-- Una voz grita en el desierto:
preparad el camino del Señor, allanad sus senderos;
elévense los valles, desciendan los montes y colinas;
que lo torcido se enderece, lo escabroso se iguale.
Y todos verán la salvación de Dios.
preparad el camino del Señor, allanad sus senderos;
elévense los valles, desciendan los montes y colinas;
que lo torcido se enderece, lo escabroso se iguale.
Y todos verán la salvación de Dios.
Lucas 3, 1-6
¡QUIERO SER COMO JUAN, SEÑOR!
Y que te sirvas de mí para anunciar tu llegada
Y que me concedas la humildad
para saber que no soy sino tu siervo
Y que me hagas ver los signos de tu llegada
Y que viva mi vida como una llamada
a darme por los demás
Y que viva mi existencia
como un pregón de esperanza
Y que viva mis días
sabiendo que Tú –tarde o temprano- llegarás
Y ser un heraldo aunque sea insignificante,
de tu llegada
Y ser un heraldo aunque me asalten las dudas,
de tu grandeza
Y ser un heraldo aunque me cueste el desierto,
de tu nacimiento
Levantando de los caminos torcidos
a los que cayeron abatidos
Alegrando de los caminos melancólicos
a los que dejaron de sonreír
Recuperando de los caminos confundidos
a los que creyeron tenerlo
todo
Un constructor de sendas para los que te busquen
Y un elevador de puentes
para los que te quieran encontrar
Javier Leoz, betania.es
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