11 de agosto de 2011

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La Gata sobre el Tejado de Zinc Caliente


 - Marlene María Pérez Mateo

Revisar la cinematografía de Elizabeth Taylor es siempre una grata tarea. La recién fallecida actriz ha dejado un legado fílmico inmejorable, si cabe la palabra. Decantando entre sus obras pudiéramos llegar hasta 1958, en una de sus gratas apariciones en “La gata sobre el tejado de zinc caliente”. A un vistazo a golpe de pájaro nos llevarán estos párrafos.

Tennessee Williams, escritor, dio a la luz dicha obra en 1955 que, como otras de su autoría, el celuloide las hizo suyas. Pienso que es uno de esos casos donde la obra escrita y la fílmica ni se superan, ni compiten, quizás se complementan.

 Durante un conflicto familiar de dos hermanos frente a un padre que, sin saberse mortalmente enfermo celebra su cumpleaños, el mayor de los hijos, su esposa y descendencia personifican la aparente felicidad matizada de un alto grado de adulación e histrionismo y el matrimonio del menor, abigarrado y bajo la falsa sombra del adulterio y la infidelidad, son el epicentro de la trama.

La escena sureña en los Estados Unidos es sumamente cuidada en el estilo de los hablantes, color de las paredes, cuadros, ornamentos y toda clase de detalles.
                     
 Una forma  teatralizada del “Hijo prodigo” es esta presentación que vistió a Elizabeth Taylor y Paul Newman como protagonistas en el torbellino de las relaciones humanas.

Marlene Maria Perez Mateo
Mayo 2011

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