Nos deja Alfredo Landa
Alfredo Landa ha muerto hoy
a los 80 años en Madrid. La historia del cine español no se puede concebir sin el actor que dio nombre a un
subgénero, el Landismo, durante los años sesenta y setenta.
Sus últimas apariciones públicas datan de 2008,
cuando recibió el premio de la Unión de Actores por su papel en «Luz de
domingo», de José Luis Garci, la Medalla de Oro del Ayuntamiento de Madrid y el
Premio Príncipe de Viana a la Cultura 2008 en su
tierra, Pamplona, y de manos del Príncipe de Asturias. Fue su retirada, tras
haber recibido el año anterior el Goya de Honor, el tercero de su carrera después de los obtenidos como mejor actor por
«El bosque animado» (1987) y «La marrana» (1992).
«Tengo tanto dentro... este Goya de Honor se
lo debo a mi profesión que ha sido lo mejor de mi vida, lo que más aprecio»,
dijo Landa en un discurso emocionado, entrecortado, casi incomprensible e
interrumpido sin parar por los aplausos de sus compañeros. El actor navarro se
mostró perdido durante su intervención y evidenció unos problemas de salud
nunca definidos claramente pero que le llevaron a desaparecer de la vida
pública.
Pese a ello, su recuerdo permanece vivo entre el
público y entre sus amigos. Así lo demostró José Sacristán en la última entrega
de los Goya. «Sólo echo de menos que Alfredo Landa me hubiera abrazado»,
dijo Sacristán al recoger su Goya por «El muerto y ser feliz». Fue él
precisamente, junto a Miguel Rellán, el encargado de entregarle cinco años
antes su galardón de honor a Landa.
Un Landa que evitó las polémicas que habían
rodeado sus problemas con quien había sido director de su último trabajo y un
amigo cercano hasta entonces, José Luis Garci. Juntos hicieron «Las verdes
praderas», «El crack», «El crack II», «Canción de cuna», «Historia de un beso»,
«Tiovivo c.1950» y «Luz de Domingo», pero las malas relaciones de Garci con la
Academia de Cine le llevaron a negarse a entregar a Landa su Goya de Honor y
ahí se rompió una amistad de cuarenta años.
Un hombre
con mucho carácter
Porque si algo ha demostrado Landa en su vida
profesional y personal ha sido carácter, mucho carácter. «No hablo mal de la
gente, sólo constato la realidad», afirmó en una entrevista con Efe en 2008
con motivo de la publicación de su biografía «Alfredo el Grande. Vida de un
cómico».
En ese libro calificaba al productor José Luis
Dibildos de «timador profesional» y a la actriz Gracita Morales de “caprichosa, despótica e intratable, pero
también halagaba a los actores Miguel Ángel Rellán o Tina Sainz, o al cineasta
José Luis Cuerda.
Una larga
carrera de la que se retiró porque perdió la pasión
Nombres que rodearon una larga carrera
profesional -más de 120 películas- de la que se retiró porque perdió la pasión.
Títulos como «Atraco a las tres», «Historias de la televisión», «La verbena de
la Paloma», «La niña de luto», «Nobleza baturra», «Los guardiamarinas», «¿Qué
hacemos con los hijos?», «Las que tienen que servir», «Los subdesarrollados» o
«Cateto a babor». Todos ellos parte de ese fenómeno, el «landismo», una «forma
de ser, de actuar y de ver la vida», como él lo ha definido. Una época que
marcó el devenir del cine español y construyó la memoria histórica del
españolito de a pie.
Con Garci,
la calidad actoral
En 1970 llegaría «No desearás al vecino del
quinto», una película que arrasó en taquilla hasta tal punto que solo «Torrente
2» consiguió desbancarla como la más vista del cine español. Aún quedarían
muchas del Landismo, como «Vente a Alemania, Pepe» o «Manolo, la nuit».
Pero en 1979 llegó «Las verdes praderas», su primera colaboración con Garci, un antes y un después en la carrera de Landa y la primera muestra de una calidad actoral que había pasado bastante desapercibida hasta ese momento. Landa enlazó títulos como «El crack», «La próxima estación», «El crack II» y «Los santos inocentes», el filme de Mario Camus basado en la novela de Miguel Delibes, que supuso su consagración internacional. Consiguió el premio al mejor actor en Cannes, ex-aequo con su compañero de reparto Paco Rabal. Los dos dieron una soberbia lección con unos papeles castellanos, dramáticos y llenos de humanidad.
Es difícil olvidar la imagen de Landa -Paco,
el Bajo- oliendo el campo como un perro para buscar las piezas cazadas por
su «señorito Juan Diego (Los santos inocentes). Un papel que le ha acompañado desde entonces, pese a
que después participó en «La vaquilla», «Tata mía», «El bosque animado» o «La
marrana». Con «Luz de domingo» se despidió de la actuación, pero no así del mus
o de los cócteles, sus otras dos grandes pasiones.
«Soy el que mejor juega al mus desde que se
inventó y hago los mejores cócteles porque les pongo amor, que es un
ingrediente que no le pone la gente. Cuando mezclo los ingredientes, pienso en
lo feliz que vas a ser cuando te lo tomes...».
Reproducido
de La Razón, Madrid,
9
de mayo de 2013
** Alfredo Landa fue uno de mis actores preferidos del cine español, por su versatilidad, el gracejo que impartía a sus personajes y la maestría en sus actuaciones. Disfruté en Cuba "La Niña de Luto" y otros filmes más de aquellos sus primeros tiempos de actor. Eran películas de la década de los 60, cuando en Cuba se le hacían algunos guiños al cine español. Luego, en EEUU, me perdí más de tres décadas sin poder ver ninguno de sus filmes hasta la llegada de los VCR, los DVD y la TVE Internacional, que me permitieron ver con retraso, aunque siempre con la actualidad imperecedera que les otorga la calidad de sus actores, varias de sus películas, y hasta su última, "Luz de domingo". Precisamente hace apenas dos semanas TVE presentó "La Vaquita", en la que Alfredo Landa ofreció una de sus mejores actuaciones.
Descanse en paz este genial actor, capaz de llenar toda una época del cine español.
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