23 de septiembre de 2012

REFLEXIÓN



… el Hijo del Hombre va a ser entregado en manos de los hombres,
y lo matarán; y después de muerto, a los tres días resucitará.

Pero no entendían aquello, y les daba miedo preguntarle.
Llegaron a Cafarnaún, y una vez en casa, les preguntó:

-- ¿De que discutíais por el camino?
Ellos no contestaron,
pues por el camino habían discutido
quien era el más importante.

Jesús se sentó, llamó a los doce y les dijo:
-- Quien quiera ser el primero,
que sea el último de todos y el servidor de todos.

Y acercando a un niño,
lo puso en medio de ellos, lo abrazó y les dijo:
-- El que acoge a un niño como éste en mi nombre,
 me acoge a mí; y el que me acoge a mí,
 no me acoge a mí, sino al que me ha enviado.
Marcos, cap 9


  
Quiero ser importante, Señor,
pero como Tú lo fuiste:
amando sin desmayo, sin tregua ni límite
aportando a este mundo un poco de fe y de esperanza
sabiendo que tu presencia
es garantía de que lo pequeño
es esencial para entrar por las puertas del cielo.

Quiero ser importante, Señor,
pero no con la medida del mundo.
Que aprenda, oh Jesús,
a invertir tiempo, sudor y esfuerzo
en lo que aparentemente no produce fruto.
En el campo que, por ser duro y árido,
nadie quiere ofrecer sus pies ni sus manos.
En los rostros que, porque reclaman justicia,
son desterrados y dejados de lado.

Quiero ser importante, Señor,
a tu estilo y con tu mano.
Poniendo valor donde abunde la debilidad,
colocando tu Palabra donde reine la confusión,
llevando tu persona donde nos sometan otros dioses,
anunciando tu venida
donde otros proclamen el vacío o el absurdo.
Al contrario de lo que el mundo pretende,
como un niño en tus manos,
como el evangelio,
que de día y de noche me recuerda y me dice.

Javier Leoz, betania.es

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