La Imagen de la Natividad
En
el mundo cristiano medieval, el Nacimiento de Cristo es, posiblemente, una de
las imágenes más representadas. Son tantas las veces que hemos visto la imagen
de la Natividad, que no apreciamos las importantes divergencias que existen
entre ellas, debido a las interpretaciones y costumbres de las diferentes culturas,
el lugar y el tiempo.
Sin
embargo, estas diferencias se producen desde una base común que mantiene la
mayoría de las fuentes: el parto se produce durante el viaje que María y José
realizan de Nazaret a Belén, con el fin de cumplir con la orden romana de
empadronamiento. La llegada de la noche y la escasez de medios dan lugar a que
la Virgen tenga que dar a luz prácticamente a la intemperie, en medio del
camino. De esta manera nacerá Jesús, el anunciado Mesías que auguraban los
libros judíos antiguos. Coinciden también los testimonios escritos en que un
ángel anunciará a los pastores la noticia y que esto y una corte angelical serán
los primeros en adorar al Niño recién nacido, hasta la llegada de los magos de
Oriente.
Sólo
en el Evangelio de Lucas (2, 1-7) se narra el nacimiento de Cristo. Los
Evangelios Apócrifos ayudaron a aderezar el episodio con todo tipo de
pormenores y sucesos extraordinarios, ante la devoción popular que pedía más
testimonios del nacimiento del Salvador (Apócrifos de la Natividad: Proto-Evangelio
de Santiago, cap. XVII-XX, del siglo IV; Evangelio del Pseudo Mato, cap
XIII-XIV, del s.VI, y el Liber de
Infantia Salvatoris, del s XI). Entre las fuentes escritas y al margen de
los apócrifos, hay que señalar también las Meditaciones del Pseudo-Buenaventura,
obra del siglo XIII. Igualmente del siglo XVII, la famosa Leyenda Dorada de Jacobo de la Vorágine en su capítulo VI y, por
último, en el siglo XIV las Revelaciones
de Santa Brígida que resultarán trascendentales en las futuras imágenes.
En
primer lugar, hay que señalar dos grandes maneras de realizar la representación
de la Natividad: el bizantino u oriental y el occidental (de fecha posterior),
si bien no se debe obviar la importante influencia de la iconografía bizantina
en la Italia medieval y ésta, a su vez, como ascendiente del arte europeo posterior.
De
una manera simple, la iconografía bizantina muestra la escena de la Natividad
en una gruta o cueva y dentro de un paisaje montañoso. La Virgen suele estar
acostada en un lecho junto al recién nacido, acomodado en una cuna o en un
pesebre, mientras san José ocupa en las imágenes orientales un segundo plano,
adormilado o pensativo, situación que refleja las “dudas” de éste respecto a
María. A la Sagrada Familia le acompañan en las formas bizantinas, como regla
general y con lujo de detalles, una multitud de personajes extraídos de todo
tipo de fuentes: el buey y la mula, la estrella, el anuncio a los pastores, los
magos, la adoración de los ángeles, las parteras-lavanderas, etc.
La
imágenes occidentales del Nacimiento, que son posteriores a las bizantinas, se realizan
en un pobre y ruinoso establo con María, José y el Niño como protagonistas de
la escena, pero sin obviar la existencia de algún que otro personaje como
pastores o ángeles, incluso animales. La Virgen aparece de rodillas adorando al
Niño que se encuentra desnudo sobre un montón de paja o sobre su manto. San José,
en este caso, imita a María o adquiere un papel activo y, a veces, preocupado
por crear un ambiente agradable para madre e hijo: trae paja, enciende el
fuego, prepara un baño para el niño, arregla una cerca, etc.
La
iconografía occidental de la Natividad se generaliza a partir del siglo XV,
motivada, principalmente, por la popularidad que adquieren las Revelaciones de Santa Brígida de Suecia,
obra de finales del XIV. Una de las primeras manifestaciones que sigue las
propuestas de las Revelaciones, es la tabla que se exhibe actualmente en la
Pinacoteca Vaticana, realizada a finales del XIV por el florentino Niccolò de
Tommaso. En ella se muestra a Santa Brígida arrodillada a la derecha del
cuadro; la Virgen en actitud también de adoración se ha despojado del manto,
mientras salen de su boca las palabras que, según la santa, escuchó decir a
María en su visión mística: Bene veneris,
deus meus, dominus mius et fillius meus. Son los primeros pasos de las
representaciones de la Natividad inspirados en la obra de la Santa.
Otra
obra trascendental que sigue el texto de Santa Brígida se encuentra en el Museo
de Hamburgo. Se trata de la tabla del nacimiento de Cristo del artista alemán conocido
como Maestro Francke: Jesús está desnudo e iluminado mientras la Virgen, de
rodillas y con las manos juntas, se ha desposeído del manto para dar a luz. De
su boca surge una cartela que muestra el mismo texto Dominus meus… frase que se recoge
directamente de las Revelaciones.
Estas
dos maneras de plasmar la Natividad vienen en parte motivadas por importantes
preocupaciones teológicas. La versión bizantina refleja la opinión de los que
creían que la Virgen habría parido con dolor como cualquier otra mujer, por lo
que muestra a María recostada, contemplando al Niño y agotada por el esfuerzo.
Las
imágenes occidentales, en cambio, reflejan la creencia de que María había
tenido la prerrogativa de parir sin ningún sufrimiento. Esta última opción es
la que se acabó imponiendo, influida poderosamente por las visiones de Santa Brígida:
la Virgen, que no ha sufrido en el parto,
se haya de rodillas con las manos unidas y adorando al Niño, que se encuentra
desnudo e iluminado.
Tras
la publicación de las Revelaciones de
Santa Brígida, fueron importantes para el desarrollo posterior de las imágenes de
la Nativida, la celebración del Concilio de Trento en 1545 y las teorías y
purgas iconográficas del jesuita flamenco Molanus. La Iglesia procedió a
eliminar algunos elementos que formaban parte de los Apócrifos y aceptó la
propuesta de la narración de Santa Brígida. De esta manera, desaparecen por
ejemplo lss comadronas-lavanderas, aunque la ortodoxa supresión de algunas de
estas figuras no va a ser total. Muchos artistas las recuperarán en sus
composiciones, añadiendo además de la propia imagen de la Natividad, temas
adicionales como la adoración de los pastores, de los ángeles y la presencia de
los magos, como si en el mismo momento del Nacimiento hubiesen estado
presentes.
A
pesar de las dos versiones diferentes, los artistas en ocasiones usurparon
detalles de una y otra para incluirlos en sus obras. De esta manera, la
libertad creadora permitió asociar las dos tradiciones representativas,
llegando el caso en que, en muchas de las imágenes populares del Nacimiento, no
se llega a diferenciar entre el modo y tradición oriental u occidental. En
algunos casos se vuelve a posturas y planteamientos muy antiguos, posiblemente para
mostrar las creencias personales del propio artista.
Reproducido
de
http://www.fonsado.com/2011/12/la-imagen-de-la-natividad.html
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