Apuntes históricos sobre la
serie “Isabel” de la tve
Caligrafía y poesía árabe nazarí:
Un arte al servicio de
los Sultanes
Mabel Villagra (Asesora histórica de Isabel)
Lo vimos ya en un capítulo
anterior, y lo volvimos a ver en el último: Boabdil escribiendo en árabe cuando
es interrumpido por Aixa y Muley-Hacén. ¿Sabían escribir los reyes? ¿Cómo era
la escritura árabe?
El alfabeto árabe
El alfabeto que vemos empleado
por Boadbdil mientras escribe en su pergamino es el "alifato" que consta
de 28 consonantes. El alfabeto árabe es una escritura ligada y cursiva, esto
implica que la forma de la letra está influida por la posición que ocupa en la
palabra. Se escribe de derecha a izquierda; no tiene mayúsculas y no se permite
la división de la palabra a final de renglón; en cambio, es posible alargar los
trazos de unión entre letras tanto como se quiera, a fin de que el texto quede
alineado.
El estilo de escritura árabe
más antiguo es el Cúfico
(de Kufa, Iraq) desde donde se extendió al resto del mundo islámico medieval.
Otro estilo popular es el Nasjí,
del que deriva la escritura árabe moderna. Cada país tuvo sus estilos
diferentes.
En Al-Ándalus (actual Andalucía)
desde la llegada de los árabes a la época morisca (manuscritos aljamiados) se usaron
también estos estilos, como podemos ver en la Alhambra o en la Mezquita de Córdoba,
pero se desarrolló uno particular llamado
"Magrebí-andalusí" basado en el cursivo cúfico, que acabó
siendo el habitual en el día a día, siendo usado por literatos, políticos,
escribanos, copistas, notarios, alfaquíes y cualquier hombre letrado. Este estilo Magrebí-andalusí es el que vemos en escena
mientras Boabdil escribe y el que históricamente se nos ha
conservado de su letra y puño en distintos documentos oficiales.
Los pergaminos para manuscritos
(majtûtât)
se usaron desde antiguo y era piel de animal curtida, normalmente cordero o
vacuno, hasta dejar una fina capa que permitía escribir en ella. También en esta
época existía ya el papel en Al-Ándalus, teniendo los primeros testimonios de
su fabricación en Xátiva, Valencia desde el siglo XIII.
Para escribir se usaba un
cálamo (qalam,
en árabe) o una pluma de ave con una punta recortada que permitía hacer caligrafía
árabe con diversos grosores, estilos y efectos. La tinta solía ser de varios
colores: normalmente para el negro, se usaba una combinación de hollín y goma o
sulfato de hierro; la tinta roja era hecha a base de bermellón; la azul y
verde, con tintes vegetales y, la de oro, hecha con polvo de este material.
La Corte nazarí y las letras
En la Corte, los príncipes y emires nazaríes
tuvieron tutores y eruditos que les enseñaban desde niños las
Ciencias y las Letras de la época. Y la Cancillería al servicio del Sultán
disponía de un departamento llamado “del Sello” con un funcionario al frente
que era también un experto calígrafo que colocaba la firma y el encabezado
reales para dar validez al texto.
Los emires nazaríes gustaron
mucho de la poesía y organizaban veladas donde distintos poetas desgranaban sus
habilidades en auténticos concursos donde se componían poemas especiales para
ese día. Uno de ellos, muy célebre, fue el Mawlid o Nacimiento del Profeta,
celebrado en 1362 por Muhammad V y recogido en un testimonio historiográfico
por Ibn al-Jatib donde se nos cuenta cómo un autómata organizaba los turnos de
recitación de los poemas y se adornó una sala con tapices y bellísimas lámparas
de cristales multicolores.
Tenemos en Al-Ándalus, además, el caso de
reyes-poetas como fue Al-Mu’tadid de Almería o Al-Mu’tamid de
Sevilla en la época taifa y el de Yusuf III (1376-1417), en la Granada Nazarí.
Los Reyes Nazaríes fueron también mecenas y tuvieron una corte de poetas
áulicos a sueldo que se encargaron de inmortalizar y exaltar las virtudes y la
generosidad de los soberanos. Ejemplos conocidos de poetas de corte son los
casos de Ibn Zamrak, Ibn al-Jatib o Ibn al-Yayyâb cuyos poemas fueron grabados
como yeserías en toda la Alhambra, en bellísima caligrafía nasjí nazarí, que
pudo reproducir en piedra la auténtica caligrafía escrita de antemano en
pergamino.
En la corte de Boabdil y su padre aparecen
dos últimos nombres, Ibn al Qaysi de Baza y Abdallah Ibn Al-Arabi Al-Uqaylí,
quien será además el que envíe en forma de poema la última misiva diplomática
de Al-Andalus en 1492: Una petición de ayuda a los Mamelucos de Egipto que
nunca se hizo efectiva.
No hay comentarios:
Publicar un comentario