YO CONOZCO A UNA SEÑORA QUE PRESTA NOVELITAS DE CORÍN TELLADO.
** Marlene María Pérez Mateo
** Hace mas o menos un año envié a una muy querida amiga, por medio del correo postal, algunos materiales impresos, múltiples y valiosos, obtenidos por medio del Internet, que saltaron a los portales cibernéticos debido al deceso de la segunda escritora hispanoamericana mas leída en el mundo después de Cervantes: Corín Tellado.
Mi amiga es probablemente una de sus mas fervientes seguidoras (dicho sea de paso el grupo es numeroso y diverso). Sabía yo de su gran afición y no pude menos que compartir con ella desde la distancia: reseñas, antiguas entrevistas, elogios, críticas y tanto como pude encontrar sobre tan conocida novelista. Con regocijo supe que lo recibió.
La noticia de la muerte de María del Socorro Tellado López (Corín Tellado) trajo a mi memoria varios recuerdos no tan lejanos en el tiempo, y trajo también conocimientos y detalles sobre su vida y su obra.
Las memorias venían desde mi infancia. En un antiguo armario de cedro y con cornisa, se guardaban lo que ya para entonces se calificaban como “las revistas viejas”: Selecciones, Ellas, Romance, La familia, Rojo y negro…. Créanme que hasta hoy se conservan. Luego durante mi adolescencia subieron al “cetro de la popularidad informal” las llamadas “novelitas”. Se guardaban en las escuelas internas bajo las colchonetas de las literas, se cubrían y forraban con papeles de colores (el que cayera a mano) para simular su origen, o se refugiaban tras la encuadernación de otro libro con el que nada tenían que ver. Así pasaban de mano a mano en una especie de “complicidad colectiva”. De la cual, para colmo de asombro, profesoras y directivas también participaban.
Hacia la década del 80 apareció por decir así un “update”, “actualización”, en el campo de la prensa de farándula y la novela rosa y sus similares. En ínfima cantidad, llegaron por manos de familiares y amigos que nos visitaban: páginas, recortes y en muy pocas ocasiones una publicación en su totalidad.
Así conoció a Corín Tellado mi generación. Así leímos también los poemas de José Ángel Buesa y Gastón Baquero, en los entrepaños de los pupitres y mesas escolares. Así aprendimos algo de la Geografía de Leví Marrero, los textos de Gayol de Literatura, la matemática de Mario González y de Baldor, el Inglés de Jorrín y muchos otros. Así conocimos al Martí de Mañach, los mundos míticos de Lidia Cabrera o los Paradisos de Lezama.
Al discurrir del tiempo, los intercambios entre lectores de tan informal membresía se organizaron mejor y en algunos casos se incrementaron. Alguien te decía: -«Yo conozco una señora que presta novelas»- o -«Yo sé quién tiene una Hola de España» (4 ó 5 años vieja, pero igualmente válida).
Las necesidades crecieron y para satisfacer las demandas se mecanografiaban o se copiaban a mano las obras (con copias hechas de papel carbón). Se engrapaban o cosían de un lado con carátulas de cartón o cartulina de rechazo, encuadernación artesanal. Se disponía entonces de una “mini biblioteca”. De múltiples maneras los duplicados y triplicados constituían un “banco de datos” del cual se llevaba cuenta y registro en libretas de anotaciones. Con ello surgió o se acrecentó el sistema de renta contabilizado y con crédito, hasta con lista de espera y sistema rotativo.
Me he preguntado varias veces si Buesa, Mañach, González, Baldor, Tellado, por ejemplo, supieron que un informal sistema de difusión había perpetuado su obra de manera insólita, original y creativa. Su hacer había llegado a generaciones a las que de modo oficial se les había negado. El ingenio lograba una eficacia superior a cualquier agencia publicitaria de profesión. En fin, un público les aplaudía en silencio desde el anonimato.
Por medio de una prestigiosa y premiada hoja bitacórica, la Generación Y, una grata y nostálgica noticia disipó mis dudas al menos en relación con una figura antes mencionada. En el 2003 en la Feria del libro de Barcelona, una propietaria de librería se acercó a Corín Tellado, la figura homenajeada y presente en el evento, con la inquietud de complacer a uno de sus clientes habido de sus novelas para hacérselas llegar a su madre en Cuba, quien a su vez las rentaba y ello constituía una vía de desahogo a su economía doméstica.
La descripción de la solicitud hecha, y mas aun la sorpresa de tan inusual proceso de unas personas del otro lado del mundo, conmovió a la escritora. De su pluma vivía o se ayudaba a vivir una familia. De allí nació un obsequio de 50 ejemplares de novelas y una carta personal manuscrita para su inspirada “agente distribuidora”.
Me agradó sumamente la reacción de la artista. Cualquier otra persona obviamente sin inteligencia ni tacto se hubiera indignado u ofendido por una en cierta medida irregularidad. Felicito y elogio el buen tino y sensibilidad de quien no está entre nosotros. Gustosa conocería si los otros miembros de tan singular “Olimpo” también tuvieron noticias de su aun tangible presencia en el acontecer cubano actual. Muy bienvenidas y muy bienhalladas a las “bibliotecas y librerías alternativas”.
Marlene María Pérez Mateo
Diciembre 2010
Mi madre me habló de esta autora. Hace poco conseguí unos cuantos libros de ella y he empezado a leer uno de ellos. Siempre es bueno leer cosas variadas jeje
ResponderEliminarun saludo