5 de febrero de 2010


Martín Fierro

Ana Dolores García

Martín Fierro, según lo ha señalado el escritor Leopoldo Lugones, es «el libro nacional de los argentinos». Si Miguel de Cervantes, al relatar las andanzas de su ingenioso hidalgo Alonso Quijano, describió pormenorizadamente el modo de vida en la llanura manchega del finales del siglo XV y comienzos del XVI, el autor del Martín Fierro, al referirnos las andaduras de este gaucho en el pago y en la llanura pampera, no logró menos, y no ya en prosa, sino en versos.


José Hernández es el autor de este poema épico popular que cuenta con ediciones en diversos idiomas y hasta en lengua quichua, y que también ha sido llevado al cine en una película de dibujos animados realizada en Argentina en 2007.

José Hernández nació en la provincia de Buenos Aires en 1834 y murió en Belgrano en 1886. Fue un destacado político, periodista y poeta, que descolló precisamente con esta obra, catalogada como clásica de la literatura argentina.

La obra, -y seguimos comparándola con el Quijote- consta también de dos partes: «el gaucho Martín Fierro», que comenzó a publicarse por entregas en el diario «La República» en 1872, y «El Regreso de Martín Fierro», editada 7 años después.

Para más comparaciones, ambos personajes, el Quijote y Martín Fierro, parecen ser imaginarios, porque se ha cuestionado muy seriamente la existencia real del gaucho. Hernández había pasado su niñez y juventud en un pago y tanto el nombre como el apellido Fierro eran muy comunes por aquellos contornos. Es muy probable que el autor haya tomado rasgos de unos y otros y su habilidad de creador los fundiera, moldeaos por el entorno, en el recio carácter de este gaucho rebelde.

Sin embargo, y a diferencia de Cervantes, que se valió de las aventuras de su héroe para describir costumbres y época, Hernández no creó la figura de un caballero andante que se enfrascara en batallas imaginarias contra enemigos inexistentes sino, por el contrario, la de un personaje endurecido por la adversidad que trata de sobrevivir a la realidad que lo circunda y ahoga.

Así se nos dice que es:

«la relación que hace
un gaucho perseguido
que padre y marido ha sido,
empeñoso y diligente,
y sin embargo la gente
lo tiene por un bandido».

Se dice que la obra fue un éxito desde sus comienzos, sobre todo en las zonas rurales, donde los lectores se veían identificados con el protagonista. Al relato de las vicisitudes de Martín Fierro se le ha llegado a dar carácter de epopeya. Una epopeya singular, narrada en primera voz por un hombre de pueblo en su propio dialecto campesino, por lo que también se le conceptúa como epopeya gauchesca.

Sencillez y lo legítimamente autóctono en el hablar y el quehacer es lo que se comienza a apreciar desde los primeros versos de este poema:

Aquí me pongo a cantar
al compás de la vigüela,
que al hombre que lo desvela
una pena estrordinaria,(*)
como el ave solitaria
con el cantar se consuela.

Pido a los Santos del Cielo
que ayuden mi pensamiento;
les pido en este momento
que voy a cantar mi historia
me refresquen la memoria
y aclaren mi entendimiento.


Ana Dolores García
Ilustración: Google

(*) Se ha respetado la ortografía original.

Para la lectura de «Martín Fierro» puede visitarse:
http://turemanso.com.ar/tierra/mf/index.html

Para la Lectura de «La vuelta de Martín Fierro»:
http://www.gutenberg.org/files/15066/15066-8.txt
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