19 de marzo de 2013

EL ESCUDO DE SS EL PAPA FRANCISCO





Lo miró con misericordia
y lo eligió



 «Miserando atque eligendo» ("Lo miró con misericordia y lo eligió"), es el lema escogido por el papa Francisco para el escudo papal, en el que ha integrado el emblema de la Compañía de Jesús, a la que pertenece, sobre un sol radiante, y que fue presentado ayer por el Vaticano. 


En líneas esenciales, el papa Francisco ha conservado su escudo de obispo, al que ha añadido los símbolos de la dignidad pontificia y la mitra colocada entre las llaves de plata y oro, entrelazadas con un cordón rojo.

En la parte alta del escudo se encuentra el emblema de la Compañía de Jesús: un sol radiante amarillo con las letras en rojo «IHS» (Jesús, Hombre y Salvador). Sobre la letra H se encuentra una cruz, en punta, y debajo de las letras IHS, siempre dentro del sol radiante, tres clavos en negro.


En la parte baja del escudo, a su derecha, se encuentra una estrella y la flor de nardo. La estrella simboliza a la Virgen María, madre de Cristo y de la Iglesia, y la flor de nardo a san José, patrón de la Iglesia Universal. En la tradición española san José es representado con un ramo de nardos en la mano. Con este escudo, según informó el Vaticano, el papa ha querido resaltar su particular devoción a la Virgen y a san José.


El lema «Miserando atque eligendo» está tomado de las homilías de san Beda el Venerable, el cual, comentado el evangelio de Mateo, escribió «Vidit ergo lesus publicanum et quia miserando atque eligendo vidit, ait illi Sequere me» (Vio Jesús a un publicano y como le miró con sentimientos de amor lo eligió y le dijo: sígueme).


El Vaticano explicó hoy que esta homilía es un homenaje a la misericordia divina e influyó en la vida e itinerario espiritual del papa Francisco. 
ABC, Madrid

LA PRIMAVERA NEGRA, VO THI THANG Y LA SONRISA DE LA VICTORIA


La Primavera Negra, Vo Thi Thang
y la sonrisa de la victoria

Por Aleaga Pesant    

LA HABANA, Cuba, marzo, www.cubanet.org -Bombardeados con mentiras y medias verdades, crecieron los niños cubanos en la década del 60 del siglo XX, bajo el influjo de la revolución. Era la época del apogeo de la lucha por los derechos civiles en los Estados Unidos, la guerra en Vietnam, del mayo de Paris y la Primavera de Praga.

En 1968, entre tanta información, destacaba la sanción a una joven vietnamita a veinte años de prisión. La joven era condenada por un acto revolucionario, y su sonrisa al salir del tribunal, plasmada en una fotografía, significó para los niños cubanos la victoria de los vietnamitas sobre los norteamericanos. Así, Vo Thi Thang quedó en su memoria como la muchacha de la  sonrisa de la victoria.

Hace hoy exactamente diez años se desató uno de los últimos crímenes de Fidel Castro, la Primavera Negra de Cuba. Durante tres días (18, 19 y 20 de marzo de 2003) las hordas comunistas asaltaron las casas de pacíficos demócratas, periodistas, maestros, bibliotecarios y médicos. Fueron detenidos setenta y cinco personas, aunque algunas fuentes señalan que hubo más en un primer momento, pero en definitiva quedaron 75.

Sobre la cifra, se especula que se basó en un cambio que el dictador quiso hacer con el gobierno norteamericano, por los cinco espías suyos, presos en aquel país.  Ya en el poder su hermano Raúl Castro Ruz, en varias oportunidades dijo estar dispuesto a enviar a los presos de la Primavera Negra a los Estados Unidos, junto a sus familiares, a cambio que les devolvieran a sus agentes. Por lo que la hipótesis no parece tan descabellada.

La trama de las detenciones es tan perversa que, por ejemplo, en el juicio contra Héctor Palacios, Oscar Espinosa, Héctor Maseda, Marcelo Cano, Marcelo López y otros, celebrado en Ciudad de la Habana, se concluía que los prisioneros eran “enemigos de la nación cubana y mercenarios al servicio de los Estados Unidos de América, con el fin de socavar las bases y fundamentos de la independencia, la soberanía, la economía y la integridad territorial del estado cubano.” A los acusados se les ocupó una máquina de escribir, un radio de onda corta, una cámara fotográfica y una laptop, entre otras terribles armas de guerra.

