Agustin Acosta
Por el Rev. Martín N. Añorga
Hace años, probablemente
cuarenta han transcurrido, mi inolvidable amigo Rolando Espinosa me pidió que
lo acompañara a hacer una visita. Mi gran sorpresa fue que la visita era al
iluminado poeta matancero Agustín Acosta Bello.
Hoy, miércoles 12
de noviembre se cumplirán 128 años de la aparición de esta fulgurante estrella
en el sereno cielo matancero, y todavía se me inflama el corazón de nostalgias
y patriotismo cuando leo sus versos.
De Agustín Acosta se han
escrito numerosas biografías y centenares de artículos relacionados con su
extensa e intensa producción literaria. Es interesante que en sus años mozos
fuera telegrafista de los ferrocarriles en Matanzas, posteriormente graduado de
Abogado en la Universidad de La Habana y que en el pueblecito de Jagüey Grande
ejerciera como notario público. Durante el polémico gobierno del general
Gerardo Machado sufrió prisión política, y a la caída del severo gobernante fue
designado gobernador provisional de la provincia de Matanzas. En la presidencia
de Carlos Mendieta ocupó la Secretaría de la Presidencia, posteriormente fue
Senador de la República y fundador del Partido Unión Nacionalista. Se destaca
el hecho de que un hombre de letras, desprendido de intereses materiales, se
desempeñara en su país en el ámbito político. Fue siempre respetado por su
humilde espíritu de servicio y su honestidad ejemplar.
En este modesto trabajo
queremos hablar de la identidad humana y poética de Agustín Acosta, a quien
muchos críticos comparan con el ilustre nicaragüense Rubén Darío y lo
consideran precursor del postmodernismo; pero que a personas como yo, más allá
de su proyección literaria y cívica nos inspira entrar en el campo íntimo de
sus sentimientos cívicos y patrióticos.
Hay una confesión
escrita de una de sus sobrinas en la que se destaca la humildad de un hombre
que tenía mucho de qué enorgullecerse. Cuenta ella que el laureado poeta, en el
año 1910, vio a Rubén Darío de espalda en el hotel Inglaterra, "sólo de
espalda, porque no me atreví a acercármele y saludarlo". Rubén Darío le
hubiera dado un abrazo y de seguro que en términos de admiración le hubiera
dicho, "es mi honor conocer y saludar al dueño de la más sublime
inspiración poética de estos tiempos".
La humildad de Agustín
Acosta se ratifica en una carta que le escribiera a Nicolás Guillén
solicitándole ayuda en sus trámites para salir de Cuba con su esposa Consuelo,
para reunirse en Miami a Sara, la hija ausente. En esa carta se expone el tono
cortés con el que siempre ha estado comprometido el ilustre matancero. Agustín
Acosta había sido designado en el año 1955 "Poeta Nacional de Cuba"
por acuerdo unánime del Congreso, sucediendo a otro prestigioso poeta
matancero, Bonifacio Byrne., y en el año 1961 los comunistas impusieron a
Nicolás Guillén, despojándolo del distingido título propio de sus grasndes
valores. Sin importarle ese hecho, Acosta lo saluda con elogio respetuoso
diciéndole que su admiración por êl no se afectaría bajo circunstancia alguna.
La tarde en que lo
conocí, ya era un anciano y me trató con la cordialidad de un viejo amigo.
"Siempre ha sido así", me dijo Rolando Espinosa, otro héroe pleno de
franciscana sencillez.
Probablemente los versos
más famosos y citados de Agustín Acosta son los que llevan por título "La
Zafra", escritos en el año 1926, y que el revolucionario Julio Antonio
Mella calificara de "primer intento serio de anti imperialismo" . Las
estrofas finales de esta obra, dedicada a las carretas cargadas de caña
arrastradas por bueyes domesticados son éstas:
"Por las guardarrayas y serpentías
forman las carretas largas teorías …
Vaden arroyos … cruzan las montañas
llevando la suerte de Cuba en las cañas…
Van hacia el coloso de hierro cercano:
van hacia el ingenio norteamericano,
y como quejándose cuando a êl se avecinan,
cargadas, pesadas, repletas,
¡con cuántas cubanas razones rechinan
las viejas carretas!".
Estos versos no
contienen material crítico ni protesta política, son una sencilla descripción
de un paisaje cubano de los viejos tiempos. Ver en ellos una intención pro
comunista es insultar la Memoria del autor, que era amante del campesino
cubano, los paisajes campestres y el cielo azul de Cuba.
El fecundo patriotismo
de Agustín Acosta se exalta en la más famosa décima de la literature cubana,
recitada y cantada por centenares de miles de escolares y que hoy día, en el
exilio, de solo escucharla se nos dilata el corazón. Se titula "A la
Bandera Cubana":
"Gallarda, hermosa, triunfal,
tras de multiples afrentas,
de la patria representas
el romántico ideal …
Cuando agitas tu cendal
- sueño eterno de Martí –
tal emoción siento en mí,
que indago al celeste velo
si en ti se prolonga el cielo
o el cielo surge de ti ….
Agustín Acosta era, como
lo hemos descrito, un sabio con humildad, un amante de su suelo natal y un
patriota de noble corazón; pero era también capaz de cantarle al amor, hombre
parco y serio, pero con el acento romántico de todo cubano. Muchas de sus
composiciones poéticas han sido convertidas en canciones. Hay una, poco
conocida, con un dulce toque humorístico, titulada "La Cleptómana".
Hay quienes creen que se refiere a una persona real. Me encantan sus dos
últimas estrofas:
"Pero llegó a tal punto
su indómita afición
que perturbó la calma
de mis serenos días.
Era una cleptómana
de bellas fruslerías
y sin embargo quiso
robarme el corazón"
No puedo terminar sin
mencionar el amor que por su madre sentía el inspirado poeta. El soneto
titulado "Mi Camisa" es pieza obligada en las celebraciones de mayo
dedicadas a honrar a nuestras madres.
Confieso que no conozco
a Alfredo Martínez, autor de este pensamiento dedicado a Agustín Acosta; pero
lo hago mío para rubricar este sencillo trabajo: "cuando regrese a la
lejana Matanzas para desandar sus usados adoquines por las vetustas esquinas
buscaré, si tuyas dejaste, algunas añoranzas".
Murió Agustín Acosta
Bello en el antiguo y modesto hospital Pan American de Miami el lunes 12 de
marzo del 1979 a los 92 años de edad, sin el aplauso de su público nl las
lágrimas de sus compatriotas. Hoy lo recordamos, sin embargo como uno de LOS
GRANDES REGALOS DE DIOS.
No hay comentarios:
Publicar un comentario