ESTEBAN BORRERO ECHEVARRÍA
Agobiado por los sufrimientos y las laceraciones de una vida que le exigió la fortaleza de un gladiador, Esteban Borrero Echevarría (1849-1906) se quitó la vida a los 56 años, el 29 de marzo de 1906. Buscaba alivios a su salud en las aguas terapéuticas de San Diego de los Baños, Pinar del Río, cuando sorpresivamente optó por suicidarse.
Entrada la república, estaba en la pobreza tras luchar desde la niñez por ganarse el sustento, superarse para trasmitir conocimientos a los compatriotas y ver a su patria libre del coloniaje español. Borrero Echevarría es uno de los pensadores, pedagogos y escritores más eminentes del siglo XIX cubano. Una figura de la que nos hemos olvidado demasiado en nuestra historia contemporánea.
Natural de Camagüey, aprendió las primeras letras con su madre y a los 11 años ya era maestro. Se acreditó como profesor de instrucción primaria en Puerto Príncipe y abrió una academia nocturna para adultos. Al estallar la guerra independentista de 1868 partió hacia la manigua con sus discípulos.
En el campo de batalla fundó dos escuelas y sirvió en las armas hasta llegar a ser jefe de servicio de avanzada, capitán y luego coronel. Cayó prisionero, pero logró liberarse de la pena de muerte y del destierro, y regresó a Camagüey para ganarse la vida como zapatero y panadero.
Se trasladó luego a La Habana, ejerció el magisterio y se graduó de Licenciado en Medicina y Cirugía, pero no pudo obtener el doctorado a causa de su falta de recursos económicos. En 1892 viajó a Nueva York para entrevistarse con algunos miembros de la Junta Revolucionaria. La guerra de 1895 lo obligó a emigrar con su familia a Cayo Hueso, Florida. En Estados Unidos dirigió la escuela del Club San Carlos de los emigrados cubanos. Fue nombrado delegado del Partido Revolucionario Cubano y ministro del gobierno de la República en Armas en Costa Rica y El Salvador.
En el exilio vio morir a su hija Juana Borrero de fiebre tifoidea a los 19 años. La tumba de la poetisa adolescente está aún en el cementerio de Cayo Hueso.
Volvió a Cuba en 1902 y representó al Tercer Cuerpo del Ejército en la asamblea de libertadores. Fue catedrático de Anatomía, de Psicología Pedagógica, Historia de la Pedagogía e Higiene Escolar en la Universidad de la Habana.
En su obra literaria sobresalen la novela inconclusa Aventuras de las hormigas y especialmente El ciervo encantado. Cuento Prehistórico, retrato por excelencia de la idiosincrasia criolla. Se distinguió también como fundador, promotor y columnista de revistas y publicaciones peiodísticas.
Reproducido de www.cafefuerte.com
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