Sin ánimo de discutir
Elsa M. Rodríguez
Muchas veces leemos o
escuchamos a alguna gente que compara la situación actual en Venezuela con lo
que lleva sucediendo en Cuba desde 1959.
Encontramos que solamente
existe un común denominador en este asunto, y es la injerencia del gobierno
dictatorial de la isla de Cuba en la forma de gobierno venezolano. Tanto el
fallecido Hugo Chávez Frías como su heredero (no es otra cosa que eso) Nicolás
Maduro, han puesto en práctica en Venezuela los mismos parámetros utilizados en
Cuba para la eliminación de las fuerzas vivas del país, destrucción de la
banca, de la información libre y sin censura o sea acabar con la libertad de
expresión, así como con el hacerse del control de las industrias o riquezas del
país, para de esta forma limitar la libre empresa y controlar los medios de
producción.
Ahora bien, el comienzo de
cada forma de gobierno ha sido completamente distinto. En Cuba se dio un
fenómeno no conocido antes en la historia de ningún país, especialmente
latinoamericano, un grupo pequeño de hombres armados comienzan una guerra de
guerrillas, es decir una guerra no convencional, en la cual no dudan en
utilizar el método del terrorismo, en un país donde un señor se había
proclamado presidente después de haber dado un golpe de estado, se hacen unas
falsas elecciones y el pueblo quiere un cambio, por ello triunfa un señor que
tiene un historial nada promisorio para la nación.
En Venezuela, el poder lo
asumen los llamados “chavistas” gracias a unas elecciones democráticas, en un país
harto de la corrupción de los gobiernos democráticos anteriores. Ahí estriba la
diferencia. En Cuba la dictadura llega después de una revolución armada y en
Venezuela, después de ganar unas elecciones en las urnas.
Una cosa si es cierta, en
ambos países hay hoy día una dictadura.
En Cuba no supimos darnos
cuenta de lo que venía, en Venezuela debían haberlo sabido pero no quisieron
escuchar.
Al final, ambos países van
cada día más derechito a la ruina total. ¿Le importa al resto del mundo? No,
claro que no.
Elsa M. Rodríguez
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