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Marlene María Pérez Mateo
Un campesino ya octogenario me comentó una vez, hace de ello ya varios años,
de la existencia de una historia versificada, muy popular según su opinión, en
los años 30 del siglo XX. Me recitó algunas de sus estrofas y rememoró
sintéticamente la historia de la trama.
“Oh maldita sociedad
con tu putrefacto nombre
como maltratas al hombre
que vive en la soledad”
Era uno de los fragmentos versados
que aún recuerdo. Me contó el anciano de su emisión radial y reconocida difusión.
Era una historia de amor y sus protagonistas: Camilo y Estrellita. Ambos
sencillos jóvenes enamorados en la campiña cubana. Ante las oposiciones a su
amor, ella llega a La Habana escapando de su drama sentimental y se emplea como
doméstica en una mansión capitalina. Él, por tristes azares del destino queda
ciego y se reencuentra con su amada, a la cual no reconoce. A ello sigue la
curación de enfermo y la reconciliación de la pareja; y, por parte de sus antiguos
detractores, la aceptación de su amor. En otras palabras: final feliz. El
anciano narrador confiaba poder tener un amplio dominio de su memoria al
recitar una tras otra las estrofas del referido melodrama, sólo le aquejaba no
poder tener mucho tiempo para hacerlo.
No hace ni un mes, un compañero de generación de mi antiguo amigo (tiene
100 años de edad), trajo a mi animada conversación con él, la historia de Camilo
y Estrellita. Esta halagüeña doble coincidencia animó mi empeño de saber un
poco más sobre la savia que nutre a esta generación venerable de abuelos. Nació
así este artículo.
Cipriano Isidrón Torres (Chanito
Isidrón) nació en Calabazar de Sagua en 1903. Desde la temprana edad de 8 años
improvisaba décimas campesinas, es decir, era un repentista nato. Tomó en su
juventud el calificativo de “El elegante poeta de La Villas”. Andaba guitarra
en mano participando de guateques y fiestas, dando lo mejor de su versatilidad
y ganándose el pan de cada día. En 1936, en Radio Santa Clara, -luego llamada
“Cadena Azul”-, se presentó al Concurso “Buscando el Príncipe del Punto
Cubano”. Ganó la competencia y con ello el derecho a difundir por medio de las
ondas radiales su quehacer poético. Así nace la idea de una radionovela en
versos. Increíble pero cierto pensar que un “Culebrón” se pudiera hacer
versificado.
La experiencia cubana de la radio-novela, madre de la hoy telenovela (plato
fuerte de las emisoras televisivas), tuvo su embrión a finales del siglo XIX en
La Habana. Una librería en la ya citada ciudad, con la venia de varias casas
editoriales, dio marcha a una idea que yo llamaría “casi única”. Publicaban y
entregaban a domicilio de manera gratuita el primer capítulo de clásicos de la
literatura nacional y universal. Su objetivo eran las amas de casa de cualquier
clase social. Ello fue un gancho comercial que todavía 200 años después sigue
teniendo efecto. La intriga de: -¿Cómo continuará?, llevaba a la compra de la
obra, es decir, el libro; luego al intercambio entre el medio social donde la
iniciativa de promoción había tenido lugar. Con ello el entusiasmo a adquirir
otros volúmenes del mismo autor o del mismo género. De esta manera se ponía en
marcha un ciclo, y luego otro sucesivamente. Por esa época surge la radio en
Cuba y unas décadas después Félix B. Caignet (dedicaré otra referencia aparte
su obra) retoma la iniciativa y la lleva a su novela “El derecho de nacer” que
rompió toda expectativa de lo bueno y aún sigue rodando por el mundo.
Chanito Isidrón no se quedó atrás en este sentido y escribió bajo el título
”Amores Montaraces” -en 1938- una radionovela
compuesta por 123 décimas, lógicamente 1230 versos. Primera en su tipo.
”Un
campo maravilloso,
lindo
sol que reverbera,
sublime
brisa campera,
cielo
azul y suelo hermoso.
Un valle verde gracioso,
una
montana intrincada,
una límpida cañada
y una espléndida vivienda,
todo
esto es la gran hacienda
de Don
Patricio Moncada.
Es el inicio de la obra donde, en la
finca del tal Moncada, Camilo y Estrellita viven su amor, su agonía y en fin su
vida. El idilio de los jóvenes enamoró a la nación cubana. Luego llegó a
Venezuela y Latinoamérica. A esta creación siguieron Aurora y Magdalena (1939),
Abnegación (1941) y Diario de una Huérfana (1943).
Isidrón murió en 1987. Fue un hombre sencillo de su pueblo. Apegado a sus
raíces de las cuales nutrió su obra y su vida. Con simples términos, Isidrón
transparentó frescura y naturalidad. No
recuerdo referencia alguna a su persona en los medios oficiales. Supe de su
creación en la boca de los guajiros que de él me hablaron, en la gente para las
que trabajó ensalzando mucho de lo bueno y bello que envolvió su mundo.
Marlene María Pérez Mateo
Fecha: Agosto 2011
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COMENTARIOS
Carolina dijo...
Magnífico comentario sobre un improvisador de décimas muy poco
recordado y hasta desconocido por muchos cubanos. “Chanito” no sólo
escribió radionovelas en verso, sino que también improvisó chistosas
décimas, bien picarescas. Entre las muchas de su creación, dispersas en
revistas y relatos anecdóticos, valga ésta de ejemplo. Un humorista
criollo que, además, nos regalaba en verso sus ocurrencias
Vi en La Habana a una criatura
flaquita, que por relleno
se colocaba en el seno
dos chirimoyas maduras.
Luego allá en Monte y Figuras
fuimos a un baile de son
y en el primer apretón
que hube de darle bailando
los dos salimos regando
champola por el salón.
Vi en La Habana a una criatura
flaquita, que por relleno
se colocaba en el seno
dos chirimoyas maduras.
Luego allá en Monte y Figuras
fuimos a un baile de son
y en el primer apretón
que hube de darle bailando
los dos salimos regando
champola por el salón.
Magnífico comentario sobre un improvisador de décimas muy poco recordado y hasta desconocido por muchos cubanos. “Chanito” no sólo escribió radionovelas en verso, sino que también improvisó chistosas décimas, bien picarescas. Entre las muchas de su creación, dispersas en revistas y relatos anecdóticos, valga ésta de ejemplo. Un humorista criollo que, además, nos regalaba en verso sus ocurrencias
ResponderEliminarVi en La Habana a una criatura
flaquita, que por relleno
se colocaba en el seno
dos chirimoyas maduras.
Luego allá en Monte y Figuras
fuimos a un baile de son
y en el primer apretón
que hube de darle bailando
los dos salimos regando
champola por el salón.
Carolina