Operación corbata
Raúl Rivero
LOS VILLANAZOS de la política lo primero que pierden en su vida pública es la inocencia. Y enseguida, la credibilidad. Por eso, nadie entiende que, en el plazo de una semana, los presos políticos cubanos llegados a España en vuelos directos desde sus calabozos se puedan convertir de demócratas reprimidos por la dictadura castrista a una piara de emigrantes inconformes y malagradecidos.
La ubicación en España de esos 11 hombres y sus familias, gente pobre y humilde, debe producirse con transparencia y naturalidad. Ellos están felices por la libertad, por el pan y por el afecto que han recibido de los hombres y mujeres en esta tierra de donde salieron casi todos sus antepasados.
El problema es otro. Se trata de que los recién llegados tienen compromisos que no van a romper con este viaje y trabajan, hora tras hora en el destierro, por salvarse de quienes se consideran sus salvadores.
Allá, en calabozos idénticos a los que ellos abandonaron atropelladamente, permanecen muchos de sus compañeros que no quieren salir de su país. Aquí, acaban de leer que el ministro Miguel Ángel Moratinos ha salido de una pregunta sobre esos prisioneros con este comentario: «Eso ya lo veremos».
Lo grave no es la situación individual de los activistas de derechos humanos, periodistas y bibliotecarios excarcelados. Ellos saben en qué país están. Lo sospechoso es ver que ahora fuentes diplomáticas de ese mismo país generoso y cercano señalan que la muerte de Orlando Zapata Tamayo y la huelga de hambre de Guillermo Fariñas fueron obstáculos para que no se les liberara antes.
Los presos políticos, la oposición pacífica y el exilio cubano consideran que la huelga de hambre de Zapata y la de Fariñas, junto a las jornadas de protestas de las Damas de Blanco, son factores fundamentales que obligaron al régimen a anunciar las excarcelaciones.
Se ven, por encima de la anécdota, la mentira y las manipulaciones, los cantos de victorias sagradas y paganas, la mano de un historiador interesado. Alguien que quiere rescribir y tachar los originales de una historia demasiado reciente.
Con esa gestión chapucera no se puede convocar a un cambio de la Posición Común de la Unión Europea. Se necesitan medidas que anulen las leyes espurias. No basta con deportar prisioneros mediante una operación en la que, en dos horas, se le cambia a un hombre el uniforme de presidiario por una corbata diseñada por un miope.
Los villanazos tienen quien les escriba. Pero no quien les crea.
Raúl Rivero
El Nuevo Herald
La ubicación en España de esos 11 hombres y sus familias, gente pobre y humilde, debe producirse con transparencia y naturalidad. Ellos están felices por la libertad, por el pan y por el afecto que han recibido de los hombres y mujeres en esta tierra de donde salieron casi todos sus antepasados.
El problema es otro. Se trata de que los recién llegados tienen compromisos que no van a romper con este viaje y trabajan, hora tras hora en el destierro, por salvarse de quienes se consideran sus salvadores.
Allá, en calabozos idénticos a los que ellos abandonaron atropelladamente, permanecen muchos de sus compañeros que no quieren salir de su país. Aquí, acaban de leer que el ministro Miguel Ángel Moratinos ha salido de una pregunta sobre esos prisioneros con este comentario: «Eso ya lo veremos».
Lo grave no es la situación individual de los activistas de derechos humanos, periodistas y bibliotecarios excarcelados. Ellos saben en qué país están. Lo sospechoso es ver que ahora fuentes diplomáticas de ese mismo país generoso y cercano señalan que la muerte de Orlando Zapata Tamayo y la huelga de hambre de Guillermo Fariñas fueron obstáculos para que no se les liberara antes.
Los presos políticos, la oposición pacífica y el exilio cubano consideran que la huelga de hambre de Zapata y la de Fariñas, junto a las jornadas de protestas de las Damas de Blanco, son factores fundamentales que obligaron al régimen a anunciar las excarcelaciones.
Se ven, por encima de la anécdota, la mentira y las manipulaciones, los cantos de victorias sagradas y paganas, la mano de un historiador interesado. Alguien que quiere rescribir y tachar los originales de una historia demasiado reciente.
Con esa gestión chapucera no se puede convocar a un cambio de la Posición Común de la Unión Europea. Se necesitan medidas que anulen las leyes espurias. No basta con deportar prisioneros mediante una operación en la que, en dos horas, se le cambia a un hombre el uniforme de presidiario por una corbata diseñada por un miope.
Los villanazos tienen quien les escriba. Pero no quien les crea.
Raúl Rivero
El Nuevo Herald
______________________________
No hay comentarios:
Publicar un comentario