Madeleine Albright,
Vaclav Havel
y la libertad
Por Frank
Calzón
Madeleine Albright, la ex secretaria de estado de
Estados Unidos, estuvo en la Universidad Internacional de la Florida hace unos
días donde dictó una conferencia extraordinaria en honor de Vaclav Havel, el
intelectual y ex presidente de la República Checa. Havel, admirado por los que
luchan por la libertad alrededor del mundo, fue preso político bajo el
comunismo antes de dirigir la Primavera de Praga que llevó la libertad a su
país. Albright, que también nació en Praga, tuvo que exilarse con su familia
dos veces. La primera huyendo de los nazis, la segunda de los comunistas.
Las vidas de estas dos figuras extraordinarias
adquieren una resonancia especial en Miami, donde los crímenes aborrecibles de
dictadores, las infamias de las tiranías y la desesperanza del exilio son más
que un titular de un periódico o un reportaje en un noticiero televisivo.
En su comparecencia, titulada “El legado de
Vaclav Havel y la libertad”, Albright rindió homenaje a Havel, y recordó las
declaraciones del presidente checo en su última visita a Estados Unidos, cuando
denunció la tiranía castrista y pidió solidaridad para los cubanos que ansían
la democracia en la isla.
Albright y Havel nacieron en el país que Neville
Chamberlain, el primer ministro británico apaciguador de los nazis, identificó
como “un país lejano del que no sabemos nada”. La doctora Albright es una
distinguida catedrática universitaria, ex embajadora de Estados Unidos en
Naciones Unidas, y después como secretaria de Estado fue miembro del consejo de
ministros del presidente Bill Clinton.
Albright tenía dos años cuando su familia se
exilió en Londres, escapando de los nazis. En sus fascinantes memorias El
invierno de Praga, esa mujer excepcional relata cuando los nazis, derrotados,
regresaron a Praga. Pero “Checoslovaquia se convirtió de nuevo en un campo de
batalla entre la democracia y el totalitarismo y poco después [su] familia se
vio obligada a exilarse por segunda vez”. Tenía once años cuando llegó a
Estados Unidos.
Havel murió el invierno pasado y se le recuerda
no solo como un político e intelectual europeo sino como una figura universal:
“la conciencia de nuestro tiempo”.
Su valentía y sus escritos, especialmente su
ensayo El poder de los sin poder, sirven de aliento y esperanza para los
hombres y mujeres que luchan contra el despotismo alrededor del mundo.
Después de ser electo presidente, Havel insistió
que de la misma manera que las democracias habían ayudado a los checos durante
los años terribles detrás de la Cortina de Hierro, los checos deberían prestar
sus voces a los pedidos de ayuda de birmaneses, tibetanos, coreanos del norte,
chinos y cubanos. Así fue como le dio la bienvenida a Praga a Oswaldo Payá,
Raúl Rivero, Carlos Franqui, las Damas de Blanco y otros cubanos. Fundó el
Comité Internacional para Promover la Democracia en Cuba, que agrupó a muchos
líderes demócratas, incluyendo al ex presidente chileno Patricio Aylwin, quien
tras unas elecciones libres asumió la presidencia después de Pinochet.
En una pequeña cena privada en Washington, Havel
me dijo que apoyaría la lucha por la libertad de Cuba, “no importa cuantos años
sean necesarios para alcanzarla”. Aquel hombre conocía la importancia de los
símbolos y el poder de la palabra y de la verdad: en un video producido para
distribuir en todo el mundo, Havel pidió a los turistas que disfrutan las
playas cubanas que recordasen a los presos políticos en la isla.
En el momento en que Albright hablaba en Miami,
activistas de derechos humanos en la isla mantenían una huelga de hambre en
Cuba exigiendo que el régimen excarcelase a un preso político que mantenía en
prisión aunque ya había cumplido su condena. Albright, al dirigirse a cientos
de personas ese día, estaba conciente de que los encarcelamientos y golpizas de
presos políticos continuaban. Y de que la muerte de Oswaldo Payá, líder del
Movimiento Cristiano Liberación, a quien mencionó varias veces, no ha sido
esclarecida.
Havel se destacó por su valentía. Hace unos años
tuve la oportunidad de visitar el Ministerio de Relaciones Exteriores en Praga
y me enteré de que los chinos amenazaban con cancelar un arreglo comercial de
millones de dólares debido a las declaraciones de Havel sobre China y Tíbet.
Havel no dejó que lo intimidaran.
Sus amigos y colegas han seguido su ejemplo.
Cuando parecía que una resolución sobre la represión en Cuba no iba poder ser
presentada ante la Comisión de Derechos Humanos de Naciones Unidas en Ginebra,
el embajador checo Martin Palous, al frente de la delegación de su país, logró
su aprobación, a pesar de la fuerte oposición, los improperios y las amenazas
de China, Libia, Venezuela, Rusia y Cuba, y sus amigos.
Havel se preocupaba por el apaciguamiento que las
democracias le han dado al castrismo. En un artículo publicado en el Miami
Herald en el 2005 denunció que “la Unión Europea baila según la música que le
toca Fidel Castro”. Criticó la “la miopía” del gobierno socialista español que
“había aceptado los deseos del gobierno cubano de que no invitasen a las
funciones de la embajada española en La Habana a los disidentes cubanos”. A
Havel le preocupaba que la Unión Europea hiciera lo mismo “para proteger las
ganancias de las corporaciones europeas con hoteles en La Habana”.
“Sería difícil imaginar un negocio más
vergonzoso,” sentenció.
Madeleine Albright también sabe identificar la
cobardía, como cuando aviones de
guerra castristas asesinaron a cuatro activistas por los derechos humanos al
derribar dos pequeñas avionetas desarmadas, que buscaban refugiados en el medio
de la tarde en el Estrecho de la Florida…
Teniendo en cuenta su valentía, la historia de su
vida, y su liderazgo al frente de la diplomacia norteamericana, no hubiera sido
posible escoger a nadie mejor que Madeleine Albright para rendirle homenaje a
Vaclav Havel en Miami, donde los cubanos libres y muchos otros le están
eternamente agradecidos.
Frank Calzón es Director ejecutivo del Centro
para Cuba Libre.
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