9 de marzo de 2012

LA ANSIADA MUERTE QUE NO LLEGA


La ansiada muerte que no llega

José Antonio Fornaris

La Habana, Cuba, marzo, www.cubanet.org - Este martes a las seis de la mañana sonó el teléfono móvil. Era una colega española para decir que Fidel Castro había muerto a las dos de la madrugada. Lo había expresado, presuntamente, un ministro de su país que, a la vez, había recibido la información de autoridades cubanas. Aproximadamente media hora después, pasó un mensaje de texto, afirmando que lamentablemente la noticia no era cierta. 

 Durante los minutos que transcurrieron entre una y otra información, encendí el televisor, escuché las emisoras nacionales de radio encargadas de asuntos noticiosos y a Radio Martí, emisora radicada en Miami que trasmite hacia la isla, y entreabrí un ventana de mi casa para mirar hacia la calle. Pero ni se veía, ni se oía, nada relacionado con el acontecimiento. Aunque es fácil suponer que el régimen tendría que que digerir primero esa situación antes de hacerla pública.

Recordé que Stalin murió un 5 de marzo y que habían acabado de cumplirse 59 años de su fallecimiento. Pensé que habría en la coincidencia alguna cuestión de cábala o numerología.

Cuando Castro arribó al poder tenía una aceptación extraordinaria entre el pueblo. En la actualidad lo que siente el pueblo es que su muerte ya ha demorado demasiado. Eso no es nada extraño, creo que ese sentimiento lo despertaría cualquiera que gobierne a la fuerza durante tantos años.

En la época en que Carlos Lage era el súper ministro y, a todas luces, el principal heredero político de Castro, había un cuento de Pepito (el niño terrible protagonista de los chistes cubanos):

Lage llamaba a Pepito por teléfono:
- ¿Es Pepito?
- Oye, es Lage. Te llamo para decirte que el comandante murió hace unos 30 minutos. Tú eres uno de los primeros en enterarte.

Pero Pepito no hizo el más mínimo comentario, por lo que Lage insistía:
- ¿Me escuchaste? Fidel murió hace un rato.

Como Pepito seguía sin reaccionar, Lage se impacientó.
- Pepito, ¿Qué pasa? ¿Me oíste o no me oíste?
- Si, te escuché, claro que te escuché.
-Y entonces, ¿Por qué te quedaste en silencio?
- Es que me gusta tanto escucharlo, que espero que lo repitas.  

Por esa misma temporada imaginé varios titulares de prensa: "El tirano ha muerto. ¡Viva la democracia!" Ya nada de eso tiene vigencia y casi da igual que muera o no, porque aquel Castro ha devenido en un patético anciano, anacrónico y demencial, que escribe sandeces y sueña con que le den el premio Nobel de la Paz.

Quizá, él y sus acólitos piensen que con el tan ansiado Nobel logre que "la Historia lo absuelva", como anunció hace tantos años.
fornarisjo@yahoo.com

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