La Primavera Negra, Vo Thi Thang
y la sonrisa de la victoria
LA HABANA, Cuba, marzo, www.cubanet.org -Bombardeados con mentiras y
medias verdades, crecieron los niños cubanos en la década del 60 del siglo XX,
bajo el influjo de la revolución. Era la época del apogeo de la lucha por los
derechos civiles en los Estados Unidos, la guerra en Vietnam, del mayo de Paris
y la Primavera de Praga.
En 1968, entre tanta
información, destacaba la sanción a una joven vietnamita a veinte años de
prisión. La joven era condenada por un acto revolucionario, y su sonrisa al
salir del tribunal, plasmada en una fotografía, significó para los niños
cubanos la victoria de los vietnamitas sobre los norteamericanos. Así, Vo Thi Thang
quedó en su memoria como la muchacha de la sonrisa de la victoria.
Hace hoy exactamente diez años
se desató uno de los últimos crímenes de Fidel Castro, la Primavera Negra de
Cuba. Durante tres días (18, 19 y 20 de marzo de 2003) las hordas comunistas
asaltaron las casas de pacíficos demócratas, periodistas, maestros,
bibliotecarios y médicos. Fueron detenidos setenta y cinco personas, aunque
algunas fuentes señalan que hubo más en un primer momento, pero en definitiva
quedaron 75.
Sobre la cifra, se especula que
se basó en un cambio que el dictador quiso hacer con el gobierno
norteamericano, por los cinco espías suyos, presos en aquel país. Ya en
el poder su hermano Raúl Castro Ruz, en varias oportunidades dijo estar
dispuesto a enviar a los presos de la Primavera Negra a los Estados Unidos,
junto a sus familiares, a cambio que les devolvieran a sus agentes. Por lo que
la hipótesis no parece tan descabellada.
La trama de las detenciones es
tan perversa que, por ejemplo, en el juicio contra Héctor Palacios, Oscar
Espinosa, Héctor Maseda, Marcelo Cano, Marcelo López y otros, celebrado en
Ciudad de la Habana, se concluía que los prisioneros eran “enemigos de la
nación cubana y mercenarios al servicio de los Estados Unidos de América, con
el fin de socavar las bases y fundamentos de la independencia, la soberanía, la
economía y la integridad territorial del estado cubano.” A los acusados se les
ocupó una máquina de escribir, un radio de onda corta, una cámara fotográfica y
una laptop, entre otras terribles armas de guerra.
Para colmo de cobardía, los
arrestos se produjeron a la sombra de la II Guerra del Golfo, un esfuerzo
internacional liderado por Estados Unidos, contra la dictadura de Saddam
Hussein, en Iraq. La intención era que la noticia de las detenciones
quedara opacada ante la opinión pública internacional, por la de la invasión a
Iraq.
No obstante, esa fue una de las
mayores derrotas que sufrió el régimen, a tal punto que tuvo que aplicar un
plan B, en el cual, a partir del 2 de abril se produjeron una serie de
secuestros de medios navales y aéreos cubanos a manos de supuestos demócratas.
El objetivo de la maniobra era enrarecer y contaminar el escenario, para
sustentar el argumento de que el régimen estaba bajo un plan de
desestabilización.
La indignación internacional
fue muy grande y el gobierno militar tuvo que acudir al Plan C: una caterva de
intelectuales, que cobraban por la UNEAC y dependían de las sonrisas del
Ministro del Cultura, Abel Prieto, hicieron un llamamiento de solidaridad con los
victimarios y vino la famosa frase del Premio Nobel portugués Saramago, hasta
ese momento amigo incondicional de la dictadura: Yo, me bajo del tren…
La presión interna y externa
nunca bajó y la dictadura no tuvo la capacidad de negociar canje alguno con Estados
Unidos, a tal punto que los presos que quedaban en las cárceles a principios
del 2010, fueron excarcelados y en su mayoría deportados, bajo presión, pero
voluntariamente a España y Chile, aunque la mayoría se reubicó finalmente con
sus familias en los Estados Unidos.
Diez años después, y aunque los
héroes de la Primavera Negra fueron sentenciados hasta 28 años de cárcel, todos
están fuera de las prisiones. No obstante, sobre los que se quedaron en la Isla
pende la posibilidad de ser encerrados nuevamente, pues sus sentencias no han
sido conmutadas y se encuentran en libertad condicional bajo la llamada
“licencia extra penal”.
Entre los resultados más
importantes de la Primavera Negra está el surgimiento de las Damas de Blanco,
un movimiento que comenzó entre las mujeres, familiares de los presos… en sus
visitas a cárceles. El movimiento, que tenía una dirección colegiada,
proyectó la figura de Laura Pollán, fallecida tempranamente en el Hospital
Calixto García, en octubre de 2011, bajo extrañas circunstancias, como una de
las importantes políticas de la oposición democrática. Fueron Las Damas las que
derrotaron al gobierno y liberaron a sus esposos, con sus incansables marchas
de los domingos frente a la Iglesia de Santa Rita, en Miramar, y su resistencia
a los actos vandálicos de que fueron víctimas.
Otro resultado fue el
fortalecimiento del periodismo libre en todo el país, una de los objetivos
fundamentales del ataque de la dictadura, y el nacimiento, hace cinco años, del
Semanario Primavera de Cuba.
Sobre Vo Thi Thang, los niños
de la década del sesenta supieron más tarde que la joven vietnamita, a
diferencia de nuestros pacíficos presos en la Primavera Negra, era una
terrorista que se disponía a ejecutar a un funcionario público cuando fue
arrestada. Sin embargo, cuando el miedo recorría la Isla, en marzo del 2003, y
ninguna cámara estuvo disponible para filmar a los héroes, siempre se vio en
sus rostros la sonrisa de la victoria, pues todos sabíamos que el gobierno no
tendría capacidad para mantenerlos presos durante todos los años a que los
condenó. Eso lo sabíamos todos.
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