30 de marzo de 2011



Reabren en La Habana el Museo Napoleónico   

La casi totalidad de los objetos que se exhiben  provienen de la colección privada del magnate del azúcar Julio Lobo, que era considerado el hombre más rico de Cuba cuando triunfó la revolución en 1959.  A la colección atesorada por Lobo, se han sumado obras “donadas, compradas o recuperadas” por el Estado cubano.

El Museo fue “creado”  en 1961 y se ubica en un céntrico barrio de La Habana, en una edificación de cuatro plantas de estilo florentino renacentista que fue construida entre 1926 y 1929 y fue residencia del político ítalo-cubano Orestes Ferrara.

El Museo Napoleónico de La Habana está considerado como uno de los cinco más importantes de su tipo en el mundo y el más completo de Latinoamérica, y reabrirá hoy sus puertas tras una larga restauración con una ceremonia a la que asistirá una descendiente del emperador francés Napoleón Bonaparte.
El diario oficial Granma informó hoy de que a la reapertura del museo está invitada Alix de Foresta, Princesa Napoleón, quien es viuda de Luis Marie Bonaparte, príncipe Napoleón, a su vez descendiente del rey Jerome, el hermano menor de Bonaparte.
En los últimos tres años el inmueble en el que se encuentra el museo y su colección de casi 8.000 piezas fueron sometidos a un proceso de restauración a cargo de especialistas de la Dirección de Patrimonio Cultural de la Oficina del Historiador de la Ciudad.
Fundamentalmente reúne piezas relacionadas con el período que va desde la Revolución Francesa hasta el Segundo Imperio, como trajes, armamentos, equipos militares, mobiliario, numismática, libros, obras de arte y una muestra con objetos personales de Napoleón.
Entre las reliquias que pertenecieron al emperador francés se encuentran un catalejo de bronce, cristal y madera; una casaca de sus tiempos como primer cónsul; un bicornio y su reloj, recientemente donado a la institución.

Una de las piezas más importantes es la mascarilla mortuoria original de Napoleón, realizada en yeso por su médico personal, Francois Antommarchi. En 1821, tras la muerte de Napoleón en la isla de Santa Elena, Antommarchi se apoderó de la mascarilla y viajó a Cuba, donde falleció en la ciudad oriental de Santiago.


 Editado de EFE/Diario las Américas

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