La madre del asesino
se preparaba
para el fin del mundo
Marta Torres / Enviada especial . Newtown.
La Razón, Madrid
Nancy Lanza, de 52 años, quizá sabía que algo
malo iba a ocurrir. Hace días le dijo a un amigo, que ha preferido no revelar
su identidad, que «creo que le estoy perdiendo [por Adam Lanza]». Estaba en «My
Place», el bar de este pequeño pueblo de Co-nnecticut donde la estadounidense
iba a tomar cervezas. Ese día, se había tomado unas cuantas. Y Nancy habló de
Adam, del que no solía dar muchos detalles. Prefería contar cosas de su otro
hijo, Ryan, el mayor, que tiene 24 años y fue al que se atribuyó en un primer
momento la autoría del tiroteo. En cambio, esa noche habló de Adam. «Nancy
estaba preocupada. Me dijo días antes de esta tragedia que había visto a Adam
quemarse con un mechero. No sé si en los brazos o en los codos. Le pregunté si
le iba a conseguir ayuda, y me dijo que sí», recuerda el vecino de Newtown.
Considerada una «survivalist», era miembro de un
grupo que cree en el fin del mundo. Los «survivalists» suelen almacenar comida,
agua y pistolas; ella se obsesionó con que la humanidad estaba al borde de un
final violento y del derrumbamiento del sistema económico. Nancy había cambiado
con el paso de los años. Y el otro día en el bar estaba al límite.
Otros amigos relatan que en otra ocasión, cuando
el chico estaba enfermo, no dejó que su madre entrase en su habitación. Y Nancy
decidió dormir en la alfombra en la puerta del dormitorio del joven. Procuraba
hablar poco de Adam. Pero todo era muy extraño. Nancy siempre vivió preocupada
por su hijo. Era como si intuyese que algún día iba a ocurrir algo de lo que
hubiese que lamentarse después. Aun así, sobreprotegía a su hijo. ¿Qué iba a
hacer si no? Su canguro, [Nana, baby sitter], Ryan Kraft, recuerda que tenía unas instrucciones algo
escalofriantes cuando tenía que cuidar del niño. Entonces, tenía sólo nueve
años. Pero su comportamiento era bastante raro. Y ahora todo encaja. Así, cuando
Kraft escuchó el viernes lo que había pasado, empezó a mover la cabeza y
recordó los momentos en los que se hizo cargo del niño. Nancy le dio
instrucciones muy claras y precisas: «Vigílale siempre. Nunca le des la
espalda. No vayas al baño o algo parecido», insistía siempre. Kraft explicó que
«cuando hacíamos algo, ya fuese jugar con los Legos o videojuegos, estaba muy
concentrado», indicó sobre Adam Lanza, quien sufría una anomalía que no le
permitía sentir el dolor físico.
A los 16 años, Nancy Lanza decidió sacarle del
colegio. Había discutido demasiado con el director y los profesores de la
Escuela Secundaria de Newtown, donde Adam cursaba sus estudios. Pero éstos
estaban muy preocupados y decidieron asignarle un psicólogo. Ahora pensaba en
trasladarse al Estado de Washington, al otro lado del país. Quizá, Carolina del
Norte, para inscribir a Adam en un instituto nuevo. Conforme avanza la
investigación y conocemos más detalles de los últimos momentos de la vida de
los 20 niños, surgen más preguntas sobre el autor de la tragedia, Adam Lanza,
de 20 años, y su madre Nancy. ¿Por qué un chico con estos problemas mentales
tenía acceso a todas estas armas? ¿Por qué su madre compró un rifle
semiautomático que utilizan las tropas estadounidenses para cazar terroristas
del Al Qaeda?
Adam ocupaba dos habitaciones de la casa en la
que vivía con su madre. Todo apunta a que usaba un cuarto para dormir y ahí
tenía su ropa, mientras que en el otro almacenaba sus pertenencias, incluido su
ordenador. Dos agentes al frente de la investigación reconocieron ayer que el
disco duro del ordenador de Adam había sido arrancado y roto en pedazos. Parece
una pieza clave de la investigación, por lo que lo que se ha recurrido a los
forenses expertos en electrónica del FBI para examinarlo. Los agentes podrán
determinar si actuó realmente solo, cómo lo planeó, si consiguió toda la
munición a través de internet... El hecho de que lo haya destruido le da más
importancia.
El teniente de la Policía de Connecticut, Paul
Vance, indicó ayer que el chico «tenía cientos de balas». Estaba dispuesto a
matar a todos los niños del colegio, donde los vecinos han llevado 20 árboles
de Navidad adornados con peluches en recuerdo de los pequeños.
Mientras, ayer tuvieron lugar los dos primeros
funerales de las víctimas de esta tragedia en Sandy Hook en memoria de Noah
Pozner y Jack Pinto, ambos de 6 años. El servicio de Pozner se produjo en
Fairfiel, localidad vecina. Sus restos mortales recibieron sepultura en el
cementerio de B' nai Israel en Monroe. La ceremonia en recuerdo de Pinto se
realizó en el tanatorio de Honan y el entierro fue en el cementerio de Newtown.
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