«¿Por qué buscáis entre los muertos
al que está vivo?
No está aquí, ha resucitado.
Lc. 24, 5-6
¿Es de ingrávido sueño,
aire o magia refleja
este resplandor súbito,
esta erguida presencia?
Todo en torno se afirma,
se deslumbra, se ciega.
La piedra es más que nunca
piedra, gozosa piedra;
ls humana piel confusa
de oscuros centinelas,
tañida de prodigio
centellea de evidencias,
y el alba, el alba tímida
tan mojada y tan tierna,
confirma de rubores
su inocencia perfecta.
Otra vez sobre el mundo
la verdad se hace cierta,
cierta con certidumbre
transverberada, céntrica.
No el aire, no, ni el sueño,
ni la magia espejean
este cuerpo armonioso
que fulgura y destella.
Las brisas le acarician
la tierra le sustenta
y la luz que de él mana
le ciñe y le modela.
Pudiendo ser más leve
que plumas o humaredas,
humana, humildemente
pisa la hierba, y pesa
y al goce del suavísimo
tacto, contacto, prenda,
invita -ábranse flores-
a las yemas incrédulas.
Resurrección. Oh gloria
taladrada y tan nuestra,
tan de hueso y de carne,
firme, caliente, fresca.
Por Ti, Jesús, tan nuevo,
hoy con tus cinco estrellas
que en cifras dibujada
tu caridad constelan,
por Ti, Señor, devuelto
a la luz que te estrecha
al amor que te ciñe,
al aura que te besa,
por Ti todo nos canta,
oh divina certeza
para después del tiempo
quieta ya primavera.
Versos, Gerardo Diego
Ilustración Google
Serie/pps Cuaresma 2009,
Ana Dolores García
al que está vivo?
No está aquí, ha resucitado.
Lc. 24, 5-6
¿Es de ingrávido sueño,
aire o magia refleja
este resplandor súbito,
esta erguida presencia?
Todo en torno se afirma,
se deslumbra, se ciega.
La piedra es más que nunca
piedra, gozosa piedra;
ls humana piel confusa
de oscuros centinelas,
tañida de prodigio
centellea de evidencias,
y el alba, el alba tímida
tan mojada y tan tierna,
confirma de rubores
su inocencia perfecta.
Otra vez sobre el mundo
la verdad se hace cierta,
cierta con certidumbre
transverberada, céntrica.
No el aire, no, ni el sueño,
ni la magia espejean
este cuerpo armonioso
que fulgura y destella.
Las brisas le acarician
la tierra le sustenta
y la luz que de él mana
le ciñe y le modela.
Pudiendo ser más leve
que plumas o humaredas,
humana, humildemente
pisa la hierba, y pesa
y al goce del suavísimo
tacto, contacto, prenda,
invita -ábranse flores-
a las yemas incrédulas.
Resurrección. Oh gloria
taladrada y tan nuestra,
tan de hueso y de carne,
firme, caliente, fresca.
Por Ti, Jesús, tan nuevo,
hoy con tus cinco estrellas
que en cifras dibujada
tu caridad constelan,
por Ti, Señor, devuelto
a la luz que te estrecha
al amor que te ciñe,
al aura que te besa,
por Ti todo nos canta,
oh divina certeza
para después del tiempo
quieta ya primavera.
Versos, Gerardo Diego
Ilustración Google
Serie/pps Cuaresma 2009,
Ana Dolores García
____________________________
No hay comentarios:
Publicar un comentario