Luis Candelas,
el bandido más castizo de la Historia
«El dinero está mal repartido y no es justo que mientras unos arrastran coche, los demás vayan por el lodo. Así pues, los que nivelamos las fortunas, sin matar ni hacer daño, por supuesto... ejercemos una industria que hacen mal en perseguir». Esta era la máxima de Luis Candelas, un bandolero que actuó en las calles de Madrid en el primer tercio del siglo XIX y que fue ejecutado el 6 de noviembre de 1837.
Luis Candelas fue un bandido por iniciativa propia. Nació el 9 de febrero de 1804 en el seno de una familia acomodada en el castizo barrio de Lavapiés. Tenía estudios, sabía leer y escribir y la lectura era una de sus grandes aficiones. Pero su posición privilegiada no le impidió ser bandido urbano.
Entre sus amigos de juventud se encontraban los golfos del barrio, algo que su padre no veía con muy buenos ojos. Sus intentos para lograr que su hijo cambiara de amistades fueron inútiles. Candelas empezó a meterse en líos en plena adolescencia.
Con 15 años fue procesado por robo. Al no probarse finalmente su participación en el delito, Candelas vio en esta ocupación una forma de ganarse la vida. Cuenta la leyenda que en su primera época como delincuente , entre 1823 y 1830, su ocupación consistía en conquistar a las mujeres y vivir a costa de ellas.
Su primera estancia en la cárcel la tuvo cuando aún no tenía la mayoría de edad. Fue detenido por merodear a altas horas de la noche por la plaza de Santa Ana. Al poco tiempo salió en libertad.
Con 19 años perdió a su padre, lo que le hizo replantearse su vida. Por un tiempo trabajó como librero pero pronto volvió a actuar. Con 21 años fue condenado a seis años de cárcel por robar dos caballos y una mula.
En los años posteriores sus entradas y salidas a la cárcel fueron frecuentes. Otra máxima que rigió la vida de este bandolero decía: «Uno tiene sus necesidades, no ha nacido para trabajar en oficios mecánicos, y cuando se ha recibido alguna instrucción y se han leído libros como yo (...)». Esta afirmación hacía suponer que a Candelas le gustaba vivir bien. Aparte de ser un pícaro tenía fama de vago.
En sus tiempos de bandolero siempre huyó de la violencia. Se dice que en los atracos se comportaba correctamente y a veces con extrema delicadeza. Candelas llegó a formar una banda con la que daría grandes golpes.
Se dedicaba a robar, con su máxima de que la fortuna estaba mal repartida, pero nunca llegó a matar a nadie en ninguna de su acciones. Era extremadamente delicado en ellas, no usando la violencia. Siempre vivió bien y nunca gustó de los oficios mecánicos, siendo ésta una de las causas de que se entregara a la delincuencia. Cuando era detenido y apresado, era fácil que se escapara ya que sobornaba a carceleros o, simplemente, lograba fugarse.
En una de sus "visitas" a la cárcel, conoció al político Salustiano de Olózaga, al cual ayudó a escaparse, quedando este último muy agradecido a Luis Candelas. Se dice que luego se reencontraron y Salustiano fue el que inició en la masonería al bandolero, ingresándolo en la "Logia Libertad". A partir de este hecho, muchas noches Luis Candelas lucía una capa negra con símbolos masones.
Hubo tres mujeres que marcaron su vida. Se casó en los carnavales de 1827 en la Parroquia de San Cayetano, con Manuela Sánchez, viuda de 23 años que también había pasado por la cárcel. Ya en la luna de miel, encontrándose en Zamora, vieron que no eran compatibles y Candelas la abandonó en las Navidades de ese mismo año.
Luego tuvo como amante a una chica llamada Lola La Naranjera, la cual tenía amigos importantes que conseguían sacar de la Cárcel de la Villa a Luis tan pronto como entraba por delito de hurto. La Naranjera además era la amante favorita del mismísimo rey Fernando VII.
La última de sus amantes importantes, la de su perdición, fue Clara, muchacha de clase media y familia honesta, con la cual se fue a vivir a Valencia. Aquí siguió robando alguna joya para vivir holgadamente.
En esta época el rey ya había muerto, la Primera Guerra Carlista estaba en auge y los liberales tenían el gobierno. Cometió el error de hacer dos atracos importantes, asaltando a la modista de la Reina en su taller, y al embajador de Francia y su señora en una diligencia. Con lo que volvió a estar perseguido por la justicia, huyendo con Clara hacia Inglaterra, pero cuando llegaron a Gijón, Clara no estuvo dispuesta a partir, con lo que decidieron volver a Madrid, siendo detenido el 18 de julio de 1837 en el puesto de aduanas del puente Mediana situado en el camino real de Valladolid a Toledo.
Lo llevaron a Valdestillas y, luego, a Valladolid. Trasladado a Madrid, acusado por más de 40 robos constatados, fue juzgado el 2 de noviembre, siendo condenado a morir por garrote vil. Pidió clemencia a María Cristina de Borbón, pero le fue denegada. Murió el 6 de noviembre de 1837 con 33 años. Se le ha adjudicado, cuando estaba al pie del garrote, la frase: «¡Patria mía, sé feliz!».