Para colmo de cobardía, los arrestos se produjeron a la sombra de la II Guerra del Golfo, un esfuerzo internacional liderado por Estados Unidos, contra la dictadura de Saddam Hussein, en Iraq.  La intención era que la noticia de las detenciones quedara opacada ante la opinión pública internacional, por la de la invasión a Iraq.
No obstante, esa fue una de las mayores derrotas que sufrió el régimen, a tal punto que tuvo que aplicar un plan B, en el cual, a partir del 2 de abril se produjeron una serie de secuestros de medios navales y aéreos cubanos a manos de supuestos demócratas. El objetivo de la maniobra era  enrarecer y contaminar el escenario, para sustentar el argumento de que el régimen estaba bajo un plan de desestabilización.

La indignación internacional fue muy grande y el gobierno militar tuvo que acudir al Plan C: una caterva de intelectuales, que cobraban por la UNEAC y dependían de las sonrisas del Ministro del Cultura, Abel Prieto, hicieron un llamamiento de solidaridad con los victimarios y vino la famosa frase del Premio Nobel portugués Saramago, hasta ese momento amigo incondicional de la dictadura: Yo, me bajo del tren

La presión interna y externa nunca bajó y la dictadura no tuvo la capacidad de negociar canje alguno con Estados Unidos, a tal punto que los presos que quedaban en las cárceles a principios del 2010, fueron excarcelados y en su mayoría deportados, bajo presión, pero voluntariamente a España y Chile, aunque la mayoría se reubicó finalmente con sus familias en los Estados Unidos.

Diez años después, y aunque los héroes de la Primavera Negra fueron sentenciados hasta 28 años de cárcel, todos están fuera de las prisiones. No obstante, sobre los que se quedaron en la Isla pende la posibilidad de ser encerrados nuevamente, pues sus sentencias no han sido conmutadas y se encuentran en libertad condicional bajo la llamada “licencia extra penal”.

Entre los resultados más importantes de la Primavera Negra está el surgimiento de las Damas de Blanco, un movimiento que comenzó entre las mujeres, familiares de los presos… en sus visitas a cárceles.  El movimiento, que tenía una dirección colegiada, proyectó la figura de Laura Pollán, fallecida tempranamente en el Hospital Calixto García, en octubre de 2011, bajo extrañas circunstancias, como una de las importantes políticas de la oposición democrática. Fueron Las Damas las que derrotaron al gobierno y liberaron a sus esposos, con sus incansables marchas de los domingos frente a la Iglesia de Santa Rita, en Miramar, y su resistencia a los actos vandálicos de que fueron víctimas.

Otro resultado fue el fortalecimiento del periodismo libre en todo el país, una de los objetivos fundamentales del ataque de la dictadura, y el nacimiento, hace cinco años, del Semanario Primavera de Cuba.

Sobre Vo Thi Thang, los niños de la década del sesenta supieron más tarde que la joven vietnamita, a diferencia de nuestros pacíficos presos en la Primavera Negra, era una terrorista que se disponía a ejecutar a un funcionario público cuando fue arrestada. Sin embargo, cuando el miedo recorría la Isla, en marzo del 2003, y ninguna cámara estuvo disponible para filmar a los héroes, siempre se vio en sus rostros la sonrisa de la victoria, pues todos sabíamos que el gobierno no tendría capacidad para mantenerlos presos durante todos los años a que los condenó.  Eso lo sabíamos todos.

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Elige un trabajo que te guste y no tendrás que trabajar ni un día de tu vida.
-Confucio, pensador chino, 551 a.C-479 a.C

18 de marzo de 2013

CON LOS ALEJADOS



 ¿Con los alejados?

Por Paolo Mastrolilli

Droga, violencia, enfermedad, pobreza. Cualquiera de los problemas que nos pasen por la cabeza lo podríamos encontrar entre los callejones de las “villas miserias”, las “favelas” de Buenos Aires. «En cambio, nuestro sentimiento –jura el padre Toto– es la alegría, porque el padre Jorge se ha convertido en Papa y ahora los humildes tienen un amigo en Roma».

La leyenda de Francisco hay que venir a buscarla aquí, en el garage tapizado de murales que alberga la parroquia de Nuestra Señora de Caacupé, la Iglesia dedicada a la Virgen de los inmigrantes paraguayos. En Charrúa también está la de Copacabana, venerada por los “bolitas” (los inmigrantes bolivianos), o la argentina de Luján. «La última vez que Bergoglio estuvo aquí –cuenta el padre Toto– fue el 8 de diciembre del año pasado. Nunca faltaba a la fiesta de la Virgen. Era uno de casa, celebraba misa, daba los sacramentos, bendecía hasta las fotos, y después comía con nosotros el locro». A Jéssica Araujo se le humedecen los ojos cuando recuerda el pasado 10 de noviembre: «la Primera comunión de mi hijo Maxi. Las cosas que pasan... quedé embarazada a los 15 años y me cambió la vida; tuve que dejar los estudios. Llegó este señor vestido normal, debió haber llegado en autobús, porque nunca vi coches lujosos afuera. Y luego se vistió de sacerdote. Entonces lo reconocí: Padre Jorge, que había venido a darnos la Primera comunión».

