San Lázaro
Se sabe de la Orden de los Hermanos de San Lázaro, unos cruzados fundadores de un leprosorio en Jerusalén hacia el pretérito año de 1091. Notemos que al tomar su nombre enlazan el concepto de “leprosorio” con el de “Santo”, es decir, se dicen “Hermanos de San Lázaro” que se consagran a atender un leprosorio, y que de hecho en ese nombre que adoptan aúnan a los dos personajes bíblicos.
Uno, es el Lázaro hermano de Marta y María, amigo de Jesús, a quien éste resucita y que después marcha con los apóstoles a predicar el cristianismo, que es consagrado obispo y que muere mártir, por lo que el Papa lo consagra santo; y el otro, el mendigo Lázaro, leproso, ficticio personaje de una parábola que Jesús narra a sus apóstoles.
Lo anterior nos induce a dos conclusiones, pues aunque en la Biblia sólo aparezca dos veces el nombre Lázaro, el llevarlo el hermano de Marta y María hace suponer que fuera un nombre corriente en los tiempos de Jesús y sin relación significativa con la lepra. La´zar es la forma abreviada de Ele´azar que significa “Dios ha ayudado”.
En los evangelios aparece el nombre de Lázaro en san Lucas, en la parábola de El rico malo y Lázaro el pobre (Lc 16, 19-31), y en san Juan, en el milagro de La resurrección de Lázaro (Jn 11,1-44). De los dos, curiosamente, el que más interés ha suscitado en el pueblo ha sido el Lázaro imaginario de la parábola, que ya en la Edad Media era venerado como el patrón de los leprosos.
En Cuba, ¿Cuál de esos dos Lázaros es el más venerado? Sin lugar a dudas –y fuera de lo que enseña la Iglesia- es el Lázaro de las muletas, las llagas y los perros. Dos son los factores que lo determinan: primero el de la tradición popular del Lázaro que según la parábola de Jesús pasó a disfrutar del Reino al momento de su muerte y, segundo y tal vez más notorio, un fenómeno distorsionador provocado por la diversidad de culturas. Un caso típico del sincretismo creado en nuestra isla por la confluencia de diferentes culturas y creencias: la que llegó con los esclavos traídos de África, y la de los criollos y españoles que en Cuba vivían.
Así, al igual que en el plano biológico comenzó a surgir un nuevo concepto racial, el del “mestizo”, en lo espiritual también empezó a crearse un factor cambiante y diferente, el del sincretismo religioso, el de las deidades del panteón yoruba que se identificaban con los personajes del santoral cristiano.
Vayamos al África. Allí, según cuenta un relato legendario, “en tiempos remotos una epidemia de lepra se extendió por la tierra de los dahomeyanos. Como éstos tuvieran noticia de un milagroso rey lucumí acudieron a él suplicando ayuda. Tardó en llegar y cuando lo hizo quedaban sólo unos pocos sobrevivientes. Apareció un jinete cabalgando en un corcel blanco. Descendió de la cabalgadura, abrazó a todos los enfermos y se contagió de la enfermedad.
Mas he aquí que con una escoba hecha de ramas de coco y un mazo de hierbas, se frotó todo el cuerpo y quedó curado. Repitió la operación con todos los enfermos y les dijo que él era Babalú-Ayé, señor de la tierra y de las enfermedades, y que el que creyera en él, por su fe, sería curado. Los dahomeyanos se lo agradecieron tanto que optó por quedarse reinando entre ellos, donde fue muy venerado hasta el fin de sus días”.
“En Cuba, Lázaro es un santo creado por la devoción popular. Es el patrón de los pobres y de los enfermos. La Iglesia católica no lo reconoce oficialmente como santo”. “Con todo, debido a la devoción que le profesan, El Rincón es uno de los lugares de mayor peregrinación para muchos cubanos.
“En Cuba, Lázaro es un santo creado por la devoción popular. Es el patrón de los pobres y de los enfermos. La Iglesia católica no lo reconoce oficialmente como santo”. “Con todo, debido a la devoción que le profesan, El Rincón es uno de los lugares de mayor peregrinación para muchos cubanos.
Allí se acercan a rendir tributo a esa deidad de la Regla de Ocha, Babalú-Ayé, identificado con el Lázaro de las muletas que va acompañado de unos perros lamiéndole las llagas, aunque la imagen que allí se encuentra no lo represente en esa forma.
Para los creyentes de la Regla de Ocha, Babalú-Ayé y ese Lázaro son el mismo. Es la deidad que cura las enfermedades de la piel, las enfermedades contagiosas y las epidemias y, el patrón de los leprosos según la tradición religiosa y popular de los creyentes católicos sin mucha formación. Para ellos es también el patrón de los perros, sobre todo de aquellos que no tienen dueño, los callejeros.”
La fiesta tiene lugar el día 17 de diciembre, pero ya dos días antes empiezan a llegar al pueblo de El Rincón gran número de devotos para cumplir sus promesas. Unos llegan de rodillas, arrastrándose sobre el polvo de la calle; otros con pesados ladrillos atados a sus pies y otros con ofrendas que presentan a los pies del santo. En El Rincón, sin embargo, la imagen central del altar mayor es la del San Lázaro obispo. Hay además una imagen en un altar lateral, all que llaman el San Lázaro milagroso y en la que por la foto que se compaña se pueden ver las flores moradas o amarillas que popularmente se le ofrecen. Es la imagen más antigua y venerada del Santuario.
La devoción sincrética fuera de la Iglesia, conlleva además muchos ritos atávicos, costumbres africanas de la religión yoruba. Por eso, el culto rendido al Lázaro de las muletas es muy diferente a la celebración litúrgica de los santos de la Iglesia católica, tales como velar al santo en las casas durante toda la noche anterior al 17 de diciembre con música y bailes, y las ofrendas de frutas, comidas y tabaco.
Algunos cubanos exiliados han traído esta devoción popular a Estados Unidos. Especialmente en Miami, por ser la ciudad que reúne la mayor concentración de población cubana, la devoción al Lázaro de la muletas se encuentra extendida.
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