17 de enero de 2010


Gloria eterna
(Una Mariana Grajales del Siglo XXI)

Jorge Olivera Castillo, Sindical Press
LA HABANA, Cuba, enero (www.cubanet.org)

No sé si pudo levantar la mano para decir adiós, en el último minuto de la partida. Alguien vestido de negro y con un capuchón, vino con la orden de darle un paseo por las avenidas de la eternidad.


Se la llevó de un tirón, sin dar explicaciones. Cumplía instrucciones precisas. Gloria Amaya quería quedarse en su sillón de ruedas, organizando la próxima vigilia por la libertad de los presos políticos o impartiendo lecciones sobre la naturaleza del coraje.

El derrame cerebral estaba al acecho. Lentamente ensayaba el ataque, hasta que lo puso en práctica el viernes 8 de enero. Gloria Amaya tenía 81 años por fuera y 18 por dentro en el instante de abordar esa nave que voló a velocidad ultrasónica.

Esa fragilidad exterior era sólo un disfraz que utilizaba para cubrir su manera de enfrentar las adversidades más recias, y su disposición a estar en la vanguardia del movimiento que dentro de Cuba aboga por el respeto a los derechos humanos.

Casi toda su descendencia vio en ella un mapa con una hoja de ruta, sin trazos borrosos. No quería interpretaciones equivocadas. Buscaba que su familia siguiera, por el camino recto, hacia los señoríos de la dignidad, la convicción y la libertad. Y lo logró con creces.

Conocí a Miguel y Guido Sigler Amaya en la prisión de Agüica, dos hijos de Gloria consagrados a la lucha, por vías pacíficas, contra la dictadura.

Guido aún cumple allí los 20 años de prisión que el tribunal le impuso en abril de 2003, por los sucesos conocidos como Causa de los 75. Miguel, tras cumplir 26 meses de cárcel, se encuentra en el exilio.

Mención aparte a Ariel Sigler Amaya, también condenado a 20 años de privación de libertad en la primavera de 2003 y en estos momentos padeciendo un sinnúmero de enfermedades que lo mantienen con un peso muy por debajo de lo normal (alrededor de 100 libras) y postrado.

A pesar del terrible cuadro familiar, Gloria poseía un don natural para resistir el sufrimiento. La determinación y el amor, eran los dos rieles por donde deslizaba tanto las palabras como sus acciones.

Supe que las Damas de Blanco, Laura Pollán, Julia Núñez, Berta Soler y Reina Luisa Tamayo, estuvieron en la humilde casa del municipio Pedro Betancourt, en Matanzas, donde Gloria Amaya dormía profundamente.

Cerca de 50 personas, entre familiares, opositores y ex prisioneros políticos lograron ver a Gloria, imaginarla despierta y repasar su legado lleno de imágenes y actitudes imposibles de olvidar.

Dicen que murió una Dama de Blanco el viernes 8 de enero. No lo voy a creer porque la vi con un cartel exigiendo la inmediata liberación de las personas encarceladas por hacer públicas sus discrepancias con el gobierno

En la fotografía la observo con una sonrisa que no ha acabado de estructurarse y puedo leer en ella un mensaje de aliento. Por eso nunca voy a aceptar el embuste de que Gloria Amaya se fue de Cuba. Ella está cerca, muy cerca.

Es más, cuando se me antoje, voy pedirle que se levante de esa cama limpia y espaciosa que hace mucho tiempo le construí en mi memoria.

Jorge Olivera Castillo
oliverajorge75@yahoo.com
Foto y texto: cubanet.org
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2 comentarios:

  1. En el rostro de Gloria Amaya se refleja todo el dolor, el sufrimiento, las noches en vela y el llanto que ha derramado a solas, desde que el tirano condenó a dos de sus hijos a pasar largos años tras las rejas por el sólo delito de no pesar como el tirano.

    En el rostro de esta madre se ven las huellas de una silenciosa espera que nunca terminó.

    Como mujer y como madre, pienso en Gloria Amaya y el corazón se me arruga en el pecho.

    ¿Cómo enviar a los hijos de esta mujer extraordinaria, un mensaje de condolencia por la muerte de su madre, cuando yo sé que Gloria Amaya sigue al lado de sus hijos y que nunca los abandonará?

    Sólo les puedo mandar un mensaje de esperanza y amor y decirles ¡que las madres como Gloria Amaya, son eternas!

    Martha Pardiño

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  2. Tienes razón, Martha, ese rostro es la imagen viva del sufrimiento. Dos hijos encarcelados y el otro en el destierro. Y sin embargo fue como una maria coraje asturiana, o mucho mejor aún, como nuestra Mariana Grajales. Sus años y su dolor no le impidieron el seguir empinada clamando por libertad, no sólo para sus hijos, sino para todos los que como ellos sufren prisión por oponerse pacíficamente a un gobierno tiránico.

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