28 de agosto de 2011

TÁCTICAS DEL ENEMIGO

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TÁCTICAS DEL ENEMIGO

Por el Rev. Martín  N. Añorga

Hoy día, con mucha más intensidad que en pasadas décadas, estamos bajo el asedio de una ofensiva comunista de propaganda proveniente de Cuba. Este aval propagandístico se basa en un abuso desafiante relacionado con el verdadero sentido de la democracia. No es que me molesta que haya personas que difieran de mis opiniones, pero lo que me indigna y me saca de mis casillas es que me vengan a hablar de “democracia” los que no han sido capaces de combatir a la más infamante tiranía que haya sufrido pueblo alguno del mundo.

Respaldar el concierto de Pablo Milanés en el centro de Miami bajo el pretexto de que “vivimos en una democracia” es un intento vil de contaminar nuestras libertades. Muchos de los que vienen recientemente de Cuba se han convertido en defensores de una democracia que desconocen y que en Cuba ha sido mutilada hasta el extremo de su extinción. Ciertamente hemos tenido la opción de ignorar a un individuo como Milanés y no asistir a su presentación; pero el caso no es tan sencillo. El problema consiste en que abrirle espacio a un espectáculo representativo de una tiranía como la de Castro es una forma de herir, menospreciar y ofender los sentimientos de una creativa comunidad de exiliados que ha sido víctima del opresivo régimen implantado en Cuba desde hace más de medio siglo.

Criticar a un grupo de cubanos en Miami porque protesta en plena vía pública en contra de la penetración comunista que está contaminándonos desde Cuba, utilizándose el “argumento de que en una democracia no deben llevarse a cabo actos de repudio” es una señal de adhesión sumisa a la tiranía que impera en Cuba. En nuestras protestas no aparecen de pronto decenas de individuos vociferantes con el propósito de disolverlas. En la otrora feliz Isla caribeña se acorrala a los que protestan, se golpea a los que exponen sus consignas anticomunistas, se abusa injuriosamente de mujeres decentes, lanzándolas al pavimento y arrastrándolas hacia cárceles rodantes. Comparar este comportamiento canallesco y salvaje con una protesta de exiliados en Miami es la conspiración de lo absurdo.

¿Por qué los que han sufrido el bochorno de una aviesa y nociva tiranía en Cuba llegan a estas tierras libres de Miami a usar el argumento de la democracia para defender los intereses del régimen esclavista de los hermanos Castro?

Democracia es el derecho a protestar, pero no el derecho a destruir, es el privilegio de disentir, pero no una licencia para que abusen los fuertes de los débiles. En el exilio nos valemos de la protesta sin atropellos abusivos y nocivos, asumimos el privilegio de diferir, sin lanzar balas, piedras o chorros de agua. ¡Que vengan los que han soportado golpes y encarcelamientos y los que se valen de la fuerza frente a los que de ella carecen, a enseñarnos lo que es democracia es el colmo de la desfachatez!

Lo lamentable es que haya personas que se dejan impresionar por argumentos preñados de sofismas y se sirvan de la democracia para ajustarse a las consignas de los anti demócratas. Me decía un joven que en Miami él podía ir adonde quisiera sin que nadie tuviera derecho para evitarlo. Mi respuesta es que aquí las autoridades policíacas, incluso, le protegen ese derecho, aunque desde la acerca del frente haya decenas de personas con pancartas y expresiones de protesta; pero que en Cuba cualquier bandolero se convertía en autoridad para desbaratar a golpes y empujones cualquier intento de disidencia pública. Hay una gran diferencia entre respetar a los que protestan dentro de los límites que imponen las leyes y arriesgarse a protestar ante una lluvia de agresiones y provocaciones.

