Manuel cardenal Arteaga Betancourt,
¿Qué pasó con su golpe en la cabeza?
Por
Carlos Cabezas
Repetir una mentira la puede convertir en verdad, pero repetir una infamia lo convierte a uno en difamador. Peor aún, a veces se repite lo que uno desconoce y sabe por comentarios o chismes sin confirmar y lo repetimos como verdad absoluta cuando no es así.
Repetir una mentira la puede convertir en verdad, pero repetir una infamia lo convierte a uno en difamador. Peor aún, a veces se repite lo que uno desconoce y sabe por comentarios o chismes sin confirmar y lo repetimos como verdad absoluta cuando no es así.
Nunca conocí al cardenal Arteaga, quien fue arzobispo de La Habana, yo era un niño cuando vivió, pero supe mucho de él a través de dos personas con quienes compartí mucho: Mons. Mariano Vivanco Valiente (mi párroco y tutor cuando mis padres salieron de Cuba con mis 3 hermanos) y el P. Antonio Iglesias (a quien conocí después que dejó de ejercer el ministerio sacerdotal ya casado y en Miami) ellos dos en diferentes momentos vivieron en el Palacio Cardenalicio realizando diferentes funciones junto al cardenal Arteaga.
Por Mariano supe que Arteaga era un hombre piadoso y de Fe profunda, que rezaba diariamente los 15 misterios del Rosario porque tenía mala la vista para rezar el Oficio Divino. Me habló de su sencillez y humildad, muy distante de lo arrogante y altanero que parecía de lejos por sus modales educados y cuna rica, junto a su vestir y vida lujosa. Mariano -quien para mí y muchos es un Santo- me decía "Carlitos, el cardenal Arteaga no era nada de las cosas malas que decían de él, era un hombre de vida piadosa".
Por Antonio Iglesias, quien siendo sacerdote fue testigo del accidente que tuvo el cardenal Arteaga en su habitación del Palacio Cardenalicio. Supe que el primero en llegar a su cuarto inmediatamente fue Mons. Raúl del Valle (quien ocupaba la habitación contigua) y el P. Valentín y él lo hicieron al minuto y pico. ¿Qué ocurrió? Ese día el cardenal recibió un dinero cash por una transacción del Cementerio de Colón y no hubo tiempo de depositarla o en el Banco o en la caja fuerte del Arzobispado, no recuerdo bien, pero el asunto es que el cardenal guardó ese dinero en su sotana, la cual colgó al entrar a su habituación en la percha-colgador, preocupado por el dinero le pareció ver una sombra y se dirigió a la misma golpeándose en la cabeza con la percha-colgador donde estaba la sotana, dio un grito y llegó enseguida Mons. Raúl del Valle a asistirlo. ¿De qué o quién fue la sombra? En ese y otros cuartos del edificio penetra intermitentemente la luz de la farola del morro (de lo cual doy testimonio) alumbrando y dejando sombras.
El vulgo creó toda una historia del accidente. Dijeron que el cardenal Arteaga era homosexual y que su pareja era un señor vinculado con el gobierno de Batista que lo golpeó en la cabeza. Nadie presentó una prueba al respecto, pero si muchos chismes e infamias corrieron de boca en boca. ¿Quienes fueron los creadores? unos culparon a un periodista y otros lo achacan a esa parte del clero habanero que nunca aceptó para La Habana a un cardenal camagüeyano y de cuna rica. Históricamente, la Arquidiócesis de La Habana siempre ha sido una sede difícil para sus obispos primero y arzobispos después.
Sé muy bien que ésta no es toda la verdad porque dos testimonios no bastan para hacer un juicio histórico equilibrado, objetivo y veraz, pero existirán otros con testimonios de primera mano o pruebas fehacientes que puedan enriquecer este triste pasaje.
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