Como ella hay decenas de personas en la pequeña oficina de la parroquia con techo de lámina: una enseña la foto del entonces cardenal con su marido en la escuela nocturna; otra la confirmación de una joven muchacha ciega. «Uno de nosotros», insiste el padre Toto: «Un religioso de corazón, sin oropeles.

Imagínese, ayer le habló al arzobispo para felicitarlo por el cumpleaños de una empleada. La pobrecita se conmovió y se puso a balbucir: “¡ya no sé ni cómo llamarlo! ¿Es él, padre Jorge, no?”. Cuando ibas a su oficina, veías algunos paquetes de spaghetti cerca del escritorio, porque comía ahí y normalmente se cocinaba solo. La última vez que lo busqué, antes del Cónclave, me servía su firma urgentemente para un documento: “de acuerdo, me dijo, pero tienes diez minutos de tiempo para explicarme todo, porque estoy por partir hacia Roma”».

Este es el espacio de la misión de Francisco, entre estas calles en las que la policía tiene miedo de pasar la noche. «Nació en el barrio popular de Flores –cuenta el fraile franciscano Carlos Trovarelli– y nunca ha dejado de ser un hombre del pueblo». 

Aquí también nacieron sus problemas, con todo y las acusaciones por no haber obstaculizado lo suficiente a la dictadura militar. Dos sacerdotes jesuitas, Orlando Yorio y Franz Jalcis, justamente trabajando en las villas, atrajeron la atención del gobierno que los mandó secuestrar. Según los que critican a Bergoglio, como Horacio Verbitsky, el no siempre los defendió, tal vez por divergencias políticas bastante comunes durante la época del tercermundismo y de la teología de la liberación; según los que lo defienden, como el Nobel por la Paz, Adolfo Pérez Esquivel, trabajó en silencio para liberarlos, e incluso llegó a pedir al cura de Rafael Videla que se fingiera enfermo para sustituirlo durante la misa y así poder entrar a la casa del dictador para tratar de convencerlo. 

«En esa época –dice el padre Facundo Beretta Lauria, orgullosamente calabrés– yo era un chico. Lo que vi con mis ojos fue cómo reaccionó cuando los narcos amenazaron de muerte a mi colega el padre Pepe, porque quería alejar de nuestras calles el “paco”, la droga que se hace con los residuos de la cocaína y que se la dan a los muchachos. Alzó la voz y después dijo “llámenme en cualquier momento, para lo que sirva, porque de esta historia me ocupo yo personalmente”».

Francisco cambió la historia entre estos callejones: «Hace tiempo –dice el padre Facundo, que lleva sandalias, pantalones de mezclilla y una camisa de sacerdote desabotonada hasta el cuello– había malos entendidos: la política se mezclaba un poco por todas partes. Ahora, cuando viene a vernos, Bergoglio insiste siempre en la misma cosa: “No se cansen nunca de ser misericordiosos”. Y tiene razón, porque cuando unes la fe a la solidaridad, incluso en las villas miseria, comienza la fiesta». 

Toto, Pepe, Facundo hacen de todo: misas, bautismos, matrimonios nocturnos, educación nocturna, excursiones, partidos de fútbol, asistencia médica, peticiones para acceder a la electricidad, comedores... Todo en nombre de la misericordia, que no necesita etiquetas políticas para hacer milagros. 

«Cuando Bergoglio se convirtió en arzobispo –explica Facundo–, en Buenos Aires había en total 6 curas villeros, es decir sacerdotes que vienen a vivir a los barrios de mala fama. Ahora son 24, porque él nos apoya con hechos, y viene a trabajar en medio de la calle con nosotros. Celebra misas para prostitutas en la Plaza Constitution, visita a los enfermos de Sida, y también tiene relaciones con las familias de los desaparecidos, esperando que la verdad nos haga libres. Pero, como dijo Francisco, no somos una Ong, y todo esto hay que hacerlo en nombre de los principios de la fe».

Cuentan que una vez Bergolgio fue a estos barrios y le preguntó a los fieles: «¿La Iglesia solo es un lugar abierto para los “buenos”?». La respuesta, como ovación: «¡Nooooooooo!». «¿También hay sitio para los “malos”?». Respuesta: «¡Síííííííííííí!». «¿Echamos a alguien de aquí porque es malo? No, al contrario, lo acogemos con más afecto. ¿Por qué? Nos lo enseñó Jesús». «Es por eso –dice el padre Toto– que nosotros los humildes estamos alegres. La Iglesia necesita redescubrir este espíritu».

