Es como tener cien suegras o casarse cada día o hacer el baby shower de trillizos, tan de moda ahora que Pe y Bardem lo practican. Es lo que le ocurre al presidente de EE UU, Barak Obama, que recibe cientos de regalos al año de sus colegas extranjeros. Y es que cada vez que algún mandatario visita la Casa Blanca, es de casi obligado cumplimiento llevar un detalle al anfitrión.
El departamento de Estado de EE UU, ha publicado el listado de todos los regalos que recibieron el presidente Obama y su esposa Michelle, además de la secretaria de Estado Hillary Clinton. El documento es largo y junto al que recibe el regalo, está el nombre de quién lo hace y sobre todo, un resumen escueto pero efectivo de las características y el valor económico del presente. En la última columna se menciona si el regalo fue aceptado o no.
Y evidentemente, como pasa con los regalos de los suegros, absolutamente todos son bien recibidos con el argumento de que no hacerlo provocaría cierta vergüenza en las dos partes. Igual que en familia. En otra columna se menciona además el paradero del objeto en cuestión que, como en muchos casos ocurre, se esconde en los más recóndito del armario ropero, que en el caso de Washington es llamado archives foreing, más o menos el archivo del extranjero.
Manía con Churchill
Y así, uno de los primeros regalos que recibió Obama como presidente de EE UU -antes pasaron los dirigentes de México y Japón- fue de la mano de Gordon Brown, el entonces primer ministro británico. Haciendo gala de su carácter, Brown obsequió ese marzo de 2009 a su homólogo con tres libros sobre Churchill, y los tres del mismo autor, Martin Gilbert: Churchill y América, Churchill, una vida, y Biografía de Churchill, además de un boli de lujo con un soporte bonito. El dispendio costó a las arcas del Gobierno de Brown 16.510 dólares.
Un libro también le regaló el presidente español José Luis Rodríguez Zapatero, en octubre titulado Barcelona & Catalonia, además de un billete de 1776 enmarcado impreso en Filadelfia con el título The United Colonies, four dollars; y el texto de la Capitulación de Santa Fe en una caja de terciopelo gris. Todo, 739 dólares.
Menos caro, 500 dólares, fue el regalo del Abdelaziz Buteflika, presidente argelino, que tiró de lo que mejor tienen en su país. Obama se tuvo que contentar con cuatro cajas de dátiles y 12 botellas de vino, que evidentemente no reposan aún en la Casa Blanca. El presidente ruso obsequió a Obama en su primera visita con un soporte para CD de madera, un libro y 15 compact discs, por valor de 415 dólares, mientras que la canciller alemana, Angela Merkel, se decidió por un maletín de cuero Montblanc de 760 dólares en marzo, y un bonito juego de té (415 dólares), en abril.
Cada país tiene sus costumbres y tradiciones, y por lo tanto sus regalos. Así pues, el rey Abdulá de Jordania se presentó en la Casa Blanca con una caja de cristal con seis armas ceremoniales, valoradas en 1.265 dólares, y Shimon Peres (presidente de Israel) dedicó el regalo a la paz: era la figurita de una niña con un grupo de palomas (8.000 dólares).
Mientras su vecino, bastante menos rico y con medio territorio arrasado tuvo que contentarse con una botella de aceite (de las caras: 75 dólares). La reina de Inglaterra, Isabel II, regaló a Obama un retrato de la misma monarca y otro del príncipe Felipe, esposo de Isabel II ( y es sabido que él respondió en otra ocasión con un ipod, quizás más barato que los 775 dólares que se gastó la reina).
¿Y qué podía regalarle A Obama Berlusconi? El primer ministro italiano llegó en junio a Washington con 12 corbatas de seda (costaron la friolera de 1.680 dólares), y en julio una pieza de cristal con la imagen de la bandera americana (6.000 dólares). En su siguiente visita, en septiembre, Berlusconi apostó por un reloj de oro de Francesco Basile valorado en 6.400 dólares).
En el Vaticano, se gastaron 7.905 dólares con un mosaico de la plaza de San Pedro, una moneda de oro con la inscripción Benedict XVI. Pont Max Anno IV, y dos libritos religiosos escritos por el papa Benedicto XVI, además de una cadena de plata.
Jarrones, vajillas, juegos de té....Nuri Al Maliki, primer ministro de Irak, regaló a su aliado y mejor amigo un jarrón de plata con palmeras y esfinges grabadas, además de una camiseta del equipo nacional de fútbol (675 dólares).
Para ella
Más jugosos son los presentes para la primera dama, Michelle Obama, en los que las visitas parece que se la juegan (aunque quedan aparcados en el mismo lugar que el resto). Carla Bruni, primera dama francesa le regaló una bolsa Christian Dior, valorada en 4.500 dólares, mientras que Abdulá bin Abd al Aziz Al Saud, rey de Arábia Saudí, le llevó un set de joyas valorado en 132.000 dólares que incluía un anillo, un bracalete, dos pendientes y un collar de rubíes y diamantes.
La historia
El caso es que en EE UU, por ley, los jefes de Gobierno no pueden aceptar regalos y así se pensó hacer en tiempos remotos, pero como parecía que no aceptarlos era hacerle un feo al invitado, se decidió que el presidente sólo podría quedarse con regalos iguales o inferiores a un valor de 335 dólares o menos y el resto, entregarlo.
Y no es de extrañar, ya que hasta entonces se habían dado casos bastante sorprendentes, como cuando Luis XVI obsequió a Benjamin Franklin con una cajita con cientos de diamantes incrustados en 1785 (el presidente lo aceptó de su su colega francés para no montar un escándalo diplomático), y el mismo año otro presidente Jon Jay (primer presidente del Supremo de EE UU y embajador en Madrid y Londres), aceptó un caballo del rey español Carlos III.
Pilar Maurell , AND
Foto: Reuters
Supongo, que el caballo no puede haber ido a parar al baúl de los recuerdos.
ResponderEliminarAhora me interesa saber que los regalos no pueden ser aceptados por el presidente, pero después que pasa a former- president, ¿ no se los puede llevar en su mochila?, ¿se tienen que quedar?, si es así debían de rifarlos y dedicar lo que se obtenga a una obra filantrópica, del presidente en turno.