. Con una lanceta impregnada del fluido, Balmis les realizaba una incisión superficial en el hombro, y unos días después surgían los granos vacuníferos que emanaban el fluido antes de secarse definitivamente.

La expedición recorrió durante dos años Venezuela, Cuba, Yucatán, México y Filipinas, para después arribar a Macao y Cantón antes de regresar a España, teniéndose que enfrentar a los peligros que suponían en aquellos tiempos, los piratas, los naufragios y temporales, y a la oposición de los religiosos a la vacunación.

Un problema añadido lo constituía el hecho de que los niños, una vez vacunados, ya que no podían emplearse de nuevo en la cadena de transmisión. Debido precisamente a ello, la expedición se veía obligada a reclutar nuevos menores de las casas de huérfanos.

Conociendo que la vacuna no había alcanzado China, Balmis solicitó   el permiso para marchar hacia Macao, partiendo de Manila el 3 de septiembre de 1805.  Arribó finalmente tras un accidentado viaje a la colonia portuguesa de Macao y el 5 de octubre de 1805 se adentró en territorio chino vacunando hasta llegar a la provincia de Cantón (Guangzhou). En su camino de regreso a España, convenció a las autoridades británicas de la isla de Santa Helena en 1806 para que tomasen la vacuna.

El propio descubridor de la vacuna de la viruela, Edward Jenner, escribió sobre la expedición: «No puedo imaginar que en los anales de la Historia se proporcione un ejemplo de filantropía más noble y más amplio que éste.»

Reproducido de
http://personajesenigmaticosdelahistoria.blogspot.com


Este acontecimiento histórico es el argumento de la novela “Ángeles Custodios” de Almudena de Arteaga, publicada en marzo de 2010.

A PABLO MILANÉS, DE UNA CUBANA

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A Pablo Milanés – DE UNA CUBANA

Ada Bezos

Oye Pablo, tú que osas entrar tan triunfante
con tus usadas melodías que ya decaen,
con tu porte metamorfoseado en rollos
de tus burguesas vivencias resonantes.
Oye Pablo, tú dices cantarles a los cubanos
y tus viejas trovas son razón para alabarte,
tú que vienes con la astucia de los cuervos
a recoger las presas entre ramales
Oye Pablo, a algún otro hazle tu historia;
que aquí entre los justos, NO GANASTE.
Aquí viniste bajo injuriosos pretextos
de hermandad, que no puedes ni acercarte.
Para eso tendrás que componer nuevas canciones
de maldición al tirano, a sus gendarmes.
Arrepentido de los males que ha engendrado
con tu ayuda y otros tantos, que en raudales
se aprovechan de la miseria que han creado
y el infierno donde lanzan los que valen.
Hazle un tributo a los caídos, en los paredones,
aquellos que se ahogaron en los mares;
haz una reverencia a las Damas de Blanco
y claudica con tus lemas. ¡No te ampares!
Cuba ha sufrido mucho, y nuestro espíritu,
¡no lo vejan trovadores de mezquindades!

Ada Bezos

FRASE DE SABIDURÍA

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Cuando un hombre bueno está herido, todo el que se considere bueno debe sufrir con él.

- Eurípides de Salamina (480-406 aC) uno de los tres grandes poetas trágicos griegos.

29 de agosto de 2011

VIRGEN MAMBISA

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Virgen Mambisa
El Canto a María que Resuena en el Corazón de los Cubanos

 - Por Lourdes Martínez
Especial / La Voz Católica

En días recientes tuve el privilegio de conocer a Orlando Rodríguez, el compositor musical de "Virgen Mambisa" en su parroquia de St. Mary Magdalen, de Sunny Isles, FL.

