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CAFÉ CUBANO
Por Ana Dolores García
Hace muchos años oí a alguien extrañarse públicamente y ante una audiencia no poco numerosa, de eso que llamamos “café cubano” y que se hace con café de Colombia en una cafetera italiana… Tal vez tenía razón esa persona, porque el café no brotó originalmente en Cuba aunque tampoco lo hiciera en Colombia ni en Italia, a pesar de que ya los cubanos acostumbraban a degustarlo a su modo, colando en mangas de tela (antes que los italianos inventaran su cafeteras “espress”), el polvo de los granos cosechados en sus propios cafetales.
En todo caso, el café se ha convertido en uno de los distintivos de nuestra idiosincrasia. Y aunque en Cuba nunca le hemos llamado “cubano”, al radicarnos en Estados Unidos u otros países donde se consume de diferente modo, hemos tenido que agregarle el patronímico para establecer la diferencia.
El cubano no es tampoco persona de té. Para él, un té sabe a cocimiento y prefiere un café, carretero o no, pero eso sí: Caliente, Amargo, Fuerte y Escaso, como recomienda el acróstico. Para el cubano, el día no ha amanecido mientras no se tome ese primer trago de café. Después podrán venir el café-con-leche y el pan con mantequilla, pero el café negro y fuerte es lo primero. Ya fue dicho en su tiempo por Fernando Ortiz: «el café es uno de los grandes personajes de la Historia de Cuba».
El primer cafetal que existió en Cuba data del año 1748, fundado en el Wajay, provincia de La Habana, por Don José Gelabert partiendo de una semilla que trajo de la Isla La Española. La fertilidad de nuestro suelo favoreció la expansión de su cultivo. Después, los inmigrantes franceses que huían de aquella isla a causa de la revolución haitiana de 1791, hicieron el resto para esparcir cafetales por toda la zona oriental en las regiones de Sagua-Baracoa y la Sierra Maestra. Luego fueron surgiendo más cafetales en la parte central de la Isla al amparo de la Sierra del Escambray, en las regiones de Trinidad y Sancti Spiritus y , por último, hasta en las más occidentales Sierras del Rosario y de los Órganos.
Desde Cuba aseguran que el país posee «la mayor cantidad de ruinas de haciendas cafetaleras de todo el mundo con valor arqueológico, muchas de ellas excelentemente bien conservadas y enclavadas en zonas que han sido declaradas por la UNESCO Patrimonio de la Humanidad». Y tendrán razón, son eso, nada más que ruinas de valor arqueológico. Porque hoy en día, como ha sucedido y sigue sucediendo con todo lo demás en Cuba, nuestra producción de café no alcanza para el consumo nacional aunque no por ello dejen de exportarse toneladas de la mejor selección de sus granos.
Dicen también los voceros oficiales que fabrican las estadísticas, que en Cuba «hay actualmente unos 35,000 cultivadores de café que reciben créditos gubernamentales de bajo interés e insumo subsidiados». Ahora bien, la producción de esos mini-cafetales del sector privado, propiedad de campesinos cuyas tierras por su escaso tamaño escaparon al gran latrocinio de la “reforma agraria”, debe venderse exclusivamente al Estado, que paga precios inferiores a los que existen en el mercado. Es decir, no pueden vender directamente al pueblo, y tal es el origen de la sustracción de granos y de su venta en el mercado negro.
El grano que no exporta, el gobierno cubano lo vende adulterado al pueblo, añadiéndole chícharos o garbanzos y alterando su sabor y calidad. Un café al que eufemísticamente llaman “premezclado” y al que el cubano de a pie debe agregarle más chícharos para “estirar” la cuota de modo que pueda tomar varias veces durante el mes el “buchito” del otrora “néctar negro de los dioses blancos”.
En el año 1959 la cosecha anual se situó alrededor de las 60,000 toneladas y, según datos oficiales llegados de Cuba, en 2008 hubo necesidad de importar 33,000 toneladas con un desembolso de 52 millones de dólares. Por otra parte, las exportaciones de granos en dicho año 2008 ascendieron solamente a 3.8 millones de dólares. El mal desempeño de los administradores de cafetales, el incremento de insectos que infectan las cosechas y el robo de granos que se desvían hacia el mercado negro son las causas principales de esta lamentable situación.
El cubano se trajo al exilio su pasión por el buchito de café fuerte, al que se le comenzó a llamar “cubano” para distinguirlo del habitual coffee que se bebe en Estados Unidos. Y en Miami, la bien llamada capital del exilio, se encuentra casi en cada esquina de zona comercial en la que se puede disfrutar tanto de ese buchito como de una colada completa.
Así y todo, hay quien sostiene que el “café cubano” no llegó a Miami desde Cuba, porque en el año 1957 Carl Napolitano de Casa Napolitano de Nueva York llenó Miami de máquinas italianas para hacer café espresso. Es verdad que en ese año los cubanos aún no habíamos comenzado a invadir Miami, pero mucho antes de ello ya las máquinas de espresso pululaban en La Habana y las ciudades del interior de la Isla en las cafeterías Oquendo y de otras empresas, en las que servían el clásico buchito por sólo 3 ctvs…. Lo estrenaran o no en Miami, lo cierto es que el auge del café espresso en Miami se debió a los cubanos.
Para andar por casa y si no se cuenta con una de esas modernas máquinas-miniatura de “colar” espresso o capuchino, existe el modo de hacerle la “espumita” a mano, por lo que va también un vídeo que explica cómo.
Y termino aquí, porque precisamente es la hora de prepararme el cafecito del mediodía….
Gracias por esta vi~neta tan bien ilustrada sobre el "Cafe cubano" pero quiero a~nadir unos pocos comentarios sobre lo que lo hace diferenta a cualquier otro cafe expreso del mundo:
ResponderEliminar1- El tostado del grano: no es tan obscuro como el italiano que lo hace mas amargo, ni tan claro como el colombiano que no le da suficiente sabor para nosotros. recuerdo al llegar a Washington, DC visite una tienda especialista en cafe de todo el mundo hace 50 a~nos y pregunte por el cubano, por supuesto ya no lo tenian, pero al insistirle me dijeron que usara mitad italiano y mitad colombiano.
2- No le a~nadimos otros sabores, como la cascarita de limon al italiano, la canela o vainilla en Mexico (cafe de olla), el cardamon en los paises arabes, licor de anis o brandy en Europa.
3- Es preferible acabado de colar y como decia mi padre, el batirlo lo enfriaba, por eso es mejor dejar que el cafe "caiga" en el jarrito con el azucar en las cafeteras comerciales o que asi lo hagan en las de casa, como las de
las marca Atomic o Vesuviana.
4- Hoy dia se venden distintas marcas de cafe molido extra fino listo para cafeteras de expreso y cada familia puede escoger su sabor preferido, pero siempre sera:
C ALIENTE
A MARGO
F UERTE y
E SCASO
Sus comentarios complementan admirablemente la viñeta sobre el café cubano. Muchas gracias por ellos.
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