11 de febrero de 2015

¿Cómo va el acercamiento de Obama a Cuba?


¿Cómo va el acercamiento
de Obama a Cuba?

Mary Anastasia O’Grady
Wall Street Journal, 9 de febrero de 2015

Para Mary Anastasia O’Grady, Barack Obama podría pasar a la historia como el presidente estadounidense que prolongó la dictadura militar más longeva del hemisferio occidental. 

Menos de dos meses después de su “histórico” acercamiento a La Habana con una promesa de “normalizar relaciones”, Raúl Castro le muestra la espalda al comandante en jefe de Estados Unidos.

El 17 de diciembre, el presidente Barack Obama presentó su plan para reformular la política de medio siglo de EE.UU. hacia Cuba mediante la promesa de compromiso. “Pretendemos crear más oportunidades para los pueblos estadounidense y cubano”, manifestó. El problema es que, como lo han demostrado sus declaraciones en las últimas semanas, Raúl Castro no tiene interés alguno en hacer las cosas de otra forma que como lo ha hecho hasta ahora.

El mensaje de La Habana es que si Obama desea dejar un legado cubano tendrá que ser bajo las condiciones que imponga la isla. Eso significa que quedará para la historia como el presidente estadounidense que prolongó la dictadura militar más longeva del hemisferio occidental.

En los días previos al 21 de enero, la fecha de la llegada a La Habana de la subsecretaria de Estado para asuntos del Hemisferio Occidental de EE.UU., Roberta Jacobson, el diario estatal Granma publicó la lista de “demandas” del gobierno para normalizar las relaciones. Una de ellas era que EE.UU. reconociera los grupos comunitarios dirigidos por el Estado cubano como organizaciones no gubernamentales. No mencionó ninguno por nombre, pero me vienen a la mente los notorios “Comités de Defensa de la Revolución”, que existen para mantener la represión espiando a sus vecinos. En la lista publicada por Granma también aparece la exigencia de que EE.UU. ponga fin a su programa de asilo para los médicos cubanos que escapan cuando trabajan en países del tercer mundo, a los que han sido enviados a trabajar por salarios de esclavo.

Pocos días después, durante la cumbre de líderes latinoamericanos y del Caribe realizada en Belén, Costa Rica, el hermanito de 83 años de Fidel reiteró algunas de sus otras demandas. Dijo que las relaciones no se normalizarán a menos que Washington levante unilateralmente el embargo, devuelva la base de la Bahía de Guantánamo a Cuba, ponga fin a las transmisiones de radio y TV que envía a la isla y pague reparaciones por el embargo de medio siglo.

Obama podría querer devolver Guantánamo, tal como lo aseguran sus detractores. Pero no está claro que pueda hacerlo sin la aprobación del Congreso. No cabe duda de que necesita el visto bueno del Congreso para levantar el embargo, pero es más fácil que nieve en La Habana que el legislativo acepte la existencia de reparaciones por el embargo y, mucho menos, la necesidad de pagarlas. Raúl Castro lo sabe así que, en otras palabras, le está diciendo a Obama que se olvide del asunto.

Obama, sin embargo, quiere ser amigo de la dictadura militar. Para demostrarlo, ha prometido usar su poder ejecutivo para simplificar el proceso de obtención de permisos para los llamados viajes educativos y culturales por parte de estadounidenses a Cuba. Los militares son los dueños de la industria del turismo en la isla y más visitantes estadounidenses significarán más dólares para sus arcas.

En este punto los Castro no presentan reparos. Sin embargo, no espere algún quid pro quo que requiera un ablandamiento de la maquinaria totalitaria. Eso quedó claro en los días posteriores al discurso de Obama.

Obama indicó que Cuba se había comprometido a liberar a 53 prisioneros de conciencia a cambio de tres cubanos que cumplen largas condenas en EE.UU. por espionaje. Esto era supuestamente la prueba de que La Habana se comportaría de manera más razonable si tan sólo Washington mostraba más humildad.

Un nuevo engaño. Los espías fueron liberados, pero La Habana no cumplió con su parte del acuerdo sino hasta que aumentó la presión, semanas después, e incluso entonces no lo hizo de una manera verdadera. Cuando los nombres de los prisioneros finalmente se hicieron públicos, la Comisión Cubana de Derechos Humanos y Reconciliación Nacional, con sede en La Habana, descubrió que cerca de una decena de ellos habían sido liberados antes de que el “canje” fuera anunciado. Algunos habían cumplido o estaban cerca de cumplir sus sentencias y su liberación ya tenía una fecha prevista.

Marcelino Abreu Bonora estaba en la lista. Había sido liberado en octubre, fue vuelto a arrestar el 26 de diciembre y pasó dos semanas en una celda de aislamiento antes de ser liberado de nuevo a mediados de enero. Su crimen fue sostener un letrero que decía “cambio”. Hubo cerca de 200 arrestos políticos en las cuatro semanas posteriores al discurso de Obama.

Cuba nunca ha concedido libertad a los prisioneros de conciencia, como lo demuestra el tratamiento de los 75 disidentes arrestados durante la “Primavera Negra” de 2003. Sesenta y tres de ellos se han exiliado. Los 12 que se negaron a irse han sido detenidos esporádicamente y se les niega el derecho a viajar al exterior.

Obama dice que Cuba puede ayudar a EE.UU. a luchar contra el tráfico de drogas. Cuba claramente conoce el negocio. Actualmente, dirige la inteligencia venezolana y Caracas es el hogar de algunos de los más conocidos capos de la droga. Pero ¿quién puede creer que La Habana vaya a interferir con el flujo de efectivo que el tráfico genera para su aliado revolucionario más cercano?

La principal demanda de Cuba es que sea sacada de la lista estadounidense de estados que patrocinan el terrorismo. En 2013, sin embargo, fue descubierta transportando armas para Corea del Norte. Es un aliado de Irán y la semana pasada el ejército colombiano interceptó 16 lanzacohetes antiaéreos que iban dirigidos a la guerrilla colombiana de las FARC, a la cual apoya Cuba.

Nadie duda que a Obama le cuesta encontrar amigos en estos días, pero cortejar a Cuba lo hace ver desesperado.

Escriba a O’Grady@wsj.com

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