18 de noviembre de 2013

En 1913... Teatro Avellaneda


Presentación

Por Marlene María Pérez Mateo

“Martes 13, ni te cases ni te embarques ni de tu familia te apartes”, asegura un viejo dicho  pasado de voz en voz hasta nuestros días.

La consabida mala reputación del 13 va bien atrás en el tiempo y no hay civilización por remota que fuere sin ser tocada por tal creencia. Así tenemos su referencia en el Código de Hammurabi en la antigua Babilonia, pasando por los mayas quienes le consideraban sagrado hasta su identificación con el numero de ciclos lunares en un año solar.

 El triste hecho de la casi total desaparición de los Caballeros Templarios y la ejecución de su líder el francés Jacques de Moley el 13 de octubre de 1307  echaron leña al fuego en tan escabroso tema. En la actualidad se ha acuñado el término triscadecafobia como concepto identificador del miedo o pánico irracional y desmedido a la mencionada cifra.

He querido iniciar en “Palmas Amigas” una especie de mini-secuencia, donde la cifra 13 tiene gran protagonismo. La razón no nace de una contradicción ni de un reto. Nace de una feliz coincidencia, de una alegría compartida.

Con un “corpus” de 13 artículos y reflexiones me he querido acercar al mundo que rodeó hace ahora cien años, “en 1913” el nacimiento de mi abuela. Tuvimos hace unos meses el privilegio de celebrar su cumpleaños. He querido hacer partícipe con los de casa y los lectores de esta bitácora, en la que participo desde hace varios lustros, de unas pinceladas y semblanzas. Espero que este buen sentir llegue y les embriague de un dulce sabor centenario y también renovador.
                             
Con ustedes  “ En 1913....”
Gracias,
Marlene,
noviembre 5, 2013
          
En 1913…
Teatro Avellaneda

Por Marlene María Pérez Mateo




En 1913, un 13 de mayo se inauguró, bajo tremendo aguacero, el Teatro Avellaneda en la intersección de las calles Estrada Palma y Avellaneda en la ciudad de Camagüey, Cuba.

El lugar donde se edificó el teatro, desde el siglo XVIII había sido ocupado por un entablado techado muy usado para presentaciones de feria. Luego en el XIX una medio-hermana paterna de Tula Avellaneda, la poetisa, había tenido muy cerca de allí su residencia y en ella la escritora estuvo de huésped durante su estancia en su viaje de regreso a Cuba.

El exitoso comerciante de velas, señor Guarch, adquirió la propiedad e hizo levantar un recinto para las artes escénicas y el cine (entonces joven). Fue una sala de dos pisos con capacidad para 800 personas, 10 palcos y el segundo piso, bautizado por la voz popular como “el gallinero”. La acústica era magnífica. El emprendedor propietario tuvo en cuenta todos los detalles. La fachada se conformaba por 19 arcos de medio punto y un relieve del rostro de la camagüeyana que dio nombre o mas bien apellido a la institución: Gertrudis Gómez de Avellaneda.

El día de la inauguración los demás miembros del ramo cerraron sus puertas de manera solidaria. Hubo champán y velada. Veintiséis jóvenes de la ciudad a coro cantaron “Himno Glorioso a la Tula”, cuya partitura trece años después desapareció entre las llamas.

En 1926 un incendio accidental diezmó el recinto e hizo caer  en la ruina al propietario, señalando entre el vulgo a la cifra 13 como culpable de los hechos acaecidos debido a su ya consabida fama de mala suerte.

En 1927 fue reconstruido por el empresario teatral Alberto Mola con la ayuda de la compañía cinematográfica cubana Santos y Artigas. Entre las puestas en escenas estuvieron zarzuelas, teatro bufo de Arquimides Pous,  Ramón Espigel y películas.

Hacia 1960 se le cambió el nombre por el de "Pionero", aunque para el pueblo siguió siendo el “Teatro Avellaneda”. Decayó tanto, tanto que hasta parte del edificio colapsó. Muchas familias sin hogar lo tomaron de refugio. De lejos y de cerca se captaba su deterioro y su penosa ruina.

Actualmente ha sido remozado y pronto abrirá sus puertas. Ojalá también su esplendor.
 Marlene María Pérez Mateo
Octubre 2013

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