El Vedado:
de la modernidad a la barbarie
Juan Antonio Madrazo Luna
Martes, Agosto 27, 2013
LA HABANA,
Cuba, agosto,www.cubanet.org – La
identidad de El Vedado peligra desde hace mucho tiempo. Esta barriada de la
antigua Habana Elegante dejó de ser un museo de arquitectura moderna. Por aquí
entró a Cuba la modernidad, la cual fue siempre un acento de su identidad. No
solo fue un barrio fundado por familias patricias, fue también un barrio de
turismo y prosperidad.
Este barrio, que germinó del
bosque, hoy envejece muy mal. Es un trozo de ciudad que ya no está preparada
para asimilar grandes golpes, su paisaje ha sido saqueado, deteriorado y
desdibujado, dejó de ser un sitio ostentoso, y hoy sus fachadas son apenas un
juego de apariencias.
Recuerdo la patria de mi
infancia como un lugar habitable, un asentamiento ecológico en cuya manera de
vivir se respiraba dignidad. Haber nacido en el Sagrado Corazón y ser de El
Vedado impuso una etiqueta de distinción y elegancia, incluso para los más
humildes.
Teresa, una guantanamera que
nació en la Loma del Chivo, se impuso, desde muy joven, no regresar a su pueblo
natal: “Llegué a este barrio en 1962 –testimonia-, y quedé deslumbrada por El
Vedado, uno podía distinguir la personalidad propia que tenía este lugar, tenía
su propio glamour, era un lugar donde se respiraba decencia. En aquel entonces,
el toque de tambor, la brujería y los sacrificios de animales bajo la ceiba era
algo ajeno a este lugar. Hoy esa identidad ha desaparecido y se impuso la
cultura de la chancleta y el barracón”.
Con el nuevo contrato social
impuesto por la inquisición revolucionaria, las costumbres y la cultura de El
Vedado, como estilo de vida propio de las élites habaneras, fue amputada por
decreto y sustituida por la cultura de la barbarie.
El Hotel Trotcha, los edificios
Govea y Alaska, o la casa jardín de los Loynaz, son algunos de los patrimonios
locales perdidos. El edificio Alaska, que pudo ser salvado, fue dinamitado, y
hoy ocupa su lugar el parqueo del Comité Provincial del Partido Comunista. Es
posible que corra la misma suerte el edificio del Retiro Médico, ubicado en N,
entre 23 y 25. Se han perdido salas cinematográficas, como el cine Gris, y
plazas culturales, como la Casa de la Cultura Checa.
Según Hilda, una habanera
nacida en el barrio de Cayo Hueso, hoy muchas mansiones de El Vedado son
ciudadelas: “Recuerdo que aquí no había muchos solares, entre ellos estaba el
solar de los Chala, conocido actualmente como Blúmer Caliente, y el solar de
Guillermina, donde la familia más conflictiva era la de Silvia, conocida como
La Cochina, una blanca de cabellos y ojos oscuros que se fue del país en 1980.
Pero se impusieron otros lugares, como La Mierdita, El Sopeña, el Hormiguero y
el Pentágono. Se acabó la caballerosidad, el buen gusto y una ética de
orgulloso sentimiento por este lugar”.
Lugares vinculados al eco de la
buena cocina, como los restaurantes Varsovia, Sofía y El Jardín, así como
cafeterías, La Cocinita, El Avioncito, La Piragua, La Fuente y Sol Mar, no
existen ya. Otros restaurantes, como Rancho Luna, Los Andes, Vita Nuova,
El Cochinito, Centro Vasco, Casa Potin, Las Bulerías, El Castillo de Jagua, La
Roca, El Mandarín, Siete Mares, donde ya es muy difícil comer mariscos y
pescados, o las pizzerías Cinecittá, Buona Sera y Milán. Todos son
lugares grises, abandonados a su suerte.
Los pocos espacios en divisas
han cancelado oportunidades para la libre diversión de la gente corriente. El
Vedado Tennis, hoy círculo social José Antonio Echevarría, es una jungla en la
cual la población flotante libera sus represiones e impone la guapería. El Club
Sayonara es un triste almacén de viandas administrado por la Dirección
Provincial de Gastronomía del Poder Popular del municipio. También
desaparecieron los clubes El Escondite de Hernando y el Club Olokkú,
transformado en una piloto para el consumo masivo de cervezas. El feeling se
esfumó del Pico Blanco. El hospital infantil Pedro Borrás, y el de maternidad,
Clodomira Acosta, esperan por ser dinamitados desde hace más de 20 años.
Mientras El Vedado continúa
perdiéndose como el barrio Jardín que fue, se imponen nuevos lugares, como
parte de la economía emergente: Dulcilandia, La Farándula y La Moraleja. El
paseo de la Avenida de los Presidentes es el santuario de las tribus urbanas
(emos, rockeros, mikis y repa). La cultura de parques también se
derrumba, el Víctor Hugo (H y 21), o Medina y Menocal son hoy cementerios de
animales, por las permanentes ofrendas a la ceiba de los orichas.
Desde hace mucho tiempo, El
Vedado dejó de ser ese elegante caballero, intelectual, vestido de blanco con
faja azul. De sus tradiciones, que constituían toda una cultura, solo nos queda
el erotismo de La Rampa y el romanticismo del Malecón.
Es un verdadero crimen lo que está pasando con las mansiones del Vedado, el dinero se invierte en gastos y lujos de la nueva clase: la élite comunista.
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Te acabo de inscribir directamente a ambos blogs (no a través del enlace que ofrecen en la columna de la derecha, sino en la página del administrador). Veamos si funciona. No me explico el porqué no recibes las entradas si te has suscrito.
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