El ajo
El Allium sativum, (halum que viene de halare, dar olor), es una hortaliza cuyo bulbo se emplea comúnmente en la cocina mediterránea. Tiene un sabor fuerte especialmente estando crudo.
Es una planta perenne de la familia de la cebolla. Las hojas son planas y delgadas, de hasta 30 cm de longitud. Las raíces alcanzan fácilmente profundidades de 50 cm o más. El bulbo, de piel blanca, forma una cabeza dividida en gajos que comúnmente son llamados dientes. Cada cabeza puede contener de 6 a 12 dientes, cada uno de los cuales se encuentra envuelto en una delgada película de color blanco o rojizo.
Cada uno de los dientes puede dar origen a una nueva planta de ajo, ya que poseen en su base una yema terminal que es capaz de germinar incluso sin necesidad de plantarse previamente. Este brote comienza a aparecer luego de los tres meses de cosechado, dependiendo de la variedad y condiciones de conservación.
Aunque posee un origen incierto, se le considera oriundo de Asia, desde donde se extendió a toda Europa, y desde allí hacia América. por medio de los conquistadores españoles.
Durante los tiempos de la Grecia y Roma antigua, era consumido principalmente por soldados, navegantes y campesinos. Los gladiadores eran muy aficionados a su consumo por las propiedades excitantes de la libido que se le atribuían. En la Edad Media ya se usaba con fines terapéuticos, generalmente para combatir enfermedades bacterianas.
Durante la Primera Guerra Mundial se empleó como antiséptico externo para desinfectar heridas cuando no se disponía de los antisépticos habituales. Actualmente es cultivado y consumido en todo el mundo y también utilizado como componente de muchas recetas farmacéuticas.
En efecto, el ajo está considerado entre los alimentos con más propiedades medicinales. Egipcios, romanos, griegos y vikingos los empleaban para ayudar a liberar las toxinas del organismo. También se lo recetaba a los enfermos mentales o para curar infecciones o en problemas respiratorios. Los romanos lo esparcieron por las tierras conquistadas y los soldados lo comían para que les proporcionara más coraje y vigor en las batallas.
Se considera que el ajo ayuda a prevenir y curar todas las enfermedades de las vías respiratorias. Se utiliza para eliminar parásitos y en estos casos el jugo del ajo es uno de los mejores remedios. Aún en las especies difíciles de expulsar se obtienen resultados sorprendentes. Ayuda a quienes padecen de ácido úrico y actúa como protector en la calcificación de las arterias. Previene la hipertensión y la mala circulación ya que posee una acción hipotensora.
Es además estimulante, diurético y expectorante. Sus enzimas favorecen una buena síntesis de los ácidos grasos ayudando a bajar el colesterol malo o LDL. Tiene un alto contenido de fósforo y de azufre, por eso se destaca como un sedante especial para los nervios.
Aconsejan comerlo crudo ya que cocido pierde más del 90% de su efectividad. Pero hoy día existen otras alternativas que permiten introducir el ajo como medicamento. Y son las llamadas perlas de ajo que concentran lo mejor de este alimento sin que su sabor ni olor nos afecte, manteniendo sus virtudes curativas.
Entre los 10 países con mayor producción de ajo en el mundo, según computo realizado en 2008, China figuraba en primer lugar, EEUU en el quinto y España en el séptimo. El único país hispanoamericano en dicha lista fue Argentina, ocupando el 8º lugar.
Fuentes: wikipedia.org / http://www.solovegetales.com
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