Y Pablo Milanés, ¿no irá al concierto…?
Llevamos más de un mes oyendo hablar, mañana, tarde y noche, del cacareado concierto por la paz que este domingo se efectuará en La Habana. Sin embargo -y extrañamente-, no se menciona para nada el nombre de otro de los paniaguados cantautores de la robolución: Pablo Milanés.
¿Habrá algo de desviacionismo ideológico envuelto en todo ello? Se comenta desde hace algún tiempo la ambivalencia de sus declaraciones cuando habla en Cuba o cuando lo hace extramuros. Tal vez por ello los promotores del espectáculo lo hayan excluido de los participantes del mismo o limiten al mínimo la publicidad sobre su actuación. En tal caso, habrá razones para hacer tamaño feo a uno de los fundadores de la «nueva trova».
Llega de Cuba el siguiente comentario que, si no arroja luz sobre el tema, por lo pronto agrega un poco más de intriga y dudas sobre su probable ausencia entre los incondicionales de dentro y fuera.
¡Ay, Pablo! ¿Se habrá convertido para ti ese escenario en el breve espacio en que no estás...?
adg
La gloria por vivir
Odelín Alfonso Torna
LA HABANA, Cuba, septiembre (www.cubanet.org) - A las 10 y 30 de la mañana del 26 de agosto casi tropecé accidentalmente con Pablo Milanés en el sitio menos imaginable: al salir por la puerta giratoria de la Sección de Intereses de los Estados Unidos en La Habana (SINA) que da a la calle Calzada, en el Vedado. En ese instante, por su aspecto sencillo y su lento caminar, creí que se trataba de un simple ciudadano tramitando una visa.
La duda se disipó cuando, en la esquina de L y Calzada, me detuve frente a él y lo observé detenidamente. Era Pablo, aquel joven que debutó hace años en el Cuarteto del Rey y Los Bucaneros, el autor de Yolanda y Para vivir.
Si retrocedemos 12 meses, exactamente el viernes 29 de agosto de 2008, Pablo Milanés, junto a un grupo de artistas, ofreció un concierto a menos de 100 metros de la SINA, en la tribuna antiimperialista. En ese mismo escenario, también conocido como Monte de las banderas, una decena de disidentes, entre ellos la bloguera y filóloga Yoani Sánchez, fueron golpeados por policías vestidos de civil. La movilización civilista sólo pedía libertad para el roquero cubano Gorki Águila, detenido cuatro días antes por sus manifestaciones antigubernamentales.
Un tanto regocijado con las gesticulaciones y el brinca-brinca de los raperos de Los Aldeanos, el señor Pablo Milanés expresó ante las cámaras de la televisión que es “revolucionario y antiimperialista”. Los porrazos a Yoani, su esposo y el resto de los disidentes pasaron inadvertidos.
Está por definir cuándo, cómo y dónde el pionero de la Nueva Trova se identifica con la dictadura. Parece hacerlo en arenas no movedizas o en tribunas abanderadas con “la gloria que se ha vivido”. Milanés ha declarado reiteradamente a los medios de prensa extranjeros su inconformidad con el régimen. Lo hizo en 2003, a raíz de dos acontecimientos, el fusilamiento de tres jóvenes que intentaron secuestrar una embarcación, y durante la ola represiva contra 75 opositores pacíficos y periodistas independientes.
No puedo entender esa mezcla de reverencia e insubordinación esporádica de algunos artistas. Es algo así como guardar la compostura cuando se está anclado y una vez mar afuera, arrojar ciertos lastres y deseos reprimidos. Si estuvo a escasos metros de aquellos porrazos que le propició la policía encubierta a Yoani y compañía, ¿por qué no cerró el concierto de verano con una de sus canciones protestas?
Bastaron 11 meses y 27 días para que Pablo Milanés cruzara el monte de las banderas y entrara en la SINA, “territorio enemigo”, digo, si es que no lo ha hecho antes del pasado miércoles 26 de agosto.
¿Esta vez será otro el concierto, o los conciertos? No estaba solo el cantautor en la SINA, iba acompañado de dos hermosas muchachas, probablemente sus hijas ¿En trámites de visas?
Dígame usted, si ahora que se apuesta por los intercambios culturales entre Cuba-EE.UU., en respuesta al concierto de Juanes en La Habana, Pablo Milanés tenga que hacer las maletas para tocar en Miami.
Traté de decirle algo al trovador cuando coincidimos frente a frente en la esquina de L y Calzada, en el Vedado. Algo inexplicable me detuvo. En ese momento, al chasquido de un dedo, llegó su auto y adiós.
