6 de noviembre de 2014

Historia de los buñuelos

De fogones y pucheros
 
Historia de los buñuelos
Tendremos que remontarnos al siglo XII, cuando la infanta doña Blanca, hija del rey Alfonso IX de Castilla, casó con el rey Louis VIII de Francia. De ese matrimonio nacieron  Louis o Ludovico, (el luego llamado “rey santo” canonizado por Bonifacio VIII en 1297), y sus hermanos Roberto de Artois, Alfonso de Poitou y Carlos de Anjou, conde de Provenza y después rey de Nápoles.

Luis, el primogénito, fue proclamado rey a la muerte de su padre, a finales de 1226, y durante los primeros años estuvo bajo la regencia de su madre Blanca de Castilla. Educado en la devoción y el misticismo por su madre, Luis IX combinó su tarea de gobierno con un notable ascetismo.  Perteneció a la Orden franciscana seglar,   fundó numerosos monasterios y construyó la famosa Santa Capilla en París, cercana a la catedral de Notre Dame, dedicada a  albergar numerosas reliquias del cristianismo.   

Tomo parte del Concilio Ecuménico Latino de Lyon I, presidido por el papa Inocencio IV, quien convocó a una nueva Cruzada, la séptima, contra los infieles musulmanes y le nombró al mando de la misma.   

Luis IX fue el último monarca europeo que emprendiera el camino de las Cruzadas.    Desembarcó en Egipto pero poco después sus tropas fueron sorprendidas por la crecida del Nilo y la peste. Combatiendo en terreno desconocido para ellos, los franceses, junto con su rey, cayeron prisioneros de sus enemigos y sólo se salvaron pagando un fuerte rescate.  
 
Se cuenta que la prisión de rey fue, digamos, muy “llevadera”, gozando de los honores y comodidades propios de su estirpe regia.  Y aunque su liberación no resultó muy barata (800.000 piezas de oro y la entrega de la ciudad de Damieta que había ocupado anteriormente), no cabe duda que estuvo “bien comido y bien servido”. Y se dice que entre los dulces que le ofrecían los árabes  abundaban los buñuelos, cuya fórmula trajo consigo a Francia y a la corte castellana de su madre.

Los buñuelos son dulces árabes, quizás derivados de los judíos Bimuelos que se elaboraban para celebrar la fiesta judía de Hanukkah o “fiesta de las luces” durante el 25 de Kislev (a finales de noviembre), coincidiendo con la recolección de la aceituna. 

Probablemente los buñuelos se hayan extendido desde la corte andalusí a toda España a través de los moriscos (en Madrid son tan típicos como los churros y las porras) y subrayan su presencia en estos días otoñales y también en los carnavalescos. Son típicos también para saborearlos en estas fechas de todos los santos y fieles difuntos.

A América, como tantos otros manjares y dulces, llegaron de la mano de los colonizadores españoles. Y si en España los rellenan de crema pastelera o hasta de viento, en tierras caribeñas se acostumbra a prepararlos además con un relleno de guayaba, queso, o con una masa compuesta de viandas típicas, malanga, yuca, boniato…  

Receta cubana de buñuelos (Nitza Villapoll)

1 libra de yuca, 1 libra de malanga, 1 cdta de anis, 1 huevo, ½ cdta de sal, ½ cdta de harina,  aceite para freír.

Pele las viandas y cuézalas en agua hirviendo sin dejarlas ablandar demasiado. Páselas por la cuchilla más fina de la máquina de moler y luego amásela con el hubo batido, anís, sal y harina hasta que no se pegue a los dedos. Deles forma de número 8 y fríalos en el aceite caliente a 375º. Sírvalos con almíbar a punto de hebra.

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