Orlando Rodríguez
Orlando Rodríguez nació en Colón, Matanzas, el 27 de enero de 1922. Estudió música en la Academia Juana Rosa Ramírez, de su pueblo natal, y en la Academia Juana Rosa Llau, de La Habana. Durante muchos años acompañó al coro de la Parroquia de la Caridad, en fiestas solemnes dirigidas musicalmente por Ada Ravelo. Fue también organista de las parroquias de Nuestra Señora del Pilar y de Cristo Rey, en La Habana, época durante la cual compuso más de 50 canciones, todas dedicadas a Dios y a la Santísima Virgen María.

José Carlos Vasconcelos, que fue organista de la iglesia del Sagrado Corazón de Jesús, en la calle Reina, me comentaba que Orlando Rodríguez y Rogelio Zelada establecieron una especie de dúo autoral muy prolífico, que en los años 70 llenó todo el espacio vacío de nuestra música litúrgica con innumerables composiciones.

En 1980, Orlando salió de Cuba hacia Puerto Rico, donde vivió y trabajó como organista de las parroquias San Juan Evangelista y San Mateo durante 15 años. En 1993, la Conferencia Dominicana de Religiosos (CONDOR) organizó un proyecto titulado “Cantemos Nuestra Fe”, al que compositores latinos enviaron sus canciones; resultó ganadora la de Orlando, titulada "Llegamos a tu mesa".

Rogelio Zelada
En la Misa celebrada en Cuba por Su Santidad Juan Pablo II el 25 de enero, fueron incuidas dos de las canciones de Orlando: “El Sembrador” y “Virgen Mambisa".   Esta última fue compuesta en los años 70. Un día, Orlando le hizo oír la melodía a Rogelio Zelada, y éste, al escucharla, le dijo: “Resérvamela, que la voy a utilizar para la Caridad del Cobre y le voy a poner Virgen Mambisa”. Un día 8 de septiembre, en la parroquia de Cristo Rey, en La Habana, “Virgen mambisa” fue cantada por primera vez.     

La canción fue acogida inmediatamente con tanto entusiasmo, que sus autores se dieron a la tarea de hacer innumerables copias y de repartirlas en las iglesias de la Vicaría Cerro-Vedado y Centro Habana. La canción ha recorrido el mundo, y resuena en el corazón de los cubanos como un himno que nos inspira y nos llena de esperanza.

José Carlos Vasconcelos, quien interpretó las canciones de Orlando durante tantos años en la parroquia del Sagrado Corazón de Jesús, nos dice que Virgen Mambisa resume de forma sencilla, y con una altísima finura estética, nuestra cultura y nuestra piedad religiosa. Es una obra asequible a todos los oídos, y su letra, compuesta por Rogelio Zelada, es muestra de la auténtica expresión religiosa del pueblo cubano.

Entre las composiciones más conocidas de Orlando Rodríguez figuran El Sembrador, Dichosos, Madre de nuestra esperanza, Compañeros del camino, Hoy vino y pan, Misa cubana, Misa de Cristo Rey y Confío en Dios.

Los católicos de mi generación, quienes nacimos y crecimos en la Cuba de hoy, tenemos mucho que agradecerles a Orlando Rodríguez y a tantos otros compositores católicos, que con sus obras fueron capaces de llenar nuestros corazones de amor a Cuba y a nuestros hermanos.


Virgen Mambisa


Madre, que en la tierra cubana
riegas desde lo alto tu amor;
madre del pobre y del que sufre,
madre de alegría y dolor:
todos tus hijos a ti clamamos,
Virgen Mambisa, que seamos hermanos.

Madre, que en tus campos sembraste
flores de paz y comprensión:
dale unidad a tu pueblo,
siembra amorosa la unión.
Todos tus hijos a ti clamamos,
Virgen Mambisa, que seamos hermanos.

Madre, que el sudor de tus hijos
te ofrezca su trabajo creador.
Madre, que el amor a mi tierra
nazca del amor a mi Dios.
Todos tus hijos a ti clamamos,
Virgen Mambisa, que seamos hermanos.


Reproducido de http://baracuteycubano.com
 "Virgen Mambisa" se puede escuchar en este vídeo de Youtube: