Cesare Cicconi
''Estoy de verdad feliz y todavía emocionado''
Enfermo de
esclerosis lateral amiotrófica, besado por el papa Francisco, en su pueblo, le
esperaban para hacer fiesta
Por Nieves San Martín
MADRID, 20 de marzo de 2013 (Zenit.org) - “En 1982,
en una audiencia privada con los fieles de San Benedetto del Tronto me besó
Juan Pablo II, he recibido un nuevo beso, en la frente, el del papa Francisco.
Y estoy de verdad feliz y todavía emocionado”. Lo cuenta Cesare Cicconi, el
hombre de 50 años, afectado de esclerosis lateral amiotrófica (SLA), que ayer
impulsó al pontífice a bajar del jeep blanco con el que estaba girando la plaza
de San Pedro para bendecirlo y besarlo.
La cara de felicidad de Cesare era patente para
todos quienes contemplaban la escena de este papa samaritano que sintió la
necesidad de bajar de su “cabalgadura”, ante un herido por una minusvalía
física especialmente incapacitante, encontrado en el camino.
“Soy católico practicante –explica Cesare a los
medios de comunicación--. Y soy desde siempre socio de la Unitalsi [Unión
Italiana de Transporte de Enfermos a Lourdes y Santuarios Internacionales]
porque mis padres formaban parte de la asociación”.
Su madre, Sandra, de 72 años, murió hace pocos
meses y quien se ocupa de Cesare, que tiene el cuerpo completamente paralizado,
a excepción de una mano que mueve con un pequeño cable, es su hermana Cinzia de
43 años, y “todos los amigos de la Unitalsi que son como de casa”, aclara.
Sus padres descubrieron que Cesare estaba
afectado por SLA cuando tenía ocho meses. A pesar de que debe ser trasladado en
camilla, Cesare no se ha dado por vencido y ha querido seguir, en la medida de
lo posible, gozando de las pequeñas satisfacciones de la vida.
Cesare cuenta todavía emocionado lo que vivió
ayer: “El papa Francisco se detuvo, me señaló y descendió del jeep. Me dio un
beso en la frente y me dijo a mí y a mis amigos 'rezad por mí'”.
Muchos de los muchachos voluntarios de la
Unitalsi le dieron las gracias al papa y este respondió: “No, gracias a
vosotros'”.
A la 1,30 de ayer Cesare tenía previsto dejar la
Ciudad del Vacation para retornar a San Benedetto del Tronto, su pueblo en la
región de las Marcas, donde ya habían anunciado una gran fiesta.
Cesare tiene una capacidad para integrarse en la
marcha de la vida y no se ha rendido: “Soy hincha del Ascoli e incluso voy al
estadio”. Quería volar, cosa no fácil para quien tiene que verse reducido a una
camilla. Pero en 2010 logró culminar su sueño y gracias a la compañía aérea,
explica a la agencia ANSA, me subí al avión y participé en la peregrinación
nacional a Lourdes”.
“A todos nosotros este beso del papa a Cesare
–declara el padre Vincenzo de la Unitalsi de San Benedetto del Tronto- nos ha
parecido como aquel pasaje del evangelio en el que se lee que Jesús se acerca a
la suegra de Pedro enferma, se inclina, la toma por la mano y la levanta.
Parecía justo aquél pasaje del evangelio”.
La comitiva de la Unitalsi, conmovida, emocionada
y “llena de energía” volvió a casa ayer con un hermoso regalo que les había
hecho el papa Francisco.
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