Las peleas de gallos
Antes de que las peleas de gallos fueran tenidas como un espectáculo de apuestas, el gallo de pelea ya era objeto de adoración religiosa. Se sabe que tanto los sirios como los griegos y los romanos los asociaban con algunos de sus dioses.
En otras regiones, como en Sumatra, el gallo de pelea también era adorado, y hasta se llegaban a celebrar peleas en los templos. Todo se hacía con un sentido religioso, por lo que el gallo derrotado se sacrificaba a los dioses. Lo colocaban en un caldero de oro y lo rociaban con las más variadas especias para ser quemado en un altar. Por su parte, en Borneo lo consideraban tan sagrado, que nadie podía comer la carne de un gallo de pelea.
En cuanto a las peleas en sí, no se sabe a ciencia cierta cuando empezaron, pero se ha comprobado que se llevaban a cabo aún antes de los tiempos de Cristo, y que eran populares entre fenicios y hebreos. Incluso se mencionan en Egipto antes del regreso de los judíos a Israel, liderados por Moisés. Los griegos clásicos no fueron tampoco ajenos a este pasatiempo, que se fue haciendo popular en sus plazas y mercados.
Julio César llevó a Roma el "deporte" de las peleas de gallos, y de Roma se expandieron por Europa. Ya en el siglo XVI se celebraban en Inglaterra, teniendo al propio Enrique VIII como un aficionado entusiasta. Llegaron a ser patrocinadas por el clero, en cuyos conventos se celebraban las peleas. En el siglo XIX la Reina Victoria tuvo a bien prohibir esta inhumana diversión.
En Francia y España fueron igualmente populares las peleas de gallos, y Francia llegó a adoptar al gallo de pelea como emblema nacional. Hoy en todos estos países las peleas han de celebrarse en la clandestinidad pero, antes de prohibirlas, las exportaron a sus colonias de América.
En los Estados Unidos, esta cruel afición tuvo épocas de esplendor y fue practicada incluso por próceres como Washington, Jefferson y Lincoln. Al comenzar la guerra civil norteamericana el espectáculo fue perdiendo adeptos y hoy en día está prohibido, aunque haya resurgido en la clandestinidad en el sur de la Florida, importado esta vez por inmigrantes cubanos y haitianos.
El 12 de febrero de 1739 se autorizaron en Cuba las peleas de gallos.
En otras regiones, como en Sumatra, el gallo de pelea también era adorado, y hasta se llegaban a celebrar peleas en los templos. Todo se hacía con un sentido religioso, por lo que el gallo derrotado se sacrificaba a los dioses. Lo colocaban en un caldero de oro y lo rociaban con las más variadas especias para ser quemado en un altar. Por su parte, en Borneo lo consideraban tan sagrado, que nadie podía comer la carne de un gallo de pelea.
En cuanto a las peleas en sí, no se sabe a ciencia cierta cuando empezaron, pero se ha comprobado que se llevaban a cabo aún antes de los tiempos de Cristo, y que eran populares entre fenicios y hebreos. Incluso se mencionan en Egipto antes del regreso de los judíos a Israel, liderados por Moisés. Los griegos clásicos no fueron tampoco ajenos a este pasatiempo, que se fue haciendo popular en sus plazas y mercados.
Julio César llevó a Roma el "deporte" de las peleas de gallos, y de Roma se expandieron por Europa. Ya en el siglo XVI se celebraban en Inglaterra, teniendo al propio Enrique VIII como un aficionado entusiasta. Llegaron a ser patrocinadas por el clero, en cuyos conventos se celebraban las peleas. En el siglo XIX la Reina Victoria tuvo a bien prohibir esta inhumana diversión.
En Francia y España fueron igualmente populares las peleas de gallos, y Francia llegó a adoptar al gallo de pelea como emblema nacional. Hoy en todos estos países las peleas han de celebrarse en la clandestinidad pero, antes de prohibirlas, las exportaron a sus colonias de América.
En los Estados Unidos, esta cruel afición tuvo épocas de esplendor y fue practicada incluso por próceres como Washington, Jefferson y Lincoln. Al comenzar la guerra civil norteamericana el espectáculo fue perdiendo adeptos y hoy en día está prohibido, aunque haya resurgido en la clandestinidad en el sur de la Florida, importado esta vez por inmigrantes cubanos y haitianos.
El 12 de febrero de 1739 se autorizaron en Cuba las peleas de gallos.
foto: Google.
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el hombre por sus falsas creencias, debidas a la ignorancia, en la búsqueda de lo mágico y de la virilidad mal entendida, que no encontrará fuera sino dentro de sí mismo aniquila especies o los hacen sufrir... que ignorantes son
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