6 de abril de 2011

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¿Es Cuba un fracaso histórico?

 - Por Guillermo Cabrera Leiva

El famoso cantante español Joaquín Sabina ha declarado en la prensa de Miami que Cuba es un “tremendo fracaso histórico”. La frase tiene una dimensión conceptual que me ha motivado una profunda reflexión en torno al pasado y al futuro de la República.

En cuanto al pasado histórico, es decir, en cuanto a la lucha por la independencia de España y la constitución de la República, discutir si fue o no fue un fracaso, es una pérdida de tiempo, pues hay constancia de sobra para afirmar que esa lucha fue un proceso que puede calificarse como proeza histórica.

Si el señor Sabina quiso decir que en el curso de la historia estos cincuenta años de tiranía castro-comunista son un fracaso, ya es otra cosa.
Entonces nos sumamos a su criterio y unimos nuestra modesta voz a su reciente declaración.

La otra frase, emitida en estos mismos días por el ex-ministro español Carlos Solchaga, viene a complementar la de su compatriota Sabina, al decir, sin mayores rodeos, que “Cuba es un caso perdido”.

Esta expresión refleja con perfil más definido el cuadro cubano. “Cuba es un caso perdido” define tal vez en forma más rotunda la verdadera situación de la Isla.

El señor Solchaga no se queda sin explicar las razones de su frase. Afirma que la población carece de capacidad de transformación y evolución a la democracia y que sólo se puede esperar la muerte lenta del régimen.

Aquí se resume el criterio de muchos observadores y analíticos del problema cubano. Un caso perdido es aquel que no tiene otra salida que la desintegración total, que no ofrece esperanzas de reavivamiento, de resurgimiento, de vuelta al camino correcto.

El señor Solchaga señala que “sólo se puede esperar la muerte lenta del régimen”.

Esta afirmación suena un tanto fatalista, si bien es la que repiten miles y miles de personas atentos al desarrollo de los acontecimientos en Cuba. Dicha afirmación responde a la convicción de que no existen posibilidades para levantar un movimiento parecido al que tuvo lugar en El Cairo, o en otras capitales del Oriente Medio y en el norte de África, en que miles y miles de ciudadanos se alzaron y dieron la cara para manifestar su repudio al régimen imperante.

Si sólo se puede esperar la muerte lenta del régimen de los Castro, quiere decir que no hay otra opción para restaurar la democracia en la Isla. Significa que en Cuba ha desaparecido la dignidad y el patriotismo en sus habitantes y que hay que esperar a que fallezcan Fidel y Raúl Castro, y con ellos caiga el andamiaje que sostiene su gobierno.

¿Es ésta realmente la situación de Cuba? ¿Es verdaderamente un caso perdido lo que existe en la mayor de las Antillas? 

Vale la pena considerar con seriedad lo que está ocurriendo en el mundo árabe, y estudiar con todo detenimiento los factores que se mueven en Cuba, para encontrar respuesta adecuada a la gran interrogante que va tomando cuerpo, y que no deja lugar a otra expectativa que lo que disponga el hombre de la guadaña.

Reproducido del Diario Las Américas, Miami

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