13 de diciembre de 2012

LA IMAGEN DE LA NATIVIDAD



La Imagen de la Natividad

En el mundo cristiano medieval, el Nacimiento de Cristo es, posiblemente, una de las imágenes más representadas. Son tantas las veces que hemos visto la imagen de la Natividad, que no apreciamos las importantes divergencias que existen entre ellas, debido a las interpretaciones y costumbres de las diferentes culturas, el lugar y el tiempo.

Sin embargo, estas diferencias se producen desde una base común que mantiene la mayoría de las fuentes: el parto se produce durante el viaje que María y José realizan de Nazaret a Belén, con el fin de cumplir con la orden romana de empadronamiento. La llegada de la noche y la escasez de medios dan lugar a que la Virgen tenga que dar a luz prácticamente a la intemperie, en medio del camino. De esta manera nacerá Jesús, el anunciado Mesías que auguraban los libros judíos antiguos. Coinciden también los testimonios escritos en que un ángel anunciará a los pastores la noticia y que esto y una corte angelical serán los primeros en adorar al Niño recién nacido, hasta la llegada de los magos de Oriente.

Sólo en el Evangelio de Lucas (2, 1-7) se narra el nacimiento de Cristo. Los Evangelios Apócrifos ayudaron a aderezar el episodio con todo tipo de pormenores y sucesos extraordinarios, ante la devoción popular que pedía más testimonios del nacimiento del Salvador (Apócrifos de la Natividad: Proto-Evangelio de Santiago, cap. XVII-XX, del siglo IV; Evangelio del Pseudo Mato, cap XIII-XIV, del s.VI, y el Liber de Infantia Salvatoris, del s XI). Entre las fuentes escritas y al margen de los apócrifos, hay que señalar también las Meditaciones del Pseudo-Buenaventura, obra del siglo XIII. Igualmente del siglo XVII, la famosa Leyenda Dorada de Jacobo de la Vorágine en su capítulo VI y, por último, en el siglo XIV las Revelaciones de Santa Brígida que resultarán trascendentales en las futuras imágenes.

En primer lugar, hay que señalar dos grandes maneras de realizar la representación de la Natividad: el bizantino u oriental y el occidental (de fecha posterior), si bien no se debe obviar la importante influencia de la iconografía bizantina en la Italia medieval y ésta, a su vez, como ascendiente del arte europeo posterior.

De una manera simple, la iconografía bizantina muestra la escena de la Natividad en una gruta o cueva y dentro de un paisaje montañoso. La Virgen suele estar acostada en un lecho junto al recién nacido, acomodado en una cuna o en un pesebre, mientras san José ocupa en las imágenes orientales un segundo plano, adormilado o pensativo, situación que refleja las “dudas” de éste respecto a María. A la Sagrada Familia le acompañan en las formas bizantinas, como regla general y con lujo de detalles, una multitud de personajes extraídos de todo tipo de fuentes: el buey y la mula, la estrella, el anuncio a los pastores, los magos, la adoración de los ángeles, las parteras-lavanderas, etc.

La imágenes occidentales del Nacimiento, que son posteriores a las bizantinas, se realizan en un pobre y ruinoso establo con María, José y el Niño como protagonistas de la escena, pero sin obviar la existencia de algún que otro personaje como pastores o ángeles, incluso animales. La Virgen aparece de rodillas adorando al Niño que se encuentra desnudo sobre un montón de paja o sobre su manto. San José, en este caso, imita a María o adquiere un papel activo y, a veces, preocupado por crear un ambiente agradable para madre e hijo: trae paja, enciende el fuego, prepara un baño para el niño, arregla una cerca, etc.

La iconografía occidental de la Natividad se generaliza a partir del siglo XV, motivada, principalmente, por la popularidad que adquieren las Revelaciones de Santa Brígida de Suecia, obra de finales del XIV. Una de las primeras manifestaciones que sigue las propuestas de las Revelaciones, es la tabla que se exhibe actualmente en la Pinacoteca Vaticana, realizada a finales del XIV por el florentino Niccolò de Tommaso. En ella se muestra a Santa Brígida arrodillada a la derecha del cuadro; la Virgen en actitud también de adoración se ha despojado del manto, mientras salen de su boca las palabras que, según la santa, escuchó decir a María en su visión mística: Bene veneris, deus meus, dominus mius et fillius meus. Son los primeros pasos de las representaciones de la Natividad inspirados en la obra de la Santa.

Otra obra trascendental que sigue el texto de Santa Brígida se encuentra en el Museo de Hamburgo. Se trata de la tabla del nacimiento de Cristo del artista alemán conocido como Maestro Francke: Jesús está desnudo e iluminado mientras la Virgen, de rodillas y con las manos juntas, se ha desposeído del manto para dar a luz. De su boca surge una cartela que muestra el mismo texto Dominus meus…  frase que se recoge directamente de las Revelaciones.

Estas dos maneras de plasmar la Natividad vienen en parte motivadas por importantes preocupaciones teológicas. La versión bizantina refleja la opinión de los que creían que la Virgen habría parido con dolor como cualquier otra mujer, por lo que muestra a María recostada, contemplando al Niño y agotada por el esfuerzo.

Las imágenes occidentales, en cambio, reflejan la creencia de que María había tenido la prerrogativa de parir sin ningún sufrimiento. Esta última opción es la que se acabó imponiendo, influida poderosamente por las visiones de Santa Brígida: la Virgen, que no ha sufrido  en el parto, se haya de rodillas con las manos unidas y adorando al Niño, que se encuentra desnudo e iluminado.

Tras la publicación de las Revelaciones de Santa Brígida, fueron importantes para el desarrollo posterior de las imágenes de la Nativida, la celebración del Concilio de Trento en 1545 y las teorías y purgas iconográficas del jesuita flamenco Molanus. La Iglesia procedió a eliminar algunos elementos que formaban parte de los Apócrifos y aceptó la propuesta de la narración de Santa Brígida. De esta manera, desaparecen por ejemplo lss comadronas-lavanderas, aunque la ortodoxa supresión de algunas de estas figuras no va a ser total. Muchos artistas las recuperarán en sus composiciones, añadiendo además de la propia imagen de la Natividad, temas adicionales como la adoración de los pastores, de los ángeles y la presencia de los magos, como si en el mismo momento del Nacimiento hubiesen estado presentes.

A pesar de las dos versiones diferentes, los artistas en ocasiones usurparon detalles de una y otra para incluirlos en sus obras. De esta manera, la libertad creadora permitió asociar las dos tradiciones representativas, llegando el caso en que, en muchas de las imágenes populares del Nacimiento, no se llega a diferenciar entre el modo y tradición oriental u occidental. En algunos casos se vuelve a posturas y planteamientos muy antiguos, posiblemente para mostrar las creencias personales del propio artista.

Reproducido de
http://www.fonsado.com/2011/12/la-imagen-de-la-natividad.html

No hay comentarios:

Publicar un comentario