México se reconcilia
con la leyenda negra sobre Hernán Cortés
E. Villar,
La Razón, Madrid
Una serie de
televisión, avalada por diversos historiadores, desmonta la imagen del
conquistador como un brutal invasor. Ni el Imperio Azteca era una
balsa de aceite ni Hernán Cortés un pirómano. Como todo acontecimiento
histórico, la conquista de México conviene analizarla sin pasiones y con
perspectiva histórica, es decir, con los ojos de aquellos que lo vivieron. Es
el desafío que han lanzando una serie de historiadores mexicanos, que proponen
revisar y dulcificar la figura del conquistador español.
Hernán Cortés ha sido para los
mexicanos, durante siglos, un tema tabú más allá de la visión “oficial”, es
decir, la de que era un cruel conquistador que provocó muerte y
destrucción a su paso, y que sometió a la civilización azteca.
Seguramente tuvo mucho de eso, pero también algo más. Ahora, una televisión
mexicana se ha propuesto el difícil reto de revisar la imagen del
aventurero español e, incluso, dulcificarla.
Estos días se ha comenzado a
emitir en México la serie de cuatro capítulos “La conquista”, que
lleva la firma del director Nicolás Echevarría y el aval de
casi una decena de historiadores que han hecho causa común para ofrecer a sus compatriotas
una imagen del odiado/temido conquistador ajena a los maniqueísmos y lugares
comunes más frecuentes.
Para empezar, un mito que
conviene derribar cuanto antes: Hernán Cortés no fue un invasor que
sometió a la fuerza a un imperio, sino más bien un actor que tomó
parte en una rebelión de diversos pueblos en contra de la crueldad de los
aztecas, que tenían atemorizado al resto de civilizaciones vecinas.
Es cierto que Cortés se aprovechó
de ese caldo de cultivo para liderar la revolución y llegar hasta el corazón de
Tenochtitlan, someter al emperador Moctezuma e iniciar tres
siglos de dominio español, pero también es verdad, como sostiene el documental,
que al final incluso defendió a los indígenas y acabó incluso muriendo
en la miseria.
El periodista de La Razón Ricardo
Coarasa, autor de "Hernán Cortés: los pasos borrados”
(Editorial Espejo de Tinta), asegura que el conquistador español «no encabezó
en ningún caso una rebelión ya en marcha, sino que se aprovechó
inteligentemente para la conquista de las disensiones existentes entre los
pueblos sometidos al imperio azteca. Pero ni en Cholula, y mucho menos en
Tlaxcala, le recibieron con los brazos abiertos. Sólo después de imponerse por
las armas, los indígenas se unieron a Cortés en su expedición a Tenochtitlan,
la capital del imperio de Moctezuma».
«Pero sin sus aliados indígenas,
que estaban hartos de los impuestos abusivos y de las expediciones para apresar
víctimas para sacrificar a los dioses, Cortés no habría podido vencer a los
aztecas, sobre todo después de la Noche Triste, cuando muy diezmada su tropa
recibió una ayuda providencial en Otumba. La derrota del imperio azteca
es, pues, tan española como mexicana –añade Coarasa-, aunque en México
cueste aceptarlo. Incluso hoy en día en los pueblos que ayudaron a Cortés,
Tlaxcala sin ir más lejos, las estatuas se erigen a los caciques que lo
combatieron, no a los que se aliaron con los españoles, vistos todavía como
traidores».
El poder para una mujer
El Capitán General de la Nueva
España fue además el primero en dar a una mujer, Malinche, un papel importante
no sólo en su vida sino en la propia conquista, algo realmente notorio en una
sociedad que no estaba preparada aun para semejante desafío.
Según el director Nicolás
Echevarría, la serie incide en uno de los temas más sensibles para la
intelectualidad mexicana durante siglos, ya que cuestiona lo que él llama el
“aztequismo” nacional, que «ha quedado como una ideología oficial desde la
Independencia» y reforzado tras la Revolución.
Un chaleco antibalas para
Hernán Cortés
¿Realmente es arriesgado este
planteamiento en México? En una entrevista con el periódico mexicano Proceso, el director de cine expone una anécdota de hasta qué nada contra
corriente: en un desfile del Bicentenario de la Independencia de España, le
contaron que el hombre que representaba a Cortés exigió un chaleco
antibalas porque tenía un terror espantoso de que alguien le
fuese a disparar. «Me pareció fantástico que en lugar de armadura,
Cortés ahora lleve un chaleco antibalas. Es una idea muy postmoderna del México
de hoy. Hasta la fecha existe este rencor tan espeluznante en contra de este
personaje, y en la serie no sale tan mal librado», afirma.
Según los autores del documental
en cuatro capítulos, es importante resaltar la importancia que tuvieron los
valerosos guerreros que ayudaron a los españoles a derribar la dictadura
azteca: «Rompe con todo un concepto creado por los cronistas de la Conquista,
por el mismo William H. Prescott, quien hace una enorme apología de
Cortés como uno de los grandes capitanes de la historia. Eso de que
fueron doscientos o trescientos españoles los que llegaron, conquistaron y
terminaron con el gran imperio azteca, no es cierto. Los mexicanos debemos
saber que Cortés reunió a súbditos que dependían de los aztecas, y sin esa
ayuda, de todos ellos, hubiera sido imposible realizar la conquista en
Tenochtitlán».
La
conquista de México, en definitiva, fue una lucha de indios contra indios,
que los autores de este trabajo comparan, en su importancia, con el nacimiento
de Cristo. «En octubre de 1519, Cortés alistaba su salida de Cholula hacia
Tenochtitlán, cuando fue enterado de que los aztecas planeaban una emboscada:
Moctezuma había cambiado de parecer y deseaba eliminar a los intrusos
–explican-. Cortés, con el pretexto de una despedida, reunió a los notables de
Cholula, les recriminó su traición y llamó a las tropas cempoaltecas y
tlaxcaltecas para que dieran muerte a los supuestos traidores. Con la matanza
de Cholula, la expedición de Cortés se convirtió en una guerra de los indígenas
contra los indígenas».
Ilustración: http://www.foroxerbar.com
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