Luis Candelas fue un bandido por iniciativa propia. Nació el 9 de febrero de 1804 en el seno de una familia acomodada en el castizo barrio de Lavapiés. Tenía estudios, sabía leer y escribir y la lectura era una de sus grandes aficiones. Pero su posición privilegiada no le impidió ser bandido urbano.
Entre sus amigos de juventud se encontraban los golfos del barrio, algo que su padre no veía con muy buenos ojos. Sus intentos para lograr que su hijo cambiara de amistades fueron inútiles. Candelas empezó a meterse en líos en plena adolescencia.
Con 15 años fue procesado por robo. Al no probarse finalmente su participación en el delito, Candelas vio en esta ocupación una forma de ganarse la vida. Cuenta la leyenda que en su primera época como delincuente , entre 1823 y 1830, su ocupación consistía en conquistar a las mujeres y vivir a costa de ellas.
Su primera estancia en la cárcel la tuvo cuando aún no tenía la mayoría de edad. Fue detenido por merodear a altas horas de la noche por la plaza de Santa Ana. Al poco tiempo salió en libertad.
Con 19 años perdió a su padre, lo que le hizo replantearse su vida. Por un tiempo trabajó como librero pero pronto volvió a actuar. Con 21 años fue condenado a seis años de cárcel por robar dos caballos y una mula.
En los años posteriores sus entradas y salidas a la cárcel fueron frecuentes. Otra máxima que rigió la vida de este bandolero decía: «Uno tiene sus necesidades, no ha nacido para trabajar en oficios mecánicos, y cuando se ha recibido alguna instrucción y se han leído libros como yo (...)». Esta afirmación hacía suponer que a Candelas le gustaba vivir bien. Aparte de ser un pícaro tenía fama de vago.
En sus tiempos de bandolero siempre huyó de la violencia. Se dice que en los atracos se comportaba correctamente y a veces con extrema delicadeza. Candelas llegó a formar una banda con la que daría grandes golpes.
Se dedicaba a robar, con su máxima de que la fortuna estaba mal repartida, pero nunca llegó a matar a nadie en ninguna de su acciones. Era extremadamente delicado en ellas, no usando la violencia. Siempre vivió bien y nunca gustó de los oficios mecánicos, siendo ésta una de las causas de que se entregara a la delincuencia. Cuando era detenido y apresado, era fácil que se escapara ya que sobornaba a carceleros o, simplemente, lograba fugarse.
En una de sus "visitas" a la cárcel, conoció al político Salustiano de Olózaga, al cual ayudó a escaparse, quedando este último muy agradecido a Luis Candelas. Se dice que luego se reencontraron y Salustiano fue el que inició en la masonería al bandolero, ingresándolo en la "Logia Libertad". A partir de este hecho, muchas noches Luis Candelas lucía una capa negra con símbolos masones.
Hubo tres mujeres que marcaron su vida. Se casó en los carnavales de 1827 en la Parroquia de San Cayetano, con Manuela Sánchez, viuda de 23 años que también había pasado por la cárcel. Ya en la luna de miel, encontrándose en Zamora, vieron que no eran compatibles y Candelas la abandonó en las Navidades de ese mismo año.
Luego tuvo como amante a una chica llamada Lola La Naranjera, la cual tenía amigos importantes que conseguían sacar de la Cárcel de la Villa a Luis tan pronto como entraba por delito de hurto. La Naranjera además era la amante favorita del mismísimo rey Fernando VII.
La última de sus amantes importantes, la de su perdición, fue Clara, muchacha de clase media y familia honesta, con la cual se fue a vivir a Valencia. Aquí siguió robando alguna joya para vivir holgadamente.
En esta época el rey ya había muerto, la Primera Guerra Carlista estaba en auge y los liberales tenían el gobierno. Cometió el error de hacer dos atracos importantes, asaltando a la modista de la Reina en su taller, y al embajador de Francia y su señora en una diligencia. Con lo que volvió a estar perseguido por la justicia, huyendo con Clara hacia Inglaterra, pero cuando llegaron a Gijón, Clara no estuvo dispuesta a partir, con lo que decidieron volver a Madrid, siendo detenido el 18 de julio de 1837 en el puesto de aduanas del puente Mediana situado en el camino real de Valladolid a Toledo.
Lo llevaron a Valdestillas y, luego, a Valladolid. Trasladado a Madrid, acusado por más de 40 robos constatados, fue juzgado el 2 de noviembre, siendo condenado a morir por garrote vil. Pidió clemencia a María Cristina de Borbón, pero le fue denegada. Murió el 6 de noviembre de 1837 con 33 años. Se le ha adjudicado, cuando estaba al pie del garrote, la frase: «¡Patria mía, sé feliz!».
Fuentes:
Amaya García, El Mundo.es
Wikipedia
Ángela Molina canta "Las coplas de Luis Candelas" de León y Quiroga:
http://www.youtube.com/watch?v=XMJAhCaTHt4
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