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La Gata sobre el Tejado de Zinc Caliente
- Marlene
María Pérez Mateo
Revisar
la cinematografía de Elizabeth Taylor es siempre una grata tarea. La recién
fallecida actriz ha dejado un legado fílmico inmejorable, si cabe la palabra. Decantando
entre sus obras pudiéramos llegar hasta 1958, en una de sus gratas apariciones
en “La gata sobre el tejado de zinc caliente”. A un vistazo a golpe de pájaro
nos llevarán estos párrafos.
Tennessee
Williams, escritor, dio a la luz dicha obra en 1955 que, como otras de su
autoría, el celuloide las hizo suyas. Pienso que es uno de esos casos donde la
obra escrita y la fílmica ni se superan, ni compiten, quizás se complementan.
Durante un conflicto familiar de dos hermanos
frente a un padre que, sin saberse mortalmente enfermo celebra su cumpleaños, el
mayor de los hijos, su esposa y descendencia personifican la aparente felicidad
matizada de un alto grado de adulación e histrionismo y el matrimonio del menor,
abigarrado y bajo la falsa sombra del adulterio y la infidelidad, son el
epicentro de la trama.
La
escena sureña en los Estados Unidos es sumamente cuidada en el estilo de los
hablantes, color de las paredes, cuadros, ornamentos y toda clase de detalles.
Una forma
teatralizada del “Hijo prodigo” es esta presentación que vistió a
Elizabeth Taylor y Paul Newman como protagonistas en el torbellino de las
relaciones humanas.
Marlene Maria Perez
Mateo
Mayo 2011
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