Foto: http://www.revistacriterio.com.ar/

Remitido por Sonia Agüero

EL MITO DE LA SANIDAD CUBANA


Hspital de Placetas, Provincia de Villa Clara

El mito de la sanidad cubana

El mito de la sanidad cubana se desmorona a la misma velocidad que sus desvencijados hospitales, frustrados profesionales y el régimen comunista en general, sobre todo desde que le faltan los subsidios de la antigua URSS. La revolución castrista de 1959 implantó unos servicios sanitarios en teoría gratuitos y universales pero, como en el bloque soviético, muy básicos y plagados de carencias. El gran éxito del Sistema Nacional de Salud cubano, coinciden los expertos, es que «la propaganda oficial los ha convertido en los mejores del mundo», mientras sus médicos y enfermeros son los peor pagados. El problema no es tanto si su nombre es Hugo Chávez, Fidel Castro o cualquier otro miembro del partido único o del Gobierno, que acuden a centros especiales. El problema de verdad lo tienen los trabajadores que malviven con quince dólares mensuales o los presos.

«La sanidad en Cuba es pésima para el ciudadano de a pie por la falta de recursos. Existe un apartheid que favorece a la élite gobernante y a los extranjeros que pagan en dólares, mientras se les niega atención médica a los presos y algunos disidentes por motivos políticos», explica María Werlau, directora de Archivo Cuba, una organización sin ánimo de lucro con sede en EE.UU., que investiga este falso mito de potencia médica que proporciona a la dictadura ingentes réditos políticos y económicos.

Misiones en Venezuela

Darsi Ferret, un médico cubano refugiado político en Estados Unidos desde 2012, asegura que el sistema de atención primaria está «prácticamente desarticulado, las consultas están vacías, sus profesionales han sido enviados a las lucrativas misiones internacionales», sobre todo a Venezuela. Este exprisionero de conciencia de 43 años fue expulsado en 2006 del policlínico Luyanó, en el municipio habanero de 10 de Octubre, por su labor opositora. Como médico de urgencias sabe lo que es trabajar en instalaciones semiabandonadas, con falta de higiene, dificultades para encargar un electrocardiograma, sin medicinas básicas como un antipirético o de material como una bolsa para la orina.

A este deprimente cuadro se unen profesionales desmotivados que perciben entre 16 y 23 dólares mensuales, dependiendo de si es un especialista; frustrados por no poder atender a sus pacientes como es debido por la falta de recursos e iniciativa. Berta Soler, líder de las Damas de Blanco, relata cómo muchos de estos médicos —no todos, precisa— aceptan regalos «bajo cuerda» a cambio de una mejor atención. «Están necesitados, el salario no les alcanza para vivir», justifica. Técnica en microbiología, trabajó hasta 2009 en el hospital América Arias de El Vedado, hoy «semicerrado». Soler sostiene que «la sanidad no es gratuita: eso es un mito; a veces los profesionales sugieren que pidas las medicinas a familiares en el exilio» si no las encuentran en las desabastecidas farmacias.

Cuba produce medicinas y material, pero no para sus ciudadanos

Cuba produce medicinas y material sanitario, pero no para sus ciudadanos. Archivo Cuba ha recabado testimonios de médicos cubanos que desertaron en las misiones enVenezuela, que explican cómo en ese país se tiran a la basura medicinas y material para pacientes inexistentes pero pagados por el Gobierno de Caracas al de La Habana.

No todos los cubanos tienen que ir al hospital con sus propias sábanas, toallas, alimentos, agua, productos de aseo personal y limpieza, bombilla o colchón. Los extranjeros y los altos cargos del régimen reciben otro trato en hospitales o clínicas como Cimeq, Cira García, Ciren, la 43 y Kohly, o en plantas especiales del Hermanos Ameijeiras y Frank País. El país que tuvo a un nominado al Nobel de Medicina antes de la llegada de los Castro, ahora manipula las estadísticas para camuflar la involución en la salud de los cubanos.

El hospital de Castro y Chávez

C. M.
El Centro de Investigaciones Médico-Quirúrgicas (Cimeq) es el hospital de referencia en Cuba, dependiente del Ministerio del Interior y solo accesible a la elite del régimen y a los extranjeros. Hugo Chávez estuvo ingresado en el área especial que utiliza Fidel Castro desde que enfermó en 2006. Próximo a la casa del dictador, el centro se fundó este siglo. En su página web afirma que posee «las más avanzadas técnicas diagnosticas y terapéuticas» 

ABC, Madrid