No me perdería ninguno de los conciertos de Pablo Milanés, aunque fuese por la radio o la televisión, es algo que hago desde mi adolescencia. Estoy seguro que Pablo y yo coincidimos en algo más que en un encuentro de ocasión: la gloria de Cuba no es la que se ha vivido, sino la que aún está por vivir.
odelinalfonso@yahoo.com
Recogido de Cuba Net
Ilustración: Google
¿Habrá algo de desviacionismo ideológico envuelto en todo ello? Se comenta desde hace algún tiempo la ambivalencia de sus declaraciones cuando habla en Cuba o cuando lo hace extramuros. Tal vez por ello los promotores del espectáculo lo hayan excluido de los participantes del mismo o limiten al mínimo la publicidad sobre su actuación. En tal caso, habrá razones para hacer tamaño feo a uno de los fundadores de la «nueva trova».
Llega de Cuba el siguiente comentario que, si no arroja luz sobre el tema, por lo pronto agrega un poco más de intriga y dudas sobre su probable ausencia entre los incondicionales de dentro y fuera.
¡Ay, Pablo! ¿Se habrá convertido para ti ese escenario en el breve espacio en que no estás...?
adg
La gloria por vivir
Odelín Alfonso Torna
LA HABANA, Cuba, septiembre (www.cubanet.org) - A las 10 y 30 de la mañana del 26 de agosto casi tropecé accidentalmente con Pablo Milanés en el sitio menos imaginable: al salir por la puerta giratoria de la Sección de Intereses de los Estados Unidos en La Habana (SINA) que da a la calle Calzada, en el Vedado. En ese instante, por su aspecto sencillo y su lento caminar, creí que se trataba de un simple ciudadano tramitando una visa.
La duda se disipó cuando, en la esquina de L y Calzada, me detuve frente a él y lo observé detenidamente. Era Pablo, aquel joven que debutó hace años en el Cuarteto del Rey y Los Bucaneros, el autor de Yolanda y Para vivir.
Si retrocedemos 12 meses, exactamente el viernes 29 de agosto de 2008, Pablo Milanés, junto a un grupo de artistas, ofreció un concierto a menos de 100 metros de la SINA, en la tribuna antiimperialista. En ese mismo escenario, también conocido como Monte de las banderas, una decena de disidentes, entre ellos la bloguera y filóloga Yoani Sánchez, fueron golpeados por policías vestidos de civil. La movilización civilista sólo pedía libertad para el roquero cubano Gorki Águila, detenido cuatro días antes por sus manifestaciones antigubernamentales.
Un tanto regocijado con las gesticulaciones y el brinca-brinca de los raperos de Los Aldeanos, el señor Pablo Milanés expresó ante las cámaras de la televisión que es “revolucionario y antiimperialista”. Los porrazos a Yoani, su esposo y el resto de los disidentes pasaron inadvertidos.
Está por definir cuándo, cómo y dónde el pionero de la Nueva Trova se identifica con la dictadura. Parece hacerlo en arenas no movedizas o en tribunas abanderadas con “la gloria que se ha vivido”. Milanés ha declarado reiteradamente a los medios de prensa extranjeros su inconformidad con el régimen. Lo hizo en 2003, a raíz de dos acontecimientos, el fusilamiento de tres jóvenes que intentaron secuestrar una embarcación, y durante la ola represiva contra 75 opositores pacíficos y periodistas independientes.
No puedo entender esa mezcla de reverencia e insubordinación esporádica de algunos artistas. Es algo así como guardar la compostura cuando se está anclado y una vez mar afuera, arrojar ciertos lastres y deseos reprimidos. Si estuvo a escasos metros de aquellos porrazos que le propició la policía encubierta a Yoani y compañía, ¿por qué no cerró el concierto de verano con una de sus canciones protestas?
Bastaron 11 meses y 27 días para que Pablo Milanés cruzara el monte de las banderas y entrara en la SINA, “territorio enemigo”, digo, si es que no lo ha hecho antes del pasado miércoles 26 de agosto.
¿Esta vez será otro el concierto, o los conciertos? No estaba solo el cantautor en la SINA, iba acompañado de dos hermosas muchachas, probablemente sus hijas ¿En trámites de visas?
Dígame usted, si ahora que se apuesta por los intercambios culturales entre Cuba-EE.UU., en respuesta al concierto de Juanes en La Habana, Pablo Milanés tenga que hacer las maletas para tocar en Miami.
Traté de decirle algo al trovador cuando coincidimos frente a frente en la esquina de L y Calzada, en el Vedado. Algo inexplicable me detuvo. En ese momento, al chasquido de un dedo, llegó su auto y adiós.
No me perdería ninguno de los conciertos de Pablo Milanés, aunque fuese por la radio o la televisión, es algo que hago desde mi adolescencia. Estoy seguro que Pablo y yo coincidimos en algo más que en un encuentro de ocasión: la gloria de Cuba no es la que se ha vivido, sino la que aún está por vivir.
odelinalfonso@yahoo.com
Recogido de Cuba Net
Ilustración: Google
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