Los diez pensamientos
del papa Francisco
Aborto y defensa de la vida
«Es preciso poner la cara para
defender la vida desde la concepción hasta la muerte natural». «Debemos
escuchar, acompañar y comprender desde nuestro lugar a fin de salvar las dos
vidas: respetar al ser humano más pequeño e indefenso, adoptar medidas que
pueden preservar su vida, permitir su nacimiento y luego ser creativos en la
búsqueda de caminos que lo lleven a su pleno desarrollo».
«Sin estas tres actitudes,
ternura, esperanza, paciencia, no se puede respetar la vida y el crecimiento
del niño por nacer. La ternura nos compromete, la esperanza nos lanza hacia el
futuro, la paciencia acompaña nuestra espera en el cansino pasar de los días.
(...) Cuando estas actitudes no están, entonces el niño pasa a ser un ‘objeto’
alejado de su padre y de su madre y muchas veces ‘algo’ que molesta, alguien
intruso en la vida de los adultos, de quienes pretenden vivir tranquilos,
replegados sobre sí mismos en un egoísmo paralizante».
La
familia y el papel de los ancianos
«Cuando un pueblo se olvida de
cuidar a sus ancianos, empezó a ser un pueblo en decadencia, es un pueblo
triste. Cuando en una familia se olvidan de acariciar al anciano, ya anida la
tristeza en su corazón».
«Lo que sembrás vos con tu
ejemplo es lo que vas a cosechar de tus hijos. Cuidá a los viejos, cuidá la
vida de los viejos porque eso es ser familia. Y no entrés en la moda de que a
los viejos se los guarda y se los desprecia. Cuidá a los chicos. Enseñáles a
crecer bien para que sean retoños llenos de vida, que den flor y fruto en la
vida».
Bodas
homosexuales
«Está en juego la identidad y
la suprevivencia de la familia: papá, mamá e hijos. Está en juego la vida de
tantos niños que serán discriminados de antemano privándoles de la maduración
humana que Dios quiso se diera con un padre y una madre. Está en juego un
rechazo frontal a la ley de Dios, grabada además en nuestros corazones».
(Carta durante la presentación
en Argentina del proyecto de matrimonio homosexual, convertido en ley en julio
de 2010): «Aquí está la envidia del demonio, que pretende destruir la imagen de
Dios: hombre y mujer que reciben el mandato de crecer, multiplicarse y dominar
la Tierra. No seamos ingenuos: no se trata de una simple lucha política; es la
pretensión destructiva al plan de Dios. No se trata de un mero proyecto
legislativo, sino de una ‘movida’ del padre de la mentira que pretende
confundir y engañar a los hijos de Dios».
Papel
de los padres
«Es necesario que salgan
ustedes para dialogar, para abrirse a sus hijos, para jugar con ellos, para que
los chicos no se sientan abandonados por sus padres. Eso cansa, es verdad, pero
es la cruz que ustedes como padres católicos deben cargar; es, sin embargo, una
cruz fecunda».
Derecho
a la educación
«El hijo del gaucho, el
migrante del interior que llegaba a la ciudad, y hasta el extranjero que
desembarcaba en esta tierra (argentina) encontraron en la educación básica los
elementos que les permitieron trascender la particularidad de su origen para
buscar un lugar en la construcción común de un proyecto. También hoy, desde la
pluralidad enriquecedora de propuestas educadoras, debemos volver a apostar: a
la educación, todo».
Papel
de los laicos en la Iglesia
«Hay un problema, lo dije otras
veces: la tentación de la clericalización. Los curas tendemos a clericalizar a
los laicos. No nos damos cuenta pero es como contagiar lo nuestro. Y los laicos
-no todos pero muchos- nos piden de rodillas que los clericalicemos porque es
más cómodo ser monaguillo que protagonista de un camino laical. No tenemos que
entrar en esa trampa, es una complicidad pecadora. Ni clericalizar ni pedir ser
clericalizado. El laico es laico y tiene que vivir como laico con la fuerza del
bautismo, lo cual lo habilita para ser fermento del amor de Dios en la misma
sociedad, para crear y sembrar esperanza, para proclamar la fe, no desde un
púlpito sino desde su vida cotidiana. Y llevando su cruz cotidiana como la
llevamos todos. Y la cruz del laico, no la del cura. La del cura que la lleve
el cura que bastante hombro le dio Dios para eso».
Trabajo
y justicia social
«La dignidad la tenemos por el
trabajo, porque nos ganamos el pan, y eso nos hace mantener la frente alta.
Pero cuando el trabajo no es lo primero sino que lo primero es la ganancia, la
acumulación de dinero, ahí empieza una catarata descendente de degradación
moral. Y termina esta catarata en la explotación de quien trabaja. Esta frase
no es mía, la dijo ayer el Papa (por Benedicto XVI) en una audiencia (...) Justicia por
estos hombres y mujeres sometidos a la trata de personas en cualquiera de los
rubros: talleres clandestinos, prostitución, chicos sometidos en trabajos de
granjas y los cartoneros que no han podido todavía unificarse, como algunos de
ustedes lo han podido hacer gracias a Dios».
Afán
de dinero
«El poder y el dinero son como
la ginebra en ayunas: marean. La altura marea. Por eso cuanto más grande seas,
cuanto más poder, más dinero, más prestigio tengas, más humilde tenés que ser.
Los que se creen dueños de la vida no pueden convivir en la sociedad. El único
dueño de la vida es Dios».
El
pecado de la vanidad
«Como ejemplo de lo que es
realmente la vanidad con frecuencia digo: mirad a un pavo real, si lo miras de
frente es muy bonito. Pero si da algún paso y lo ves por detrás, te das cuenta
de la realidad. Quien cede a esa vanidad en el fondo esconde una miseria muy
grande».
Apostolado
cristiano
«Buscamos el contacto con las
familias que no acuden a las parroquias. En lugar de ser sólo una Iglesia que
recibe, tratamos de ser una Iglesia que sale a la calle y va hacia los hombres
y mujeres que no vienen, que no la conocen, que se han ido y que son
indiferentes. Para ello organizamos misiones en las plazas donde se reúne mucha
gente, rezamos, celebramos la misa, proponemos el bautismo que administramos
después de una pequeña preparación. Es el estilo de las parroquias y de la
misma diócesis».
ABC, Madrid
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