5 de abril de 2010

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Radiología de un secuestro

Lic. Amelia M. Doval

Si usted, ciudadano común, cubano sin esperanzas, exiliado, habitante del mundo, busca en el diccionario de la Real Academia de la Lengua Española el significado de la palabra secuestro, en más de un noventa por ciento estaría de acuerdo conmigo que el pueblo cubano ha sido raptado desde el año 1959 cuando un grupo de inconscientes personajes que conformaban un ejército usando la técnica de guerrilla como método de batalla se apoderaron de un país.


Desde un principio el saqueo de propiedades y bienes públicos así como el robo, desde animales en los campos hasta obras de artes, ha estado tan arraigado en el gobierno que se ha convertido en una expresión de la cultura diaria, deformando la manera de comportarse de sus habitantes. El decomiso de los usufructos de aquellos que ellos consideren capitalistas es la respuesta supuestamente jurídica que le dan al mundo cuando se apropian de lo ajeno.

Retención, otro sinónimo es lo que mi pueblo sufre, sufrió y sufrirá si no se busca el cambio. Sus habitantes viven en un perenne encierro, pues las imaginarias rejas que se construyen con salinas olas es la única opción que permite escapar, aunque para ello la muerte pueda ser el punto final. Si en algún momento dentro de los predios feudales usted elige estar en contra del gobierno, es inmediatamente acusado de criminal y sufre el chantaje emocional como castigo a su osadía y la confiscación de sus miserables propiedades o el embargo hasta de su alma como respuesta, todo pasa a ser propiedad del régimen, en el intento desesperado de doblegar su decisión de luchar por una causa justa.

La vida del cubano está dirigida y monitoreada por un sistema represarlo que se ramifica hasta en los más increíbles lugares, no existe la posibilidad más común de pensar sin ser cuestionado, hasta las entrañas mismas de organizaciones secretas tan legendarias, como las logias masónicas llega la mano “protectora” del gobierno que requisa cada espacio, porque todo les pertenece.

La incautación de bienes con un propósito no muy claro siempre ha sido el motivo para robarle sin misericordia al ciudadano que ha trabajado y luchado con el único fin de tener una vida mejor. La supuesta revolución se complace en provocar la involución monetaria y mental de un país, apropiándose hasta de la voluntad de vivir. El rapto es un arma que silencia los impulsos patrióticos. No escatiman en desaparecer a sus habitantes sin dejar rastros, y ejemplo de ello queda en la historia: muchos cubanos salieron en las bodegas de los barcos pesqueros rumbo a África sin dejarle constancia a su familia hasta que años después se notificaba su desaparición en una tierra lejana y en una batalla que jamás le fue afín ni a los nativos, ni a los nuestros, otro tácito ejemplo son los presos disidentes, presos políticos para nosotros, criminales para ellos cuando son movidos de penitenciaria sin previo aviso. Los testimonios son innumerables, cada cubano puede tener una anécdota familiar que deja claro ante el mundo el secuestro ha que está siendo sometido un país.

Si usted, hombre o mujer de este Universo, siente que los seres humanos nacieron para ser libres, entonces piensa como yo, como cada ciudadano que lucha por la libertad y, aunque el secuestro tiene muchos sinónimos, la liberación es el único antónimo posible, pues lo demás sería consecuencia obvia de ese acto, devolver la patria a quienes les pertenece por derecho propio, a quienes la viven y la trabajan, a sus verdaderos creadores, restituir al pueblo su mayor propiedad, el país mismo, soltar las amarras que mantiene a Cuba atada de voluntad para unirse al progreso universal. Levantemos la voz por un pueblo entero que permanece secuestrado por más de cincuenta años sin derecho a pedir su liberación y sin esperanzas de serlo. Si nuestras voces no se alzan, nadie por naturaleza propia hará suya la causa nuestra, no paremos la lucha, no seamos cómplices amordazando la voluntad.

Lic. Amelia M. Doval
4-2-10
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