Privilegio que agradezco al cielo
Marlene
María Pérez Mateo
Un
incurable enamorado de la luna invitaba con insistencia una y otra vez al
espectáculo casi sublime de la contemplación
devota de las lunas de junio. Eran en su opinión las mas bellas de todo
el año. Este agudo observador era un mexicano y con ello es de inferir un
heredero de una tradición milenaria en todo lo relacionado a dicho astro. Llamamos aun hoy los terrícolas,
como lo hicieran los antiguos, Selena, a nuestro satélite natural.
Ya un poco alejados del mes consagrado a la
diosa Juno recordé sus palabras y el motivo de tan celeste observación, fue un
hurto o un hallazgo. Uno de esos hechos que solo la magia de la poesía y su perpetuación en el
tiempo pueden disculpar e incluso prescribir sin la menor duda. El responsable
de tal hecho fue José Dolores Quiñones, nacido en Artemisa, Pinar del Río, Cuba,
un 22 de marzo de 1918. Según los que le conocieron, un hombre elegantísimo y
de un porte y carisma arrollador, además de poseer indiscutible talento musical.
No se si con todo lo anterior he
dicho mucho o poco. Mas lo cierto es que hacia 1955 un sábado en una casona de
la Calle Cuarteles, sede entonces de “La
Casa de los Poetas”, en La Habana, estrenó de su autoría el tema que le catapultaría
y le diera a conocer “Los aretes de la la luna”. Hasta nuestros días ha sido
cantado infinidad de veces, mas la palma sin dudas pertenece a Vicentico Valdés
con la Sonora matancera hacia 1958. Tal era la coincidencia mas la cual hice
referencia inicialmente.
A
Quiñones debemos la autoría de: Camarera de del amor, Que me haces daño, Cien
mil cosas, No llores mas corazón, El columpio del amor, Vagar entre sombras,
Flores de papel y muchos mas. Fácil resulta encontrarle en el repertorio de
Benny More, Tona la Negra y muchos de las mejores voces de su época.
Quiñones murió no hace mucho en
Toulouse, Francia, en una residencia para ancianos. Uno de los que tan
tristemente dejan tras de si un bello legado de una cultura innecesariamente
fragmentada.
Dejemos con la voz de Valdés; y la ayuda
de la ciberespacio, sea pues lo primoroso de tal bolero esa amalgama invisible
que una y sane tan preciosos pedazos de
la identidad cubana.
Marlene
María Pérez Mateo
Noviembre
24, 2012
Serie Música Cubana
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