En un programa radial del que participábamos un oyente expresó por teléfono, refiriéndose al cumpleaños del tirano Castro, tema que no era el de nuestro programa por no interesarnos el mismo, que lo que él quería era celebrar sus funerales. Esa llamada produjo en cadena, evidentemente planeada, una serie de llamadas en las que se nos criticaba por permitir que alguien le deseara la muerte a otro ser humano. Dudamos de que Castro, en efecto, sea un ser humano, pero una cosa es “desear” y otra “amenazar”, una cosa es “alegrarse” de la muerte de alguien, y otra muy distinta provocarla. En la Cuba de hoy una llamada telefónica como la que mencionamos iniciaría una investigación que concluiría en el patíbulo.

En estos días el tema de los viajes a Cuba es un asunto recurrente, y de parte de los que salvan su “sustento” agarrados de la falsa tesis de que entre los Estados Unidos y Cuba existe un intercambio cultural, se propaga una polémica altisonante. En ambos casos, se manipula abiertamente el concepto de democracia.

¿Es democracia obligar a un excarcelado a que se vaya a España?

¿Es democracia exigirle a un viajero nacido en Cuba que compre una visa para visitar a su país?

¿Es democracia mandarnos de la Isla a un montón de descamisados que se creen músicos y negarles a la vez acceso a la Isla a músicos exiliados dotados de verdadero talento? No me argumenten que éstos no quieren ir; pero por lo menos debe dárseles la opción de que se nieguen a aceptar una invitación. Martí dijo en cierta ocasión que “el que tiene un derecho no obtiene el de violar el ajeno para mantener el suyo”.

¿Es democracia soportar una dictadura de casi cincuenta y dos años, sin que se le dé al pueblo el derecho a elegir quienes lo gobiernen? A los cubanos de la Isla, y a los de acá que no se han descontaminado de la fiebre “roja”, les recordamos un sólido pensamiento de Abraham Lincoln: “Ningún hombre es lo suficientemente bueno para gobernar a otro sin su consentimiento”.

Lo de los viajes turísticos a la Isla martirizada lo hemos discutido con anterioridad, por lo que es oportuno que dediquemos un comentario a lo del llamado intercambio cultural. Este intercambio en el sur de la Florida es escaso y espaciado, pero del mismo han abusado abiertamente los comunistas para propagar sus ideas en otros sitios y hacer propaganda a favor de un régimen depauperado y manchado de sangre. La cultura es un concepto abierto y extendido. No puede existir verdadera cultura en un ambiente donde se clausuran las ideas, se pervierten los conceptos y se secuestra la verdad. Cuba no tiene nada creativo ni positivo que ofrecer porque la mentira es estéril y repulsiva. No es falta de democracia tratar de impedirles a supuestos “académicos marxistas” que vengan a tierra de libertad a izar la bandera de “la indignidad”.

Debido a la multiplicidad de páginas en el mundo cibernético los cubanos debemos tener especial cuidado con las informaciones que se publican en algunas de las páginas dedicadas a nuestra patria que son construidas por comunistas de la Isla, y que gracias a la democracia gozan de libre circulación entre nosotros. No vamos a mencionarlas por aquello de que el silencio ante el enemigo es una especie de arma defensiva; pero acudimos a un ejemplo: buscábamos datos sobre Estrada Palma, el primer presidente de Cuba libre y la manera impúdica en que se mancha su carácter es denigrante y ofensiva; pero no creemos que se trata de un caso aislado.. Si usted busca informaciones sobre José Martí, desde Cuba vía la pantalla de su computadora, le dirán que él es el ideólogo de la revolución cubana. ¿Es función de la democracia permitir y difundir el engaño y la traición? Mucho más democrático es defender la verdad, aunque para hacerlo haya que amordazar al vocero de la mentira.

No sea usted, digno exiliado cubano, víctima de la maliciosa manipulación que hacen de la democracia los miserables siervos del castrismo. La democracia no justifica el mal, ni el crimen, ni la traición. La verdadera democracia no apaña la mentira ni se deja contaminar con la astucia de los engañadores.

Rev. Martín N. Añorga.
Reproducido del Diario Las Américas, Miami FL

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