Jamar, temer y partir
Ernesto Santana Zaldívar
Tres
verbos que resumen
la vida
y el sueño de muchos cubanos dentro de la isla.
También
aplican los verbos “delirar, beber y dormir”.
El
verbo despertar sigue estando pendiente.
LA HABANA, Cuba, Cubanet -Los que no odiaron a muerte la gramática
castellana durante sus estudios escolares, quizás recuerden que los verbos en
modo infinitivo terminan en ar, er o ir, y se conjugan tomando como modelos los
verbos amar, temer y partir. Incluso es posible que uno se haya olvidado de la
razón que une estas tres palabras, pero seguramente se les recuerda por la
sonoridad que tienen y, sobre todo porque, sin lugar a dudas, consiguen una
especie de progresión dramática o parecen algo así como el núcleo de una
historia o como la estructura narrativa elemental de introducción, nudo y
desenlace.
Recordé todo eso en uno de esos encuentros fortuitos que tenemos con
viejos amigos o compañeros de estudio o de trabajo, a los que uno ha dejado de
ver durante muchos años. Intercambiamos preguntas y respuestas sobre la
familia, el trabajo y los conocidos mutuos. ¿Has vuelto a saber de Fulano? ¿Tú
no sabes lo que le pasó a Mengano? ¿Cómo que Zutano se fue hace veinte años?
Preguntas sobre quiénes, entre aquellos de los viejos tiempos, se han marchado
del país. Nos asombramos con que Ciclano o Esperancejo, modelos de
revolucionarios comecandela, han pasado a mejor vida, o sea, viven ahora en Estados
Unidos.
Casualmente, me había encontrado casi en el mismo día con dos viejas
amigas. María Elena lleva casada unos treinta años y tiene dos hijos varones.
Su esposo trabaja desde hace tres años en una compañía farmacéutica en México y
viene cada dos o tres meses a verla por unos pocos días. Gracias al dinero y a
sus relaciones, el esposo consiguió llevar a los dos hijos para México, uno
primero y otro después, y hace ya más de seis meses que los dos jóvenes
cruzaron la frontera hacia Estados Unidos y ya viven en Miami.
Aunque el plan es reunirse ella y su esposo con los hijos, por el
momento eso no puede ser. María Elena tiene que cuidar a su madre, ya muy
anciana y con varias enfermedades, lo que le impediría hacer un viaje en avión,
pero de todas maneras ella se ha negado siempre no solo a irse a vivir a otro
país, sino incluso a otra casa. María Elena la cuida lo mejor que puede,
gracias a la ayuda económica de su marido y sus hijos, pero no deja de ser muy
realista: Imagínate, hasta que mamá, la pobre, no fallezca, no puedo irme con
ellos. Suena brutal, pero es así.
Casi lo mismo que me dice Dinorah, otra vieja amiga que he encontrado
en estos días. Sus dos hijos, una hembra y un varón, ya graduados, se fueron de
Cuba hace cuatro años, ella para Venezuela y él para Ecuador. Ahora por fin se
han reunido en Costa Rica y quieren pasar para Estados Unidos, pero sin
desesperación y sin cometer ninguna locura. No están muy bien en Costa Rica,
pero de todas maneras han jurado que no regresarán a Cuba ni muertos.
Dinorah quisiera irse también, e incluso su marido, pero él ocupó un
cargo muy importante (en un ministerio que no me dijo) y está seguro de que le
negarán la salida. Y de todas maneras, como María Elena, ella no está
convencida de que irse de Cuba a su edad sea una buena idea. Ya mi tiempo de
hacerme ilusiones pasó hace mucho, me dice, sin amargura. Para los muchachos
es diferente. Siempre tuvieron claro que no querían envejecer aquí como yo, que
quise ser mucho y no soy nada. Ni siquiera podía responderles las preguntas que
me hacían.
Pero si algo conserva esta mujer es su sentido del humor. Antigua
profesora de Español en la Enseñanza Media, Dinorah me hace reír: Yo entiendo
que no aguanten vivir aquí, porque uno no tiene más que estos tres verbos
modelo: jamar, temer y partir. Hay que estar todo el tiempo pensando en qué es
lo que vas a comer mañana, pero siempre temiendo que no podrás conseguir
aceite, arroz o cualquier otra cosa; temiéndole al día de mañana, que nadie
sabe si va a ser peor que hoy, y eso que hoy es bastante duro ya. Y al final, a
veces aunque no quisieras, tienes que partir.Da risa eso de jamar, temer y
partir. Siempre nos reímos de nuestros males y quizás ese sea precisamente otro
de nuestros males. Hay quienes creen que en Cuba solo se puede vivir de tres
modos, enajenándonos con otros tres verbos modelo: delirar, beber o dormir.
Al final, resulta que casi todos esos verbos se van volviendo
demasiado difíciles, aburridos o desesperantes, y para muchos no va quedando
más que uno solo: despertar.
¡Muy bueno!
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