De fogones y pucheros
Historia de los buñuelos
Tendremos que remontarnos al siglo XII,
cuando la infanta doña Blanca, hija del rey Alfonso IX de Castilla, casó con el
rey Louis VIII de Francia. De ese matrimonio nacieron Louis o Ludovico, (el luego llamado “rey santo”
canonizado por Bonifacio VIII en 1297), y sus hermanos Roberto de Artois,
Alfonso de Poitou y Carlos de Anjou, conde de Provenza y después rey de Nápoles.
Luis, el primogénito,
fue proclamado rey a la muerte de su padre, a finales de 1226, y durante los
primeros años estuvo bajo la regencia de su madre Blanca de Castilla. Educado en la devoción y el misticismo por su
madre, Luis IX combinó su tarea de gobierno con un notable ascetismo. Perteneció a la Orden franciscana seglar, fundó
numerosos monasterios y construyó la famosa Santa Capilla en París, cercana a
la catedral de Notre Dame, dedicada a albergar numerosas reliquias del cristianismo.
Tomo
parte del Concilio Ecuménico Latino de Lyon I, presidido por el papa Inocencio IV,
quien convocó a una nueva Cruzada, la séptima, contra los infieles musulmanes y
le nombró al mando de la misma.
Luis IX fue el último
monarca europeo que emprendiera el camino de las Cruzadas. Desembarcó en Egipto pero poco después
sus tropas fueron sorprendidas por la crecida del Nilo y la peste. Combatiendo
en terreno desconocido para ellos, los franceses, junto con su rey, cayeron
prisioneros de sus enemigos y sólo se salvaron pagando un fuerte rescate.
Se cuenta que la prisión de rey fue,
digamos, muy “llevadera”, gozando de los honores y comodidades propios de su
estirpe regia. Y aunque su liberación no
resultó muy barata (800.000 piezas de oro y la entrega de la ciudad de Damieta
que había ocupado anteriormente), no cabe duda que estuvo “bien comido y bien
servido”. Y se dice que entre los dulces que le ofrecían los árabes abundaban los buñuelos, cuya fórmula trajo
consigo a Francia y a la corte castellana de su madre.
Los buñuelos son dulces árabes, quizás
derivados de los judíos Bimuelos que se elaboraban para celebrar la fiesta judía
de Hanukkah o “fiesta de las luces” durante el 25 de Kislev (a finales de
noviembre), coincidiendo con la recolección de la aceituna.
Probablemente los buñuelos se hayan
extendido desde la corte andalusí a toda España a través de los moriscos (en Madrid
son tan típicos como los churros y las porras) y subrayan su presencia en estos
días otoñales y también en los carnavalescos. Son típicos también para
saborearlos en estas fechas de todos los santos y fieles difuntos.
A América, como tantos otros manjares y
dulces, llegaron de la mano de los colonizadores españoles. Y si en España los
rellenan de crema pastelera o hasta de viento, en tierras caribeñas se acostumbra
a prepararlos además con un relleno de guayaba, queso, o con una masa compuesta
de viandas típicas, malanga, yuca, boniato…
Receta cubana de buñuelos (Nitza Villapoll)
1 libra de yuca, 1 libra de malanga, 1 cdta
de anis, 1 huevo, ½ cdta de sal, ½ cdta de harina, aceite para freír.
Pele las viandas y cuézalas en agua
hirviendo sin dejarlas ablandar demasiado. Páselas por la cuchilla más fina de
la máquina de moler y luego amásela con el hubo batido, anís, sal y harina
hasta que no se pegue a los dedos. Deles forma de número 8 y fríalos en el
aceite caliente a 375º. Sírvalos con almíbar a punto de hebra.
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